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Nada se ha inventado, aclara Juan Urquiaga Blanco, encargado de rescatar el edificio

El ex convento de La Merced se restaura sin alterarlo, sostiene arquitecto

A la fecha se han invertido 93 millones de pesos

La idea era instalar el Centro Nacional de Indumentaria y Diseño Textil, como anunció el INAH hace dos años, manifiesta a La Jornada

La mejor manera de que un inmueble se destruya es abandonarlo, asevera el experto

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Aspecto del patio del histórico recinto, construido en el siglo XVII, donde se realizan trabajos de restauración a cargo del Instituto Nacional de Antropología e HistoriaFoto Roberto García Ortiz
 
Periódico La Jornada
Viernes 15 de febrero de 2013, p. 5

En la restauración del claustro del ex convento de La Merced no se ha inventado nada; el objetivo es proteger el inmueble, sin alterarlo, explica el arquitecto Juan Urquiaga Blanco, encargado del rescate del edificio construido en el siglo XVII.

Los trabajos a cargo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), bajo cuyo resguardo se encuentra el recinto, se iniciaron en junio de 2011 y prevén terminarlos a finales de este año. Hasta el momento se han invertido 93 millones de pesos. La idea era instalar ahí el Centro Nacional de la Indumentaria y Diseño Textil, según anunció hace un par de años Alfonso de Maria y Campos, cuando fungía como director del INAH, .

El patio central será techado para proteger la cantera de la contaminación y la lluvia, así como para aprovechar el espacio, ya sea para exhibición o para llevar a cabo reuniones académicas, pues el claustro cuenta sólo con dos salones (de nueve por 20 metros, aproximadamente). Lo peor que le puede suceder al edificio es que continúe abandonado, señala Urquiaga.

Añade que la estructura metálica que sostendrá el techo sólo está apoyada, no anclada al edificio, con la finalidad de evitar ries-gos, por ejemplo, en caso de sismos, además de que es desmontable, pues se puede retirar en cualquier momento de acuerdo con las necesidades y usos que se le quiera dar al claustro; no daña para nada ninguna de las estructuras originales del ex convento.

Daños en la cornisa

Hasta el momento, explica Urquiaga, se han cambiado todas las vigas de madera y se bajó el nivel del terreno alrededor de metro y medio, pues las columnas estaban hundidas, se rescató el nivel original y durante ese proceso se descubrió una fuente al centro del patio, la cual todavía no decidimos si se pondrá a funcionar otra vez o se cubrirá con un cristal.

Lo ideal, reitera, “es que durante todo el día en el patio se puedan desarrollar todo tipo de actos culturales. En el Centro Histórico existen muchos edificios de la época en los que se han techado los patios, por ejemplo, el propio Palacio Nacional, la Casa de los Condes de Heras y Soto, o el Museo Cuevas. Aquí se pensó en eso principalmente porque la cantera de Los Remedios que cubre las fachadas es muy delicada, hemos tenido que rehacer grandes partes de la cornisa porque se estaba desmoronando por problemas de contaminación, para evitar más daños y para que el edificio sea aprovechable se pensó en techarlo.

Estamos en el proceso de diseño de la cubierta, pensamos en cristal, pero no lo hemos definido. Vamos a terminar primero la restauración del patio, el cual estaba totalmente hundido por la humedad proveniente de una acequia que pasaba justo enfrente del convento.

El claustro del ex convento de La Merced tiene dos frentes, uno sobre la calle de República de Uruguay, el otro hacia la plaza Alonso García Bravo, hoy convertida en un mercado ambulante de puestos de comida. Lo único que queda del recinto considerado uno de los más hermosos y suntuosos de la Nueva España es ese enorme patio barroco renacentista, y no mudéjar, aclara el arquitecto, así como los dos salones de regular tamaño.

No hay más, pues la iglesia fue demolida en 1862 debido a la aplicación de las Leyes de Reforma, en su lugar (hacia la calle de Jesús María) hoy existe un lote baldío bardeado, de propiedad particular, donde apenas son visibles muros originales en ruinas. La otra parte del convento, por la calle de Talavera, donde se ubicaban la mayoría de las celdas, es ahora una vecindad, también propiedad privada.

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Vista parcial de los arcos del recinto; al fondo, la cúpula de cemento que no forma parte de la edificación originalFoto Roberto García Ortiz

El convento fue construido en 1602, diseñado por el arquitecto Lázaro de Torres. Entre 1676 y 1703 se levantó el claustro, con su bello patio central en el que destaca la ornamentación de sus arcos y columnas de cantera.

En la planta baja hay siete arcos por lado, 28 en total. Los centrales tienen labradas las imágenes fundadoras de la orden de La Merced: Jesús de la Misericordia y la Virgen de La Merced, además, en la confluencia de los arcos se halla una letanía de la Virgen.

En las columnas del piso superior hay tallas de enredaderas que culminan en racimos de uvas o de granadas, símbolos de la eucaristía y la fe.

Allí vivió el Dr. Atl

A comienzos del siglo XX, ante la amenaza de la demolición total del inmueble, el pintor Gerardo Murillo, conocido como Dr. Atl (1875-1964), habitó durante un tiempo en el lugar, en la azotea, para evitar tal acto.

“El cuarto donde él vivía ya no existe, pensamos que era parte de lo que quedó de la iglesia, pues él mismo decía que se metía por un agujero por donde todavía había altares. Pensamos que por una puerta en el vestíbulo, hoy tapiada, quizá era la entrada al coro del templo. Cuando nosotros llegamos a intervenir el edificio todo ese inmueble ya no existía.

“Algunas personas se confundieron y pensaron que la habitación del Dr. Atl era un cuarto ubicado del otro lado, donde se quedaba el cuidador del claustro, pero esa pieza estaba construida con viguetas de fierro, era imposible que fuera de la época del convento.

“Además, en la foto donde se ve al Dr. Atl sentado en la cornisa, se aprecian claramente las torres de la parroquia de San Miguel y los remates de la fachada del convento de las monjas de San José de Gracia, que está aquí al lado. No hay duda de que su cuarto era hacia el lado del templo.

No existe un acceso original al techo, se hizo un hoyo cuando en el segundo piso estuvo instalado el taller de tapiz de Bellas Artes, pero era una construcción provisional. Cuando nosotros llegamos no encontramos ningún vestigio del lugar donde habitó el Dr. Atl, inclusive ya estaba construida por esa zona un cúpula de concreto (quizá en los años 40), la cual no sabemos quién la ordenó, quizá para iluminar la escalinata que es muy oscura. En la foto del Dr. Atl esa cúpula no aparece, detalla Urquiaga.

El arquitecto, quien también ha sido el responsable de la remodelación del Palacio Postal, el Museo Nacional de Arte y el edificio del antiguo hospital de Betlemitas, entre otros edificios virreinales, recuerda que en 2011 el claustro del ex convento de La Merced era una ruina, totalmente abandonado, la idea de la anterior administración del INAH era instalar aquí el museo del vestido (sic) con las colecciones que tienen guardadas, y vincular así el recinto a la zona de La Merced. El Gobierno de la ciudad de México también está muy pendiente de este rescate, porque tiene el proyecto de regenerar el área, ellos se van a encargar de adecuar el drenaje de la calle República de Uruguay, porque sabemos que los vecinos se quejaban de inundaciones. Este edificio debe tener uso, porque la mejor manera de que un inmueble se destruya es abandonarlo.