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Asegura que nadie le ha regalado nada y tampoco quiere ser referente de las demás

La Cuisilla Pérez defenderá en esta capital su diadema gallo ante García

Confía en que su promotora tocará puertas hasta hacerla la mejor pugilista de la historia

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Janeth Pérez (izquierda) enfrentará este sábado a la mexiquense Irma García, en el Deportivo de los Trabajadores del MetroFoto Boxeo de Gala
 
Periódico La Jornada
Sábado 5 de enero de 2013, p. a11

La Cuisilla desea protagonizar su propia historia. Nunca le han regalado nada y por eso no quiere parecerse a nadie ni convertirse en referente de las demás. Así fue como ganó la corona gallo de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), a la que con cariño maternal llama mi bebé.

Sin perder la sonrisa de grandes dientes, la boxeadora Janeth Pérez está emocionada porque defenderá –una ilusión largamente acariciada– su diadema en esta capital: “Es una ciudad muy grande para el buen boxeo y qué mejor ante una rival igualmente imbatible, como la mexiquense Irma Torbellino García.

Inevitable, surge el tema. Resulta que su nombre de batalla se lo debe a su afición casi enfermiza por la banda Cuisillos, cuyas canciones no sólo se sabe de memoria y las canta, sino que comparte con el grupo la fama y ocasionalmente el escenario, con el que de vez en cuando se avienta un palomazo, nada desentonada, por cierto.

Un taco de ojo

Pérez recuerda que tenía 15 años cuando pisó por primera vez un gimnasio de boxeo en el Bosque de Colomos, a unas cuantas calles de su casa, con la idea de hacer ejercicio para mantenerse en forma y, de paso, echarse un taco de ojo con los chicos que entrenaban en el lugar.

Distraída al principio de lo que sucedía a su alrededor, al poco tiempo comenzó a tomar en serio ejercitarse, hasta que finalmente se dio cuenta de que el pugilismo podía ser lo suyo, por lo que tomó la determinación de recluirse en su práctica y tratar de hacer la carrera de éxito que no tuvo su padre Vicente, quien incursionó en los cuadriláteros, pero no figuró entre los grandes.

Sus hermanos mayores Roberto y Ricardo tuvieron una carrera fugaz sobre los encordados, pero atrás de Janeth viene pisando fuerte en Zapopan su carnalito menor Diego, por lo que como la mujer de su casa –su mamá Hildelisa falleció–, quiere ser ejemplo de dedicación y ahora demostrar que si se lo propone puede retar y dar cuenta de las mejores de México, sin importarle si debe subir o bajar de categoría, si el premio es enfrentar a Mariana Juárez, Zulina Muñoz o a quienes estén en la cúspide de sus clasificaciones.

Combates de alto voltaje

Aunque quiere trascender el plano nacional para, allende las fronteras, internacionalizarse para medirse en su peso a las monarcas de otras instituciones boxísticas, la Cuisilla nunca ha tenido rivales fáciles o a modo. Todas sus peleas han sido de alto voltaje y peligrosidad, y dice con la seriedad del caso: A mí, nunca nadie me ha regalado nada.

Reacias las organizaciones a la unificación de cetros porque algunas se sienten devaluadas u otras se pueden revalorizar, Janeth sólo entiende que la gente de Canelo Promotions deberá tocar puertas hasta hacerla la mejor boxeadora de la historia del país, y en una de esas la más destacada en la división gallo, en la que en cuatro años de profesional suma 17 victorias y dos empates, con cuatro nocauts.

Es disciplinada, cada día está en el gimnasio. Hace cuerda lo mismo que aporrea las peras, se mide con pugilistas varones de su talla, que salta la cuerda o golpea sin piedad los costales, sin dejar de ejecutar la danza boxística y practicando sus armas más letales como los volados de derecha y los rectos con la misma mano.

Aunque la comida procura hacerla nutritiva y sólo a veces consume alimentos que no son los adecuados para una deportista, disfruta de ir al cine, acaso a alguna fiesta, pero lo que más le gusta hacer, sin darse demasiada cuenta, es cantar mientras se baña o cuando va en el coche.

Una de sus piezas favoritas es Tu Príncipe Azul de la Banda Cuisillos, además de otras nostálgicas porque se reconoce como una sentimentalota.

De 1.57 metros de estatura y en el peso promedio gallo, la boxeadora abraza su cinturón oro y negro. Lo cuida como si fuera un bebé de verdad, por eso no piensa perderlo, sino defenderlo, literalmente, a golpes de quienes quieran romper esa familia.

Antes de terminar la plática confiesa que le va al América. Sí, a las Águilas, una jalisciense nacida en la cuna de Chivas y Atlas.