Espectáculos
Ver día anteriorLunes 26 de noviembre de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

La noche del sábado la cantante ofreció en el Foro Sol el primer concierto en AL de MDNA

Madonna hizo un viaje del cielo al infierno en medio de gran parafernalia audiovisual
Foto
Madonna dio dos horas de espectáculoFoto Roberto García Rivas
 
Periódico La Jornada
Lunes 26 de noviembre de 2012, p. a13

La reina del pop es una chica material de tan sólo 54 años, que en cada paso que da se reinventa. No pisa talones, marca las huellas. Es tan cercana a la frivolidad, que que ha hecho de ésta algo espiritual, lo que ha ocasionado que sus fans la siga religiosamente.

Esta soberana, bautizada así hace tres décadas por el mundo mercadológico de la música popular, es Madonna Louise Veronica Ciccone: cantante, compositora, bailarina, actriz y directora de cine, quien presentó las noches del sábado y del domingo en el Foro Sol de la ciudad de México un remix de su propia existencia: vivir en la Tierra, ir al cielo, pasar por el purgatorio, caer al infierno y regresar a la redención.

La del sábado fue la primera parada en Latinoamérica de su gira mundial MDNA, que, más que un concierto, se trató de un montaje escénico en cuatro actos para el colectivo, pero de interpretación individual: Transgresión, Profecía, Masculino-femenino y Celebración.

Madonna no es la reina; tan sólo es una artista para las masas, que se muestra y ofrece lo mejor para quien gusta de las descargas de música pop bien elaborada con mensajes sexuales, banales, espirituales y hasta político-sociales.

Surgirán en el liviano horizonte nuevas estrellas pop como Spears, Aguilera o Gaga, pero como la Ciccione, artífice de una impresionante parafernalia audiovisual como la ofrecida anoche, muy pocas.

Madonna se ve, se mueve y piensa como una chica. Todas las mujeres propositivas como ella lo son aunque tengan 80 años.

En este performance para miles, antecedido por la deplorable actuación del ponediscos inglés Paul Oakenfold (quien ofreció un set como para antro de barrio), Madonna creó una narración que justificó todo lo que ha dicho y hecho. La música, el baile, las artes visuales y multimedia, fueron el contexto de su historia.

Hemos escuchado sobre el calendario maya y el fin del mundo, pero no creo nada de esa mierda. Más bien es un nuevo comienzo, enfatizó. He hablado con grandes chamanes y me han explicado que hemos malinterpretado los mensajes. No se trata del fin, sino de un nuevo comienzo para los seres humanos, agregó.

Trío Kalakan

Recurrió a la expresión en lengua euskera Sagarra jo, título de una canción que interpreta el trío Kalakan (Thierry Biscary, Jamixel Bereau y Xan Errotabehere), que la acompaña en su gira y al que conoció en Francia. Anoche, las voces de los vascos abrieron esa narración sonora que partió del cielo al purgatorio y el infierno para regresar a la redención, como oradores perpetuos con su tradicional Like a Prayer.

Su teatralidad vanguardista erupcionó en las entrañas del escenario del Foro Sol. Fue el pedestal desde el cual la artista, con párvula voz, presentaba su puesta en escena material y virtual. Los primeros acordes de Girl Gone Wild se escucharon para arrancar el alarido de la masa, que no dejó de corear cada una de las piezas, muchas sus clásicos tracks revestidos con acústica actual.

Ningún detalle escapó a la estética de esta reverenda, como la perfecta sincronía y plasticidad de su ejército de bailarines venido de un planeta de hule. Incluso, su pequeño hijo Rocco, de 12 años, forma parte de esa horda que a lo largo de los años y decenas de presentaciones ha sido esencial.

Sangre, sudor y lágrimas

Fueron dos horas de auténtico espectáculo, en el que rolas como Gang Bang ilustraban su representación histriónico coreográfica con escenarios movibles. Sangre, sudor sexual y lágrimas escurrieron con canciones como Revolver, Hung Up y Best Friend...

Se movió grácil y sensual por el tablado. Hasta mostró sus nalgas y un corset que exaltó sus senos. La disciplina física hizo olvidar su edad.

Lanzó sus mensajes erótico-políticos, etéreos-realistas. Habló del exceso de violencia, del amor y del odio, así como de las personas que no están, pero que al final regresan para estar entre nosotros. Se arrastró y voló; lamió el micrófono como preámbulo de una felatio que hace a la propia música que interpreta. Todo tuvo un significado. Ni improvisó nada.

Quieres cambiar, cambia primero tú mismo, le dijo a un seguidor en las primeras filas. El saludo protocolario al país en cuestión ya lo había hecho.

Mandó a joderse a quienes hacen la guerra. Los fuck ya (jódanse) no dejaron de salir de su boca, así como rolas emblemáticas como I Don’t Give A (en la que se escuchó la voz de Nicki Minaj), Turn Up The Radio, Papa Don’t Preach, Open Your Heart y Human Nature, pero también solicitó la emancipación con el repetido Sagarra jo. ¿Saben lo que quiere decir?, preguntó al público, para responder ella misma: Significa terminar con los prejuicios, la segregación. Todo eso que nos separa como seres humanos.

El remate, la redención, fue una pieza cubista que dejó no sólo el ojo, sino el alma cuadrada a los mexicanos que no escucharon y vieron, sino vivieron a una leyenda de la música popular.