¡Sobrevivimos a la primera semana de gira! Físicamente, estamos bastante mejor de lo que esperábamos. Para haber estado en cinco países, en siete días, se necesitan vitaminas y buena voluntad. Con el acumulamiento de giras crees que pasarás muchas horas dentro de una camioneta repleta de maletas, instrumentos, comida, gente y moscas intrusas. Por suerte hay libros, mp3s y computadoras. Vamos llegando de Escandinavia. Para un latinoamericano, Europa resulta ser un shock cultural, pero Suecia sobrepasa las expectativas. Casi no hay ruido ni gente por la calle; la mayoría susurra al hablar, el volumen de la música es bajo, no se puede fumar casi en ningún lado ni beber en la calle. Todo empieza y termina con puntualidad exagerada, y las puertas son difíciles de abrir... literalmente: casi todas tienen códigos de seguridad tipo Misión imposible. Suecia será uno de los países más ricos del mundo, pero uno se siente vigilado y controlado todo el tiempo. Tal vez por eso la cumbia entra como cuchillo caliente en mantequilla. La gente está descontrolada desde que llega, y bebe a morir; los diyéis meten beats a 130 bpms a las 10 de la noche y todo termina cuando en Argentina apenas están barriendo el lugar. Da alegría provocar sonrisas en gente que no entiende un carajo lo que dices. El lenguaje de la música es universal; somos afortunadas al constatarlo en carne propia Foto Liberto Montecruz