Espectáculos
Ver día anteriorMartes 4 de septiembre de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Fernando Muñoz Castillo publica la segunda versión de su libro sobre el tema

La tradición teatral en Yucatán ha subsistido a pesar de la censura

La dramaturgia regional nació en el siglo XIX en esa entidad, por lo apartada que estaba, afirma el autor

El verdadero arte escénico comunitario lo hace la gente sin buscar fama ni que se le pague

 
Periódico La Jornada
Martes 4 de septiembre de 2012, p. 9

Cinco lustros después, el investigador teatral Fernando Muñoz Castillo (Mérida, 1951) publica la segunda edición, corregida y aumentada, de El teatro regional de Yucatán (Instituto de Cultura de Yucatán/Cultura Yucatán/Escenología, 2012). Para Édgar Ceballos, director de Escenología, la nueva versión complementa lo hasta ahora escrito sobre teatro regional, popular o culto, y hace accesible al lector toda una cultura escénica que legitima y agrega un interés adicional al estudio de un arte escénico que, orgullosamente parte de la propia identidad yucateca, como hacedores de teatro, regional.

Respecto del libro de 1987, Muñoz Castillo señala que su óptica ha cambiado: Muchas cosas que estaban en la primera edición, ya no eran válidas, me habían rebasado. Si el volumen tardó en salir, eso se debió a la falta de interés de las autoridades locales en el arte escénico, y más cuando se trata de un tema que abarca una región.

En Yucatán la referencia más inmediata al teatro es una estela de hace 12 siglos, encontrada en Chiapas, de un hombre con un títere, y eso se puede ir más atrás. Según el entrevistado, la tradición teatral en Yucatán ha subsistido a pesar de las prohibiciones, de la censura que se fue generando, escondiendo, cerrando, aunque realmente, el teatro regional como tal nace en el siglo XIX.

–¿Por qué se dio en Yucatán?

–Por lo apartado que estaba. Ese es el fenómeno. Yucatán crea una dramaturgia como si fuera un país, en el momento en que no sólo nuestra nación, con (Benito) Juárez a la cabeza y los hombres de la Reforma, crean instituciones y un arte que nos da una identidad mexicana, (sino) que en el mundo se están rehaciendo fronteras.

“Yucatán, quizá por el aislamiento, crea esta dramaturgia, pero porque existe un mestizaje que viene de lo maya y que trae lo español. Aquí sí hubo un buen acercamiento de dos razas que dio como resultado un teatro que empieza, además, no utilizando palabras mayas mezcladas con el español, sino hablando de la historia de dos o tres siglos antes de Yucatán, de la época de la Colonia. Poco a poco empieza a hacerse popular, agarrar temas cotidianos y ya no para.

“Hay un movimiento en los años 30 del siglo XX, que dura como década y media, que se llama mayense. Uno de los representantes es Antonio Mediz Bolio. Es La tierra del faisán y el venado llevada al teatro de revista. No existe libreto, pero encontré las fotos y construí arqueológicamente una obra por medio de imágenes, al dividirlas en los diferentes actos en que estaba originalmente el teatro.”

–¿Por qué cambió su óptica del teatro?

–Es un poco fuerte lo que voy a decir. En la primera edición terminaba diciendo que la solución para la pervivencia del teatro regional de Yucatán era tomar ejemplo de lo que sucedía en Oxolotán, Tabasco. Escribo eso, reflexiono y me doy cuenta de hasta dónde llegó el fenómeno. Me arrepiento de haber escrito esto. Me entusiasmé por algo como todos los teatreros nos entusiasmamos, pero el sustento, la estructura que sostenía aquello, no era cierta.

Deserción

Agregó: “Lo único que quedó en Oxolotán fue una deserción de hombres hacia los trabajos más sencillos en Cancún. ¿Dónde quedaron aquellos hombres y mujeres jóvenes que vi en el hotel Milán, que caminaban porque tenían el futuro abierto, porque iban a hacer cine con Fellini o no sé quien, e iban a desbancar a la gente en la televisión mexicana y el teatro. Ahorita, Oxolotán es un pueblo que se ha levantado, tiene una universidad, todo, pero les costó mucho trabajo. Eso lo puedo decir porque sucedió en Yucatán también.

“El verdadero teatro comunitario lo hace la gente sin buscar fama ni protagonismo ni que se le pague. Tienen sus labores, pero en su tiempo libre hacen teatro y tienen sus propios circuitos de distribución, eso lo descubrí después. No nos enteramos, pero de repente en toda la península circulan todo el año las obras de teatro hablando de la historia precolombina, de la historia reciente, desde la Independencia a esta parte, sobre problemas de pesticidas, asuntos del campo, de la naturaleza que va cambiando. Nadie los patrocina. Ellos se forman, llegan, los reciben en casas, el pueblo les da de comer, hacen su representación y después se van a otro pueblo. Esa es la verdadera esencia del teatro comunitario.

“Nosotros nos manejamos dentro de los parámetros del teatro occidental, no digo que está mal, así es. Hemos llegado a la profesionalización de este arte. El artista, sea de teatro o no, es un profesionista como un médico o un ingeniero, y va a alcanzar el nivel que va a alcanzar. Cuando empiezo a ver todo esto cambia la perspectiva, viene más respeto hacia el teatro popular, regional, hacia aquellos que hacían otro tipo de teatro, este teatro ‘culto’, como se le diría, de mal respiro. Y que están tratando de explicarnos a nosotros con el teatro y explicarse a sí mismos, por qué somos los yucatecos así. Por qué somos yucatecos-mexicanos”.