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A un siglo del natalicio del musicólogo, El Colegio Nacional le rendirá un homenaje mañana

Evoca Lavista la naturaleza iconoclasta de John Cage, al rebasar las fronteras del arte

El compositor mexicano dará una conferencia sobre el pensamiento y obra del creador de 4’33”, y el ensamble Tambuco y el pianista Duane Cochran ofrecerán un concierto

 
Periódico La Jornada
Martes 4 de septiembre de 2012, p. 5

La ausencia de dogmatismos fue algo que caracterizó a John Cage (1912-1992). Ello le permitió moverse con total libertad de pensamiento entre varias doctrinas filosóficas y artísticas, así como cuestionar muchos valores heredados.

De tal forma, su oído, lo mismo que su escritura y demás quehacer estuvieron siempre abiertos a nuevas posibilidades, sin la cerrazón que impera entre muchos músicos y artistas europeos.

Tal es la opinión del compositor Mario Lavista sobre aquel notable y controvertido artista estadunidense, quien este 5 de septiembre recibirá un homenaje de El Colegio Nacional, al cumplirse el centenario de su natalicio.

El acto consistirá en una conferencia en la que Lavista hablará sobre los principales rasgos del pensamiento y la obra de Cage, además de mostrar de forma gráfica una de las principales invenciones de este creador: el piano preparado.

Asimismo, el ensamble Tambuco y el pianista Duane Cochran ofrecerán un concierto integrado por cinco piezas del homenajeado, así como una más escrita por el mencionado compositor mexicano.

Según Mario Lavista, los intereses y el campo de acción de John Cage rebasaron por mucho las fronteras del arte sonoro. Fue también filósofo, pintor, musicólogo, amante de las plantas, micólogo, gran ajedrecista, descubridor e inventor.

Entre otros aspectos, refiere el músico mexicano en relación con su par estadunidense, destaca por ser la cabeza visible de un grupo de cuatro compositores que se conoce con el nombre de Escuela Americana o de Nueva York. Los otros son Morton Feldman, Earle Brown y Christian Wolff.

Estos autores formaron parte de una notabilísima generación de artistas estadunidenses que transformó los fundamentos del arte no sólo de su país de origen, sino del resto del mundo, subraya.

“Pienso en pintores como Robert Rauschenberg, Jackson Pollock, Mark Rothko; poetas como Alan Ginsgberg o Frank O’Hara, así como en los coreógrafos Martha Graham y Merce Cunningham, quien fue gran amigo y compañero de Cage durante 40 años.”

Entre las aportaciones del artista estadunidense a la música, Lavista resalta en entrevista el uso de la electrónica, así como la introducción del azar y el indeterminismo.

Menciona, por otro lado, el papel fundamental que tuvieron en Cage diferentes culturas orientales, luego de que a principios del decenio de los 50 del siglo pasado se adentró en el estudio de la filosofía india y el budismo zen y el empleo del I Ching.

Esos elementos desempeñaron un papel decisivo en su composición musical a partir de esos años. Él mismo lo comenta al asegurar que a partir de ese momento su trabajo se convirtió en la exploración de la no intención, dice.

Desarrolló medios complejos usando operaciones del I Ching, eso lo puso en una posición en la que su responsabilidad fue plantear preguntas, en lugar de hacer elecciones. Es decir, el compositor ya no elige materiales, sino que deja esa tarea a elementos externos, como aventar los dados del I Ching.

Una obra que da cuenta de esa forma de pensar de Cage es 4’33”, la más célebre de sus piezas, escrita en 1952, en la que los intérpretes guardan total silencio durante sus cuatro minutos 33 segundos de duración.

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John Cage, compositor, instrumentista, filósofo y pionero en el uso no estándar de instrumentos musicales, al momento de preparar un piano. El también teórico musical, escritor y pintor acuñó el término piano preparado y fue quien hizo célebre esta técnica, que consiste en alterar el sonido del piano con la colocación de objetos sobre o entre sus cuerdas, en los macillos o en los apagadoresFoto Archivo

Más que una obra es una propuesta, según Lavista, quien agrega que el músico la escribió inspirado en una serie de pinturas blancas de su amigo Rauschenberg, cuya idea era que la luz y las sombras venidas del exterior son parte inseparable de los cuadros.

“En 4’33”, Cage emplea una especie de tela auditiva en blanco y acepta como parte de la música cualquier tipo de sonidos ambientales; por tanto, todo puede ser música, desde el sonido de un piano hasta el rechinar de los frenos de los coches, o la respiración que uno escucha, o las toses en el auditorio”, precisa.

Esto nos lleva a borrar las barreras entre el arte y la vida; son barreras que se diluyen, se confunden, puesto que el ruido y los sonidos ambientales pueden ser música.

Fue una doctrina controversial que incluso provocó que el francés Pierre Boulez, quien hasta antes de esa etapa había promovido el trabajo de Cage en Europa, no aceptara el hecho de que el compositor ya no decidiera su obra, señala el músico mexicano.

Previo a esa etapa, prosigue, en la década de los 40, John Cage inventó un tipo de estructura muy rígida a la que llamó micromacrocósmica, en la cual la división de las grandes partes debe tener la misma proporción que la división de la partes pequeñas.

Relación con Carlos Chávez

En esa época, el proceso creativo del compositor aún dependía de forma completa de él. Las obras de esos años se encuentran entre las páginas más bellas escritas por Cage. A esa etapa pertenecen casi todas las piezas para las coreografías de Cunningham, resalta Lavista, quien para finalizar habla de la relación del músico estadunidense con México.

“Cage tuvo nexos muy estrechos con nuestro país, siempre muy generosos y enriquecedores. En los años 30 fue crítico de la revista Modern Music y escribió un hermoso ensayo sobre la Sinfonía india, de Carlos Chávez, estrenada en Nueva York, en el cual asentó que era la tierra sobre la que caminamos vuelta audible.”

Algunos años después, comenta, le encargó al propio Chávez la Toccata para percusión, una de las obras maestras del fallecido autor mexicano, aunque Cage no pudo estrenarla, porque a su decir rebasaba las capacidades técnicas de su grupo.

Asimismo, prosigue, la admiración profunda que guardó por su colega Conlon Nancarrow lo trajo varias veces al país, donde en 1976 presentó algunas de sus últimas obras y dictó conferencias memorables en la Biblioteca Benjamin Franklin.

Entre otros aspectos, John Cage también concedió entrevistas al desaparecido crítico musical José Antonio Alcaraz, publicadas por Octavio Paz en la revista Plural, además de que el músico estadunidense colaboró con artículos y ensayos en la revista Pauta, fundada y dirigida por Mario Lavista.