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El fotorreportero expone La guerra olvidada en la explanada de la delegación Iztapalapa

En más de 100 fotos, Jesús Villaseca capta la enorme dignidad del pueblo saharaui

Quitar la etiqueta de que todos los musulmanes son extremistas, intención de la muestra, explicó

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Villaseca documenta las tradiciones, vida cotidiana y lucha por la libertad de la RASD
 
Periódico La Jornada
Domingo 27 de mayo de 2012, p. 3

La esperanza, la alegría, la lucha y la dignidad del pueblo saharaui quedaron plasmadas en más de 100 fotografías que integran la muestra titulada La guerra olvidada. Sáhara, del fotógrafo Jesús Villaseca, la cual se expone en la explanada de la delegación Iztapalapa.

Las imágenes de gran formato (1.80 x 1.20 metros) son testimonio de las tradiciones, vida cotidiana y lucha por la libertad de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), único país árabe que habla español, el cual fue proclamado nación independiente en 1976 y que desde hace 40 años lucha por su independencia, luego que fue entregado a España en calidad de protectorado a mediados de los años 50 del siglo pasado.

Los beduinos saharauis se identifican a sí mismos como los aulad enau, hijos de las nubes, hombres de turbante negro, para diferenciarse de los tuareg, de turbante azul.

La amplia muestra es resultado de un viaje que realizó Jesús Villaseca, fotógrafo de este diario, a aquel país, en marzo de 2009, donde registró “la calidez y la alegría del pueblo saharaui.

En occidente nos han vendido la idea de que todo pueblo musulmán es terrorista o extremista, comenta.

He tratado de documentar que no es así, sino que se trata de un pueblo alegre con una dignidad enorme.

Por ejemplo, cuenta Villaseca, a diferencia de la mayoría de las mujeres musulmanas en el mundo árabe, las saharauis toman las decisiones importantes, además de que no se cubren el rostro con el burka, sino que utilizan la melfa, especie de pañuelo de algodón fino de vistosos colores.

El propósito de la muestra es documentar la cultura saharaui y quitar la etiqueta de que los pueblos musulmanes son terroristas o extremistas, detalló Jesús Villaseca, quien entre otros galardones ha sido distinguido con el Premio Nacional de Periodismo 2003, por Muerte en Cancún, serie de imágenes que registran las horas previas y el suicidio de un campesino coreano durante la cumbre de la OMC, el 10 de septiembre de ese año.

La guerra olvidada. Sáhara es la primera muestra que realiza con dichas dimensiones. En el acto de inauguración, a cargo de la jefa delegacional Clara Brugada, el diplomático Ahmed Mulay Alí Hamadi, ministro consejero encargado de negocios de la embajada de la RASD, el fotógrafo agradeció el apoyo de las autoridades locales, y sobre todo a los estudiantes de fotografía del centro cultural Faro de Oriente, quienes hicieron posible la curaduría y montaje de las 106 imágenes.

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Las gráficas se exhiben en dimensiones de 1.80 por 1.20 metros

El diplomático saharaui destacó que “cuando desgraciadamente un país pequeño, con mucha riqueza, es vecino de un reino, al pequeño se le cierran las salidas. Nosotros tenemos petróleo, gas, hierro, agua, fosfato y un banco pesquero, por lo que, apenas nacimos como nación, fuimos invadidos por Marruecos.

Fue y sigue siendo una lucha tremenda. Esperamos que la Organización de Naciones Unidas cumpla lo que prometió: que apoyará al pueblo saharaui para ir a las urnas y de esa manera los decidamos el estado que queremos, salga Marruecos de la zona que ocupa y así todo el territorio saharaui sea independiente.

En un amplio texto de presentación para la muestra fotográfica, que se puede leer al inicio de la misma, la periodista de La Jornada Blanche Petrich ofrece un detallado contexto histórico, político-social de la situación de la RASD.

En el Sáhara Occidental hay hoy un pueblo desgarrado en tres espacios, apuntó Petrich. Uno es el territorio ocupado por el ejército marroquí. Ahí habitan, se calcula, 250 mil saharauis. Zona en la que cíclicamente surgen los movimiento de rebelión del Frente Polisario.

Más adelante: Son los campamentos de Tindouf, con poco más de 180 mil refugiados que viven de la asistencia internacional. Y otro es el territorio liberado, la franja mutilada por el muro de contención que el ejército marroquí construyó en 1981, con diseño israelí, financiamiento saudita y tecnología estadunidense y francesa. Alrededor de este muro se han sembrado cerca de 5 millones de minas, para contener los embates del Frente Polisario.

“Este muro –dice Eduardo Galeano–, minado de punta a punta, y de punta a punta vigilado por miles de soldados, mide 60 veces más que el Muro de Berlín”. Su extensión es de 2 mil 700 kilómetros.