Opinión
Ver día anteriorViernes 2 de marzo de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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El imperio mundial de la violencia contrainsurgente
A

través de Wikileaks tuve acceso al Manual de campo 31-20-3, tácticas, técnicas y procedimientos de defensa interna para las Fuerzas Especiales en el extranjero, que es el tercero de una serie que produce el Departamento de Defensa de Estados Unidos para instruir y guiar a su soldadesca en las tareas injerencistas y represivas en el ámbito mundial, bajo la cobertura propagandística de ayudar a otros gobiernos a liberar y proteger a sus sociedades de la subversión, el desorden y la insurgencia. ¿¡Qué sería de nosotros si los buenos muchachos del Tío Sam no estuvieran listos para salvarnos del caos!?

Como se recordará, los intelectuales del Pentágono inventaron una entelequia eufemística-política-ideológica a la que denominan nación-huésped, esto es, gobiernos obsecuentes a Estados Unidos que enfrentan situaciones desestabilizadoras de variado tipo, pero sobre todo insurgencias armadas y movimientos sociales que cuentan con apoyo popular, ante las cuales recurren al desinteresado auxilio contrainsurgente de los rambos de las fuerzas especiales. Así, el Manual de campo señala que: Una premisa básica de nuestra política exterior es que la seguridad de Estados Unidos, sus instituciones y valores fundamentales (léase: capitalismo) serán mejor preservados y fortalecidos como parte de una comunidad de naciones realmente libres e independientes (léase: sujetas a la órbita imperial). A este respecto, Estados Unidos se esfuerza por alentar a otros países para cumplir su parte en la preservación de esta libertad e independencia (léase: régimen autoritario y renuncia a la soberanía). El objetivo es apoyar los intereses estadunidenses a través de un esfuerzo común (más claro ni el agua). Donde intereses nacionales estadunidenses están involucrados (léase: corporaciones, petróleo, territorios geoestratégicos), Estados Unidos proveerá asistencia militar y económica para complementar los esfuerzos de dichos gobiernos (léase: para mantener el orden establecido). En suma, el propósito político del manual es la defensa de los intereses del imperialismo estadunidense por medio del asesoramiento y entrenamiento contrainsurgente de tropas de cipayos de la nación huésped.

A partir de esta proposición esencial, el manual cubre al detalle todas las facetas de la guerra contrainsurgente, monitoreada por los militares estadunidenses: las actividades previas a la misión intervencionista, los análisis preliminares, los permisos para el entrenamiento, el despliegue en la nación huésped, los programas de instrucción de las tropas, las operaciones tácticas, el control de las poblaciones, las operaciones conjuntas, las actividades posteriores a la misión, así como anexos que van desde consideraciones legales (sic), operaciones de inteligencia, fuerzas de autodefensa civil (paramilitares), establecimiento de bases, técnica de minas, etcétera.

Como en otros manuales comentados, este texto da importancia al barniz culturalista que los colegas antropólogos dedicados a la contrainsurgencia han aconsejado a los militares. Esto incluye una especie de manual de urbanidad con las reglas elementales de etiqueta y buen comportamiento para que los nativos no se sientan disminuidos, manipulados o discriminados por los asesores gringos, súbitamente transformados en políglotas, corteses, cuidadosos del multiculturalismo, las diferencias de género, y guardianes de las leyes y los hábitos democráticos que han aprendido recientemente en Irak o Afganistán, con el precio menor que esta educación ha costado en países destruidos y terroristas ejecutados, torturados, desaparecidos o mantenidos en prisión.

El manual no descuida el papel de la prensa y los medios de comunicación masivos en los esfuerzos contrainsurgentes, entre ellos, por supuesto, el Servicio de Información de Estados Unidos (USIA), al cual se le asigna la tarea de influir en la opinión pública de otras naciones en favor de los objetivos ya señalados de la política exterior de su gobierno, publicitando sus acciones, haciendo contrapropaganda a las opiniones hostiles a Estados Unidos, coordinando las operaciones sicológicas abiertas bajo la guía del Departamento de Estado.

Otro aspecto a destacar del manual es la importancia que otorga al reclutamiento e integración de fuerzas paramilitares o irregulares como parte integral de la batalla contrainsurgente, componente clandestino que hemos denunciado en diversas ocasiones para el caso mexicano, que continúa teniendo un estratégico papel ahora con la acción de grupos del narcotráfico actuando como paramilitares.

También, el manual es muy claro en cuanto el involucramiento directo de fuerzas de combate estadunidenses, si la situación del gobierno de la nación huésped se deteriora a tal punto que los intereses vitales de Estados Unidos se vean en peligro y para hacer un decisivo cambio en el conflicto, el cual puede ser no sólo de naturaleza contrainsurgente sino también provocado por el narcotráfico. Este aspecto debe tomarse muy en serio para un análisis más responsable de la situación mexicana.

La acción de escuadrones de la muerte o grupos de matones es aprobada en el texto comentado, e incluso descrita con precisión y cinismo: “Cazar-matar. Las fuerzas amigas pueden usar esta técnica (sic) en operaciones de consolidación… Ellas usan esta técnica de cazar y destruir enemigos aislados. El equipo de cazar-matar consiste en dos secciones: los cazadores y los asesinos. Los cazadores deben estar ligeramente equipados y altamente móviles. Su misión es localizar a las fuerzas enemigas mientras mantienen una comunicación constante con los ejecutores, quienes están alertas y listos para entrar en acción. Cuando los cazadores hacen contacto, éstos notifican a los asesinos.” No cabe duda, los caminos de la “democracia a la estadunidense” son tenebrosos y fatales.