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Claraboya, segundo libro del escritor portugués, permaneció 60 años inédita

Publican versión en español de obra de juventud de José Saramago

Esa novela le provocaba dolor, explicó la periodista Pilar del Río, su viuda y traductora

Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 1º de marzo de 2012, p. 4

Madrid, 29 de febrero. Hace 60 años, cuando José Saramago tenía 27 y comenzaba a plantearse con seriedad dedicarse a la literatura, escribió Claraboya, novela que hasta hoy había permanecido inédita, guardada en el archivo personal del Nobel portugués.

Pilar del Río, viuda y traductora del escritor, asumió el encargo de Saramago, quien falleció el 18 de junio de 2010, de publicar, si así lo consideraba pertinente, esta obra que refleja el universo y el estilo iniciales de un autor consagrado con obras clásicas de la literatura universal, como Ensayo sobre la ceguera o Memorial del convento.

Este jueves, la editorial Alfaguara presenta la versión en español de Claraboya, especie de comedia de enredos en la que se muestra con humor y crudeza la vida de seis familias europeas durante la posguerra.

También fue la obra que supuso, tras el silencio y el rechazo de editoriales portuguesas a los manuscritos que envió un joven e ilusionado Saramago, la novela del desánimo, la que lo llevó a un silencio de casi dos décadas antes de volver a enfrentar el escrutinio de los editores.

Admirador de Fernando Pessoa

Claraboya fue la segunda novela de José Saramago, quien en aquellos años escribía quizá más poesía que narrativa, pero que de cualquier modo intentaba abrirse paso por un mundo –el de la literatura– complicado y selectivo.

El escritor no tenía amigos en las camarillas de intelectuales y escritores ni a sus 27 años había desarrollado sus dotes periodísticas, que combinaba con un trabajo de oficina en una compañía de seguros. Por tanto, después del escaso éxito de su primera novela, Tierra de pecados, publicada en 1947, decidió pedirle a un buen amigo suyo que tenía contactos en el mundo editorial que entregara dos manuscritos originales de su segunda obra.

Foto
El joven José Saramago, imagen incluida en el libro Las pequeñas memorias

Una de las dos editoriales respondió con un no rotundo, mientras que de la otra sólo obtuvo un silencio prolongado. Ni siquiera le devolvieron el manuscrito original, arguyendo que se había perdido en una mudanza pero que, misteriosamente, apareció años después, ya con un Saramago consagrado y con la intención de editar la novela.

La respuesta del Nobel fue tajante y se negó a publicarla, al menos mientras él viviera, pero dejó la decisión a sus herederos. José tenía una relación mala con el libro. Le provocaba dolor, explicó recientemente su viuda.

Pilar del Río, quien mejor conoció a Saramago, siempre tuvo claro que Claraboya se publicaría por ser una obra de gran nivel literario y que aportaría mucho para conocer de manera integral a uno de los escritores más relevantes del siglo XX. Y así fue: el último día de 2011, la periodista terminó la traducción, lista para revisión y tenerla preparada este marzo.

Tras el intento de publicar Claraboya, Saramago se desanimó mucho, también condicionado por la oscuridad de la dictadura de António de Oliveira Salazar en su país y del conservadurismo asfixiante de una sociedad que describía y desnudaba precisamente desde la mirada de privilegio que da una claraboya, tragaluz o ventana que mira al cielo desde techos o partes altas de las paredes.

En esa novela también hay pasajes en los que rinde homenaje a sus escritores más admirados, como Fernando Pessoa.

En la novela se narra la historia de un edificio en el que habitan seis familias humildes, cuyos integrantes viven en un enredo permanente y en un escenario inamovible: un bloque de vecinos de Lisboa en una mañana invernal. Y el autor, encaramado a la claraboya, va haciendo desfilar a los personajes para mostrar con crudeza y humor sus miserias, sus convicciones políticas, sus anhelos más secretos y sus odios más enquistados.