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El escritor Víctor N. Navarro presentó la novela Penumbra

Alberto Zuckerman hace un recuento de soledades en su quinta novela
 
Periódico La Jornada
Lunes 26 de diciembre de 2011, p. 7

La reciente novela del pianista, narrador y diplomático Alberto Zuckerman, Penumbra, es un recuento de soledades: la del hombre contemporáneo, la de la pareja, la que surge del fracaso de la ilusión rosa de una vida familiar ejemplar, la de las distancias generacionales, la de la que genera una sociedad rabiosamente consumista, pero también, la soledad como reducto para la reflexión, la escritura y el goce estético.

Tales son algunas características planteadas por el escritor Víctor N. Navarro durante la presentación de esta quinta novela de Zuckermann, publicada por Amarrillo Editores, que se realizó la noche del miércoles en una cafetería de la colonia Nápoles, en la que también participaron el escritor Evodio Escalante y el autor.

Zuckermann, agregó Navarro, parte de un hecho real para dar vida a un personaje que pueden ser muchos de los que habitamos hoy esta realidad: un hombre angustiado, frustrado en sus objetivos de vida.

Penumbra, abundó Navarro, es una novela narrada con agilidad, que se ubica entre la narrativa contemporánea y se suman los cánones que la rigen: la ciudad como personaje, la decadencia de las estructuras sociales, la descomposición de la familia tradicional, el barbarismo institucional, el habla coloquial y la temperancia por lograr una mejor vida productiva.

Antes, Navarro había expuesto algunos de los elementos base de la historia que se narra en Penumbra, a partir de su protagonista: un hombre de clase media ilustrado, alcohólico, treintón, poeta, jugador de ajedrez, apasionado del jazz y de Mahler, editor de una revista, casado con Meli y padre de una niña de 10 años.

Se trata, abundó, de un personaje incapaz de incorporarse al mundo productivo y arribista y que defiende hasta la ignominia su derecho a vivir de lo que le gusta hacer, aunque esto conlleve una vida más bien de privaciones.

Escalante destacó que la historia de Penumbra se inscribe en la línea de la épica degradada del mundo moderno, que retrata personajes estándar, sumidos en la mediocridad o la decadencia vital.

Consideró que existe un cierto parentesco de esta novela con dos obras: una de Rubén Salazar Mallén, Soledad, sobre un burócrata con una vida ordinaria, y otra de William Styron, Esa visible oscuridad, de tinte autobiográfico y con un protagonista en un declive depresivo, como el de Penumbra.

Navarro y Escalante también abordaron el asunto de la estructura narrativa de esta novela, hecha a tres voces a través de la lectura de Meli del diario de su esposo, las conversaciones de ésta con un tercer personaje en un café y el punto de vista de la madre del protagonista.

Al final, Zuckermann agradeció las reflexiones de Navarro y Escalante, y dijo que Penumbra era su novela menos autobiográfica; compartió que la escribió a partir de la historia de un amigo asediado por el alcoholismo.