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Operan entre conflictos y pocos recursos

A la orilla de la educación pública, languidecen las normales rurales del país

Cárdenas las creó como universidades para campesinos

 
Periódico La Jornada
Jueves 15 de diciembre de 2011, p. 21

El normalismo rural languidece tras ocho décadas en un círculo de olvido y protestas estudiantiles, en el que se repiten historias represivas, como el reciente asesinato de dos alumnos del plantel de Ayotzinapa, Guerrero.

En 1997, las alumnas de Amilcingo, Morelos, fueron desalojadas con violencia de las puertas del palacio de gobierno. Tres años después, en El Mexe, Hidalgo, un grupo de policías estuvo a punto de ser linchado por estudiantes y habitantes cuando intentó entrar a las instalaciones educativas.

Concebidas en la época de Lázaro Cárdenas como universidades para los campesinos y emblema del proyecto educativo de la Revolución Mexicana, las normales recibieron el embate más fuerte en 1968, cuando Gustavo Díaz Ordaz cerró 15 de los 29 planteles de dicho sistema.

Ubicadas desde entonces en la orilla de la educación pública, sus 16 escuelas operan en medio de graves conflictos, presupuestos insuficientes y un creciente número de egresados sin empleo debido la reducción de las plazas magisteriales, como ha denunciado la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (Fecsm), que agrupa a su alumnado.

Tan antiguos como sus escarapelados edificios son las huelgas, los plantones, su terquedad con aires épicos –como afirma la investigadora Tanalís Padilla–, el encarcelamiento. Y detrás de sus muros la agitación se traduce a veces en modelos de autogobierno del alumnado y la inevitable inestabilidad académica.

Por tradición, el normalista rural se ha movilizado. Una de las principales razones han sido los exiguos recursos destinados a la alimentación de los jóvenes que viven en régimen de internado, rasgo que las distingue del resto de las normales.

Antes de los recientes asesinatos en la autopista del Sol hubo varios incidentes. En noviembre de 2008 se registraron 133 detenciones y 50 personas resultaron heridas durante un enfrentamiento entre estudiantes de la escuela normal rural Vasco de Quiroga, de Tiripetío, Michoacán, con elementos del Grupo de Operaciones Especiales y policías ministeriales.

En 2003 la Procuraduría General de Justicia de Chiapas consignó al centro penitenciario de Cerro Hueco a 24 maestros y estudiantes del plantel Mactumatzá, involucrados en los enfrentamientos contra la policía estatal. Además, las autoridades educativas cancelaron de manera temporal el ciclo escolar, dejaron fuera de las aulas a más de 500 alumnos y advirtieron sobre el cierre definitivo de la institución de persistir el conflicto con la administración de Pablo Salazar Mendiguchía. Fueron señalados entonces como desestabilizadores y alborotadores.

Desde los tiempos de Díaz Ordaz, las normales han sido acusadas de ser nidos de guerrilleros, pero en sus aulas se han formado dirigentes de diversos signos ideológicos. Desde el recientemente fallecido Carlos Jonguitud Barrios; ex gobernadores como Enrique Olivares Santana y Liberato Montenegro, lo mismo que líderes guerrilleros como Lucio Cabañas y Genaro Vázquez, y luchadores sociales como Ramón Danzós Palomino, Álvaro López y Vicente Estrada, relata Luis Hernández Navarro, coordinador de Opinión de La Jornada, en su libro Cero en conducta. Crónicas de la resistencia magisterial.

Ahora, esas escuelas desfallecen ante el evidente desinterés de las autoridades estatales, educativas e incluso del sindicato magisterial, su benefactor en el pasado. Basta recordar que el año pasado la líder del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, Elba Esther Gordillo, las calificó de monstruos, aunque luego matizó su dicho y propuso transformarlas para que ahí se impartan carreras de turismo.

Exigían becas y el gobierno les cortó el agua, el gas y la comida

Uno de los episodios más impactantes, relata Padilla en su artículo Las normales rurales: historia y proyecto de nación, ocurrió en enero de 2000, cuando los estudiantes de El Mexe exigían una ampliación de becas y el gobierno respondió cortando el agua, el gas y la comida al internado.

Poco después se trató de cerrar la normal. El gobierno mandó granaderos para apoderarse de las instalaciones. Pero, fiel a su historia, la resistencia popular no se hizo esperar. Junto con los normalistas, la comunidad de Tepatepec capturó a 68 de los granaderos, quienes fueron atados y expuestos semidesnudos en la plaza del municipio Francisco I. Madero. Después de varias horas, se aceptó liberar a los policías a cambio de los estudiantes que habían sido detenidos en su lucha por mejorar la normal.

En julio de 2008 el gobierno consiguió cerrar El Mexe, una de las escuelas más combativas junto con la de Ayotzinapa, que el lunes perdió a dos de sus estudiantes.