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El género ofrece grandes herramientas simbólicas para profundizar en la realidad, afirma

Rosa Montero regresa a la novela de ciencia ficción con Lágrimas en la lluvia

Publicado por Seix Barral, el libro plantea la lucha entre replicantes y humanos en el siglo XXII

 
Periódico La Jornada
Lunes 4 de julio de 2011, p. a11

En este momento estoy en mi parte más madura y, aunque ya no sé si soy capaz de escribir nada mejor de lo que he escrito, me basta con no escribir algo horrible, dice la escritora y periodista española Rosa Montero, quien presentó su nueva novela, Lágrimas en la lluvia, con la que regresa a la ciencia ficción.

“Soy una amante de este género, y esta no es mi primera novela de ciencia ficción. Hace 21 años publiqué Temblor y después La función delta, que era futurista en aquel entonces y ocurría en 2010, o sea que he pasado el futuro de mis novelas”, dice la autora en entrevista.

Publicado por Seix Barral, Lágrimas en la lluvia plantea el enfrentamiento entre los replicantes (seres humanos artificiales) y los humanos en el siglo XXII.

La ciencia ficción, expresa la periodista, es una manera más de contar la realidad. En España hay muchos prejuicios contra el género porque se cree que evade la realidad. Pero no sólo no se evade de la realidad, sino que te da grandes herramientas metafóricas y simbólicas para profundizar en la realidad. Para mí, es otra forma de hablar de las cosas de las que siempre hablo. Se ocupa de los mismos temas de mis otras novelas, pero lo cuenta desde otra perspectiva.

Mezclada con el género negro, la novela también sirve para hacer una reflexión acerca de la memoria, el temor al otro y los peligros del fanatismo y las ideas supremacistas. Es escribir acerca de la condición humana: “El miedo al otro desde las Cruzadas y aun mucho antes. El miedo al otro ha estado siempre, la xenofobia, la esclavitud del vecino, la esclavitud en general. No te digo ya los ismos del fanatismo y el dogmatismo, eso es de toda la vida.

La memoria, claro, es uno de mis grandes temas, porque es una construcción imaginaria, la memoria personal; nosotros nos inventamos nuestro pasado y lo vamos cambiando. Si no existiera esa imaginación y esa capacidad que tenemos para hacernos un relato más o menos coherente de nuestro pasado, la vida sería insoportable. Gracias a esa imaginación podemos hacer relatos de nuestro pasado aceptables, asumibles y que nos construyen en vez de destruirnos. Y si decimos que nos inventamos de alguna manera, que la memoria es un cuento, pues eso quiere decir también que nuestra identidad es un cuento, porque la identidad se basa en la memoria, también es una construcción imaginaria y no única.

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Estoy en mi parte más madura, dijo la periodista y escritora española en entrevista con La JornadaFoto María Luisa Severiano

Una novela feliz

En el libro, los encargados de escribir la memoria de los replicantes, con apenas 500 escenas, son los memoristas, que no son otros que los escritores. Eso me ha divertido muchísimo. Si yo viviera en ese mundo del siglo XXII sería memorista. Me siento completamente identificada con mi personaje Bruna Husky, que es el personaje más parecido a mí que he escrito en mi vida, pero también me siento muy identificada con el memorista; lo que estoy haciendo es un poco metaliteratura, porque soy como una memorista que escribe una gran memoria que es toda la novela. En el siglo XXI los escritores de alguna manera son memoristas, porque escriben recuerdos imaginarios colectivos de las novelas.

“Me regalé este proyecto de escritura –añade– “porque quería que fuera una novela feliz, que celebrara el placer de la escritura, de la lectura; la hice intentando recuperar esa libertad absoluta de la escritura de cuando escribía con 20 años y todavía no había publicado. Entonces no había ni críticos ni nada. La madurez literaria pasa por ser libre de verdad, pero a la hora de escribir es muy difícil. Ser libre, ser libre de tu propio deseo de agradar, de que te liberes de tus propios prejuicios, de tus miedos.

No he perdido la libertad. Siempre vas forzando los límites, y no es que la pierdas: no la llegas a conseguir del todo. Creo que en esta novela he sido libre al 96 por ciento, así que ha sido mucho. Ahora estoy en una meseta desde mis pasadas tres novelas. Creo que estoy en mi parte más madura. Mi ambición ahora es solamente la libertad, esos poquitos puntos de libertad que me faltan para llegar al ciento por ciento. Es lo que quiero: más libertad, volar, más y más alto, un poquito más alto cada vez.