Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 22 de mayo de 2011 Num: 846

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Una expresión humana
de Satán

Defensa de la poesía

Cuando ni los perros ladran
Víctor Hugo de Lafuente

Poema
Andreu Vidal

La ficción predetermina
la realidad

Ricardo Yánez entrevista con Dante Medina

El Jilguero del Huascarán, cronista musical de su tiempo
Julio Mendívil

Bob Dylan: un lento tren
se acerca

Antonio Valle

El inclasificable Dylan
Andreas Kurz

Leer

Columnas:
Jornada de Poesía
Juan Domingo Argüelles

Paso a Retirarme
Ana García Bergua

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

La Jornada Virtual
Naief Yehya

A Lápiz
Enrique López Aguilar

Artes Visuales
Germaine Gómez Haro

Cabezalcubo
Jorge Moch


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con Dante Medina

La ficción predetermina la realidad


Foto: Abraham Pérez

Ricardo Yánez

Al recibir el Premio José Rubén Romero de novela en Bellas Artes, el doctor Dante Medina, dos veces acreedor al Premio Casa de las Américas, miró cerrarse un ciclo, abierto con su primera novela publicada, Tola, que a finales de los setenta le valió uno de los reconocimientos INBA-Fonapás (los jurados Gustavo Sainz y Humberto Constantini se admiraron: “¡Pero si estás bien chavo!”, “¡pero si sos un pibe!”). “Ahora el premio es para el abuelo”, sonríe el autor de variados libros cuya inicial vocación de poeta, nunca desatendida,  diversificó aplicándose en distintos géneros.

–¿Cuánto te llevó escribir Ya nadie es perfecto, la obra premiada?

–Esa pregunta siempre es muy difícil, porque cuando contesto me tratan de arrogante. Menos de un mes. Nunca he escrito una novela que me lleve más; ojo, de escritura. Esta ha de haber tomado tres años. De observación, pensamiento, sentimiento... Soy lento de concepción y rápido de ejecución. Tengo por allí una novela sin publicar de setecientas páginas, y la hice en cuatro semanas, mi máximo.

–¿Cómo fue la preparación de Ya nadie...?

–Fue un accidente. El Centro Universitario de Ciencias de la Salud, la Facultad de Medicina de la Universidad de Guadalajara, me pidió un libro para médicos: lo que en Occidente y un poco en Oriente se ha dicho sobre la medicina; algo que tuviese que ver con literatura y medicina. Historia de la medicina no historiada. El libro se llamó Bata mañosa, lengua engañosa. Literatura y medicina, un recorrido desde la Antigüedad hasta el siglo actual en temas médico-filosófico-literarios. Hay desde luego poesía... Rescaté textos, pues. Las leyes de Paracelso, opiniones torpes y tontas de Sócrates sobre el embarazo (están en Platón, no es nada del otro mundo, pero había que sacarlas). En un segundo envión compilé otro libro, Pasión por la medicina. No lo organicé históricamente sino por salas: los enfermos fingidos, los médicos bromistas... Como un museo. Durante ese trabajo, dos años, empecé a interesarme morbosamente en el mundo de los médicos. De incógnito me metía en los hospitales públicos. A observar, a enterarme, a preguntar, a ver qué pasaba. Y eso que no salió en los libros que mencioné se me quedó como sedimento para una novela. Me puse a escribir sobre trasplantes de órganos; una especie de pantagruelismo  y valleinclanismo del mundo de los médicos y la corrupción. Con complicidad de amigos participé en una operación... No hice nada que valiera la pena. Pero yo quería estar en el quirófano y estuve, y vi cómo se hacía aquello y cómo se las gastan en chistes y... de ahí salió. El corazón de la novela es una serie de trasplantes de antojo: el gusto de trasplantarse o tener algo que no se tendría en la vida natural. Esos se llaman los trasplantados, frente a los naturales. Uno tiene poca vista, orejas pequeñas; pero hay los que tienen más vista, orejas más grandes... y evidentemente el lado erótico-simpático: que quieren más piernas, más chiches, más nalgas, más pito, o que quieren dos sexos. Valleinclanesco, beckettiano (Beckett me inspira mucho y Valle-Inclán me desazona), un poco esperpéntico. Los personajes tienen nombres sacados de la lingüística, de la filología o el amor al texto. Delingo, Baltielda (mujer hermosísima)… Salvo uno que se llama Cristo y se cree Cristo y ronda los hospitales civiles y tiene de mascota un cerdito. Aparecen los policías distraídos y corruptos, los sexoservidores...

La escribí antes del escándalo del tráfico de hígados en el Hospital Civil de Guadalajara. Hablé desde esa novela, antes del escándalo, de cómo estaba el tráfico de órganos, y coincide con la realidad. No es que haya descubierto nada: la invención descubre cosas. En hieleras de oxxo sacaban órganos. Viendo eso me inventé la ficción, que resultó ser real. Lo que sí vi y luego ficcionalicé es cómo a propósito dejaban morir a alguien para sacarle los órganos; eso sí lo vi. No tengo más pruebas que mi palabra ni pretendo acusar a nadie, pero sí vi: Este déjenlo déjenlo; trae órganos muy padres; fue un accidente, está jovencito, aquí hay negocio. Pero insisto: es una ficción. He llegado a decir que la ficción predetermina la realidad, y no sé si le ordena qué hacer.

–El premio es para libro inédito...

–Y no creo que me lo vayan a publicar, no está en la convocatoria. De pronto se ha vuelto tan difícil publicar novela como poesía. Antes decíamos: “Novela sí se publica, sí consigues.” Nos hemos como equiparado. Como era tan difícil publicar poesía, han salido muchas editoriales de buena calidad publicando poesía, y de novela no. Publicar una novela que podamos llamar literatura es bastante difícil.

–¿Empezaste haciendo narrativa?

–No, poesía, desde la secundaria. Soy malísimo aprendiendo lenguas y te garantizo que hablo unas cuantas lenguas bien, no chapurreado. Le meto una chamba, lo consigo por testarudez. Lo mismo me pasa con la poesía. Con la poesía he sido un testarudo, un testarudo total. Desde la prepa ganaba terceros lugares. Estando en una prepa de Michoacán, en Uruapan, pues el modelo de poesía era “El brindis del bohemio”, y yo participaba con un soneto, y nadie apreciaba un soneto.
Escribí miles y miles de pésimos poemas, miles, no bromeo. Testarudeo hasta que digo: “Bueno, ya aprendí un poquito la lección.” Y entré a la narrativa dificultosamente, muy dificultosamente; brinqué de la poesía a la narrativa.

–¿Cómo es que te dedicas a tantos géneros?

–De una manera muy sencilla. Sólo hago esto. Lo único que hago es leer y escribir, desaforadamente. Hay una sed, que no una ambición, de hacer ensayo, teatro, cuento, poesía; de producir y traducir y enseñar. No es un trabajo. Yo no siento que trabajo cuando escribo. El deportista se mete adrenalina y dopamina en la cabeza cuando corre. Yo me meto eso cuando escribo. Me gusta más escribir que publicar, más que recibir premios, sinceramente. Me da placer escribir. No sé si lo has percibido pero ese placer se puede desplazar a los e-mail. El peligro es que en los emails descargues la creatividad literaria.