Opinión
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México SA

Plata para Calderón

Bronce para Fox

Lozano: vuela, vuela

C

onsumido el 72.22 por ciento del tiempo de estadía calderonista en Los Pinos (52 de 72 meses), los especialistas del sector privado regularmente consultados por el Banco de México perfilan lo que sería el recuento sexenal de Felipe Calderón y su muy brillante equipo en cuanto a resultados económicos. Según su perspectiva, de los cinco gobiernos neoliberales al hilo que ha padecido México en casi 30 años el correspondiente a este personaje confirmaría su condición de medallista de plata, de tal suerte que su predecesor, Vicente Fox, deberá conformarse con el galardón de bronce.

Lo anterior, aparentemente, sería digno de presumir, toda vez que una medalla de plata no es una presea desechable. Pero, fantasías aparte, el segundo lugar que ocuparía Felipe Calderón correspondería al ranking de peores resultados económicos en tres décadas, sólo superado por el gobierno de Miguel de la Madrid, al que, felizmente, todavía nadie desbanca.

¿Por qué la de plata? Mes tras mes, el Banco de México levanta una encuesta entre los especialistas en economía del sector privado, y en la más reciente de ellas, correspondiente a marzo de 2011, tales expertos pronostican un avance de 4.25 por ciento del PIB para el presente año, y de 4.07 por ciento para 2012, último, felizmente, de la estadía calderonista en Los Pinos. Con estos pronósticos, más los resultados concretos del cuatrienio previo, perfilan una tasa anual promedio de crecimiento de 1.97 por ciento durante el calderonato, contra 2.3 por ciento de su predecesor, Vicente Fox.

Ese 1.97 por ciento anual que perfilan los especialistas del sector privado resultaría el segundo peor balance económico en tres décadas, sólo superado por el 0.34 por ciento de Miguel de la Madrid (1982-1988). Hay que recordar que, en este sentido, la promesa calderonista de campaña fue una tasa anual promedio de crecimiento de 5 por ciento, lo que a todas luces no concretará, a menos de que tales especialistas estén rotundamente equivocados y que entre 2011 y 2012 la economía mexicana reporte un crecimiento no menor a 26 por ciento, algo aún más idílico que los propios discursos de Felipe Calderón y jilgueros electorales que lo acompañan.

El de las ideas cortas y la lengua larga (léase Vicente Fox) a duras penas llegó a promediar una tasa anual de 2.3 por ciento. Después de esa desastrosa experiencia, nadie supuso que lo que vendría sería aún peor, pero equivocáronse, pues todo apunta a que el resultado económico del calderonato será aún más pinchurriento que el ofrecido por el señor de las botas. Ello no quiere decir que los otros dos gobiernos neoliberales del priato (Salinas y Zedillo) la libren, por mucho que su única defensa, inválida por lo demás, se base en el hecho de que en sus respectivos sexenios reportaron tasas por arriba de 3 por ciento como promedio anual.

Como se ha comentado en este espacio, a pesar del sempiternamente optimista discurso oficial, el comportamiento económico mexicano a los largo de las últimas tres décadas más se parece a un conteo boxístico de KO, por la simple razón de que ha ido de más (no mucho) a menos sexenio tras sexenio. Para la memoria, vale citar los resultados sexenales (tasa anual promedio): 0.34 por ciento (Miguel de la Madrid); 3.9 por ciento (Carlos Salinas); 3.5 por ciento (Ernesto Zedillo); 2.3 por ciento (Vicente Fox) y 1.97 (Felipe Calderón, hasta donde alcanza la perspectiva de los citados especialistas consultados por el Banco de México). Todo ello da un promedio anual de 2.4 por ciento en el periodo, cuando propios y extraños reconocen que México, para comenzar a salir del hoyo, requiere no menos de 6 por ciento y de forma sostenida.

Por lo que toca a la generación de empleo formal, los mismos especialistas pronostican que en 2011 alrededor de 628 mil mexicanos tendrían acceso a ese mercado y otros 627 mil a lo largo de 2012, lo que para efectos prácticos significa que en el mejor de los casos sólo se atendería entre 52 y 63 por ciento de la demanda real, sin considerar el rápido proceso de precarización del empleo en el país. Si se considera que de 2006 a 2010 oficialmente registraron 757 mil plazas en el IMSS, y tomando en cuenta la proyección de tales especialistas, entonces el balance calderonista en este renglón sería el siguiente: en su sexenio alrededor de 2 millones de mexicanos habrían logrado colocarse en el sector formal, o lo que es lo mismo, apenas 28 (33 como máximo) de cada cien, justo en la presidencia del empleo.

En cuanto a los incrementos derivados de las negociaciones salariales contractuales, los especialistas consideran que serían de 4.38 y 4.39 por ciento para abril y mayo de 2011, respectivamente. Los salarios reales tenderían a presentar una recuperación en el primer semestre de 2011, en comparación con los seis meses anteriores. Aún si se cumple este pronóstico, los salarios reales se mantendrían por debajo de lo registrado en octubre de 2008, arranque oficial de la crisis.

La inseguridad pública se mantiene como un factor determinante que podría limitar el ritmo de la actividad económica (y, por obvias razones, la generación de empleo formal). Los multicitados especialistas consideran a este grave problema como el principal del país, seguido –de acuerdo con su lectura– de la ausencia de avances en materia de reformas estructurales, incertidumbre sobre la situación financiera internacional, la debilidad del mercado externo y de la economía mundial, la inestabilidad política internacional (la interna no tiene registro, todavía).

Entre los factores que ni de lejos les provoca preocupación se cuentan la lenta recuperación de los salarios reales y la escasez de mano de obra calificada. Total, hay un ejército en espera de una plaza laboral, cada vez con menores salarios y prestaciones.

Las rebanadas del pastel

De que Mexicana de Aviación vuela, vuela, repitió en innumerables ocasiones el secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón, quien se vio muy ágil para avalar la mutilación de los contratos colectivos del personal de aire y tierra, pero extremadamente lerdo, por no decir otra cosa, a la hora de garantizar los dineros prometidos por los supuestos inversionistas. Y a la vuelta del tiempo, pues sí, siempre tuvo la razón: la línea aérea va que vuela para que le cancelen la concesión, de acuerdo con el reciente anuncio del secretario de Comunicaciones y Transportes, Dionisio Pérez-Jácome, mientras a miles de trabajadores ya los mandaron a volar.