jornada


letraese

Número 176
Jueves 3 de Marzo
de 2011



Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus

pruebate



editorial

Joaquín Hurtado

El huevecillo

–¡Segurísimo que tengo el huevecillo!
El “huevecillo” es una insolente palabra del habla gay para llamar al innombrable.
–¿Ya te hiciste la prueba?– le pregunté.
–Por supuesto que no, yo no puedo tener eso. Yo soy una artista.
La Zuleidy es en efecto una gran artista. Durante el día atiende un puesto de pollos en el mercado. Gana apenas para subsistir. Los pequeños lujos de su vida los paga con lo que obtiene de sus shows. Es insuperable en la aventura creativa, cuando diseña sus propios vestuarios con ropa de medio uso. Ensaya hasta el desfallecimiento frente al espejo, allí se despliega vanidosa y sublime en cada gesticulación. Un malestar en los testículos la obligó a suspender temporalmente su rol de actuaciones. Me llamó muy preocupada. El fantasma del sida la atormentaba.
–Vamos mañana a que te hagan la prueba rápida– propuse.
–¡Jamás!, alguien me puede ver.
–Déjemelo a mí, yo te garantizo discreción y confidencialidad. A mí me respetan.
–Pero joto, me van a ver contigo, todo mundo sabe que tú sí lo tienes. Yo debo cuidar mi carrera.
No dije más, colgué el teléfono.
Dos días después me volvió a llamar. La temperamental Zuleidy había decidido hacerse la prueba y me necesitaba. El horror al huevecillo no era tan grande como su fobia a las agujas. El resultado fue negativo. Estaba exultante. Pero esa aterradora experiencia le había dejado una gran lección. Para prevenir quebrantos en su ya exigua economía, y mientras le daban los resultados de su dolencia en los testículos, quería afiliarse lo más pronto posible al Seguro Popular. Fue al módulo más cercano.
Cuenta que el pequeño local estaba atestado. Bebés mocosos, ancianos moribundos y chavitas embarazadas colmaban las pocas sillas disponibles. La espera fue de siglos. Detrás del escritorio atendía una dama con cara de leche agria. Cuando Zuleidy le reclamó la lentitud en el servicio, la mujer le hizo un ademán imperdonable. Zuleidy montó en divina cólera cuando comprobó el motivo de aquella tardanza. La dama estaba “demasiada” ocupada chateando en su cuenta de Facebook. La Zuleidy tomó nota del cruel agravio, se le echó encima y le clavó los caninos.
–Para que aprendan a respetar a las perras sin huevecillo.


S U B I R