Economía
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El diálogo se transformó en un monólogo de funcionarios frente a burócratas
 
Periódico La Jornada
Jueves 2 de diciembre de 2010, p. 32

El diálogo con motivo del cuarto año de gobierno de Felipe Calderón se convirtió en un monólogo de funcionarios, en un recitar el resumen de discursos de toda la administración, sin más público que sus propios subordinados, algún académico, algún director de cámara empresarial, todos invitados por cada una de las dependencias de gobierno, pero ningún ciudadano de a pie, para quien además hubiera sido imposible acercarse siquiera al Centro Banamex, sitiado por las vallas y elementos del Estado Mayor Presidencial.

A espaldas del Hipódromo de las Américas y con más de una hora de retraso arrancó la carrera de dependencias de gobierno por exponer el trabajo hecho en esta gestión. En salas medio llenas con burócratas, el gabinete económico aseguró que todo va bien.

Después de que unas 3 mil personas –según cálculos de los organizadores– se reunieron en un acto central con el presidente Felipe Calderón, cada secretario de Estado ocupó uno de los salones del centro de exposiciones. El plan era que todos empezaran su diálogo con la población a las 11 de la mañana, pero las cosas no salieron según lo programado.

Los diálogos empezaron después de las 12 del día. Cada dependencia convocó a sus propios funcionarios, a algunos académicos o representantes de cámaras empresariales que al final no asistieron.

La mecánica del encuentro con la población ausente consistió en que el funcionario de cada dependencia hiciera una exposición de los cuatro años de gobierno calderonista y el segundo panista. Algunos funcionarios estuvieron acompañados en el estrado por sus subsecretarios dispuestos en media luna, tratando de reflejar cercanía con los asistentes.

Después de la exposición vendría el diálogo, que se convirtió en un intercambio de preguntas y respuestas a través de tarjetas. En el mejor de los casos las preguntas se hicieron de forma directa a cada secretario, pero la mayoría fueron de representantes de medios de comunicación, y las menos de ciudadanos comunes o vinculados por su actividad económica a la dependencia en cuestión.

El secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, dijo que México no será afectado por la crisis en Europa, que la pobreza creció en el país por la catástrofe económica mundial, y que se tienen indicadores macroeconómicos envidiables.

Nadie pudo refutar su dicho, ninguno de los millones de mexicanos cuyo bolsillo no coincide con el discurso oficial. Lo mismo ocurrió con el secretario de Economía, Bruno Ferrari; con el de Comunicaciones, Juan Molinar Horcasitas; la de Turismo, Gloria Guevara, y representantes del sector energético.

Entre los pocos ajenos a la burocracia que aparecieron por ahí estuvieron Luis de la Calle, ex subsecretario de Comercio Internacional; Judith Mariscal, directora del programa de Telecomunicaciones del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE); Alejandro Navarrete, director del Centro de Investigación de la Cámara Nacional de la Industria de Telecomunicaciones por Cable (Canitec), y algún representante de Autobuses de Oriente (ADO).