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La FIL 2010

El narrador argentino presentará su novela Blanco nocturno, publicada por Anagrama

La literatura de AL ya no es de ismos, sino de regiones: Piglia

Muchas cosas de la Revolución Mexicana las hemos conocido leyendo a Rulfo, dice a La Jornada

Estamos muy informados, pero nos falta la experiencia que se transmite con la narración

Enviada
Periódico La Jornada
Jueves 2 de diciembre de 2010, p. 3

Guadalajara, Jal., 1º de diciembre. Pensar hoy la literatura latinoamericana es pensar en una escritura que se aleja de los ismos, agrupada más por regiones y creadora de nuevos géneros, de acuerdo con una reflexión de Ricardo Piglia, escritor, crítico, ensayista y profesor de la Universidad de Princeton.

“Estamos en un momento muy productivo y veo a la literatura latinoamericana como una tradición que ha empezado a encontrar espacios propios. No es que sea un todo, más bien, uno podría percibir que hay una literatura del Caribe, que tiene elementos interesantísimos, de cruce de lenguas; una del Río de la Plata y una más de la zona llamada Mesoamérica, con ciertas tradiciones prehispánicas que persisten como fantasmas que están ahí y que le dan una particularidad.

Son áreas que no necesariamente son nacionales, sino regionales; están ligadas a distintas tradiciones coloniales, distintas experiencias de la conquista, distintos desarrollos culturales y tradiciones, y eso nos permite, creo, tener una percepción más compleja, señala en entrevista el autor de Blanco nocturno (Anagrama), la nueva novela que presentará el viernes en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.

Se acabaron las corrientes literarias, ahora son regiones literarias. Tengo la sensación de que hay un interés mayor por localizar las tradiciones literarias en lugares donde los escritores y la cultura funcionan en un ámbito que es reconocible, y no crear una especie de contexto unificador un poco abstracto, precisa el narrador argentino.

Información y narración

–También hay nuevos géneros.

–Estoy muy interesado en lo que en México se llama la narcoliteratura. He estado escuchando los narcocorridos y me parecen extraordinarios, como ciertos usos de las tradiciones que tienen localización propia. Tiendo a establecer una distinción entre información y narración, y por eso creo que estamos demasiado informados, pero nos faltan esas experiencias que se transmiten con la narración.

“Tras esos momentos de gran tensión en América Latina que generan de pronto mucha información, aparecen las narraciones que nos permiten experimentar la situación, no sólo verla como algo ajeno. Esa ha sido también un poco la manera en que hemos leído las tradiciones. Por ejemplo: nos hemos enterado de muchas cosas de la Revolución Mexicana leyendo a Rulfo, que no tenían que ver con la información, porque ésta la encontrábamos en los libros de historia.

Foto
Ricardo Piglia durante la entrevista con La JornadaFoto Arturo Campos Cedillo

“Ahí yo vería una relación entre la calidad literaria y la posibilidad que tiene la literatura a veces de tocar un punto que no tiene que ver, pero ni con la información ni con la cultura ni con el modo en que conocemos algo, sino con la capacidad de transmitir una experiencia.

La creación de nuevos géneros está ligada a la forma en que la realidad provoca la destrucción de los tradicionales, es así como ciertas tradiciones del género policial se transforman, ciertas tradiciones de la literatura de investigación periodística se transforman y se unen. Ahora, se debe ver qué sucederá con los nuevos medios, si éstos producirán nuevas formas. Lo que veo en algunos escritores en Argentina, es que están incorporando temáticamente la cuestión de los medios: antes los personajes se mandaban cartas y hoy e-mails; si antes se hablaban por teléfono, ahora se envían mensajes de texto o tuitean. Así es como la literatura refleja, casi de forma involuntaria, los cambios sociales.

Se puede identificar también un creciente interés por la autoficción, cierta pulsión autobiográfica, cierto exhibicionismo. Llamar la atención en la web supone contar historias más o menos peligrosas. Eso se ha ido extendiendo. Hoy circulan muchos textos que tienden a esa exposición de la intimidad, ya es algo que no debe ser ocultado ni reservado, mientras la tradición literaria tendía siempre a trabajar más lo externo. Lo interno ahora está en primer plano y eso puede uno leerlo como cierto efecto de la exposición alegre, divertida, que se hace de lo que podríamos llamar la intimidad.

También hay retos y uno es pretender escribir una literatura deliberadamente universal, advierte Piglia. No debemos pensar que la literatura se debe apoyar en aquello que socialmente es más conocido para conseguir llegar. Hay que dar a conocer las historias privadas y no trabajar sobre las grandes historias que todo mundo conoce, como si eso garantizara la fama. A veces veo un poco ese riesgo en el sentido de escribir una literatura que vaya más allá de las fronteras y de la lengua propia, que es una aspiración completamente comprensible y legítima, pero a veces tengo la sensación de que eso produce cierta despersonalización de los escritores. Me molesta mucho cuando todos los libros se parecen. Yo prefiero que los libros no respondan a una regla media que todo el mundo comparte, que no respondan al mercado pero que tengan una voz, una identidad.