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Ver día anteriorMartes 14 de septiembre de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Falsificaciones y adquisiciones: otras notas
L

as notas sobre técnica y falsificaciones generaron algunos comentarios en línea que me fueron remitidos. Uno proviene de un ex estudiante de la Escuela de Bellas Artes de Oaxaca, quien manifiesta que en tiempos anteriores tanto Tamayo como Toledo fueron objeto de falsificaciones (no sólo de inspiración) mediante dicha escuela, mismas que fueron vendidas como originales, claro que a precio mucho más bajo que si se hubieran adquirido a través de galerías serias o directamente de sus autores o representantes autorizados.

Ese hecho es el que ha generado archivos de falsos, pero hasta donde sé, no ha existido o no existe en este momento la moción de realizar una exposición de falsificaciones por algún espacio cultural, sea oficial o no. Una muestra así tendría mucho éxito y generaría conocimientos.

Eso ha sido común en otros países e Inglaterra destaca como uno de los principales, cosa que ha permitido la gestación de amplia bibliografía sobre esta condición que en México ha sido tratada, pero de soslayo por algunas personas, incluida quien escribe.

Las investigaciones llevadas a cabo en ese rubro conciernen principalmente al arte prehispánico, datan de tiempo atrás y algunas consignan el fenómeno a partir de la evangelización, pues las piezas autóctonas siguieron produciéndose a través de los mismos artífices (o de sus vástagos) que las trabajaron desde antes de la conquista, dada la demanda que tuvieron incluso entre los evangelizadores y los colonizadores. Eso lo comentó públicamente Jorge Alberto Manrique hace algunos años, precisamente en Oaxaca, durante una ponencia.

Hay especialistas altamente calificados para detectar, pongamos por caso, la posible ubicación histórica de piezas virreinales, sean de autor que anónimas. Estas últimas en ocasiones suelen ser intervenidas por artistas contemporáneos con objeto de otorgarles distinto significado poniendo a la vez énfasis en su procedencia. Tal usanza es legítima y distinta a la que priva en los casos en los que, a partir de un anónimo del virreinato, ocurre la compulsión de adjudicarlo a autoría de artistas connotados, como López de Herrera, los pintores de la dinastía Echave, Miguel Cabrera, y tantos más.

Tal tipo de atribuciones deben ser dificilísimas de autentificar, pero lo que atribuye valía a obras que no están catalogadas o reproducidas en libros es su antigüedad, misma que sí puede ser pesquisada mediante métodos técnico-científicos.

El problema más común no se da en ese rubro, sino en el de piezas modernas y aun contemporáneas. Entiendo aquí por contemporáneo lo que realizaron artistas del siglo XX, como Tamayo, Soriano, Lilia Carrillo, Gunther Gerzso, Carlos Mérida, Francisco Corzas, etcétera. Eso sin contar a los más falsificados de esa centuria: Rivera, Kahlo, Siqueiros, Dr. Atl, Orozco o Ramos Martínez.

Los artistas vivos que se cotizan alto siempre serán objeto de falsificación, como ya anoté. Los famosos aunque no alcancen precios estratosféricos, también serán sujetos de falsificación y así ha sido desde la época de Pericles hasta nuestros días.

La edición de catálogos razonados v.gr. como el que existe sobre Remedios Varo, el de la gráfica de Tamayo o el que reúne Ariel Zúñiga acerca de su progenitor, son muy confiables, pero eso no quiere decir que sean inamovibles, pues la posibilidad de adherir piezas de paradero desconocido es situación que no se desecha, sobre todo si el artista tuvo alta productividad, un trascurso vital largo y varios ámbitos en los que desarrolló su trabajo.

Se suele creer que las etiquetas que el Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble del Instituto Nacional de Bellas Artes INBA) adhiere a las piezas que allí se manejan con objeto de restaurarlas o porque deben viajar, equivalen a constatación de autenticidad, pero no es así, cuestión que se encargan de advertir los mismos expertos que allí laboran.

En lo personal, creo que correspondería al INBA la tarea de instituir una dependencia colegiada que disminuyera el mercado de falsos, con la convergencia de otras instituciones calificadas, máxime si se ha anunciado (en esta misma sección) que existe cuantioso presupuesto destinado a adquisición de obras que alimentan colecciones de museos en todo el país.

De hecho varias adquisiciones ya se hicieron. La responsabilidad de quienes asesoran la acción, debiera implicar quizá mayor consenso y plena conciencia de lo que podría incorporarse a partir de ciudades como Oaxaca, Jalapa, Monterrey, San Luis Potosí, Mérida, etcétera.