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Los festejos, a reflexión

Reditan su novela sobre el malogrado imperio de Iturbide, escrita hace 15 años

Las diferencias abismales nos mantienen en la corte de los ilusos, dice Rosa Beltrán

Las prácticas actuales en los círculos de poder en México datan de esa época, asevera

El literato debe ser un desmitificador de tiempo completo, manifiesta a La Jornada

Foto
Rosa Beltrán durante la entrevistaFoto Jesús Villaseca
 
Periódico La Jornada
Martes 14 de septiembre de 2010, p. 7

La escritora Rosa Beltrán no tiene la menor duda de que fue en el malogrado imperio de Agustín de Iturbide en el que se establecieron varias de las prácticas que se mantienen vigentes hasta la fecha en los círculos del poder en México.

Si bien fue hace 15 años que publicó su libro La corte de los ilusos, que habla sobre el fallido intento de aquel personaje de instaurar una monarquía en el México recién independiente, la autora reconoce que apenas hace un par de años pudo darse cuenta de los paralelismos entre aquella época de inicios del siglo XIX y la nuestra.

En entrevista con motivo del lanzamiento de una nueva presentación de esa novela, aparecida bajo el sello Planeta, Beltrán precisa que, más que una obra de corte histórico, es una novela sobre una clase social.

Se trata, explica, de la clase media disfrazada de monarquía, que se asume como una clase culta, elegante, de espléndidos modales y, desde luego, desinteresada y patriótica, una clase que seguimos siendo.

Enamorado del poder

Para la autora, el hecho de se siga leyendo La corte de los ilusos a tres lustros de su aparición y siete ediciones posteriores tiene que ver en buena medida con que en el fondo seguimos funcionado de la misma manera, como en el imperio de Iturbide.

A pregunta expresa, rechaza que su propósito al escribir esa novela haya sido tratar de hacer una comparación o espejeo entre el México recién independizado de España y el contemporáneo.

Lo que quise fue hacer la historia de un personaje trágico, la de Iturbide, que es una especie de Madame Bovary, porque así como ella está enamorada del amor y vive para ese ideal que aprende en los libros y mediante su educación en el colegio, Iturbide está enamorado del poder; ambos terminan de manera trágica, aclara.

“Fue el de Iturbide un sueño no menos iluso, de allí el título del libro, y no menos frecuente: un sueño que sigue siendo de quienes se ostentan como los dueños de la razón y el buen gobierno. Ahora, por ejemplo, se cuenta con un área que se ocupa de la imagen de los presidentes, lo cual no está muy lejos de lo que se hacía en la corte de Iturbide.

Hasta el día de hoy permanecemos en una corte de los ilusos, en algunos aspectos, porque se trata de un país, el nuestro, muy diverso, en el que hay una diferencia abismal entre una clase y otras.

De acuerdo con Rosa Beltrán, “nuestro mayor crimen histórico (como nación) es no haber podido conciliar esas posiciones ni remediar esa diferencia brutal entre clases sociales.

Por ello, la historia sublimadora, triunfalista; las novelas que hablan, entre comillas, de nuestros héroes, cuando lo que hacen es encontrar aspectos de su vida personal y cotidiana que no habían sido tratados.

Entre las misiones del escritor, asevera la autora, figura ser un desmitificador de tiempo completo, porque de lo que está hablando en última instancia no es de un momento histórico específico ni de ningún personaje, sino de pasiones, emociones; los grandes temas que nos interesan como seres humanos desde siempre y que son universales: el poder, la avaricia, la traición, el desconocimiento de uno mismo.

Tras los pasos de Ibargüengoitia

Un aspecto reiterado por Rosa Beltrán es que La corte de los ilusos no es una novela histórica, y la ubica dentro de los lineamientos inaugurados por la literatura de Jorge Ibargüengoitia.

Es una literatura que se mueve en el filo de la navaja entre la verdad y la mentira, una literatura que en nuestro país goza poco de buen prestigio o de plano de nada; se le considera una literatura cuestionable, que no entra en el canon con tanta facilidad, concluye.

“Sabemos que podemos encontrar una verdad histórica mucho mayor en este tipo de obras que en otro tipo de literatura, incluso la escrita por sociólogos, cronistas y hasta historiadores.

Sin embargo, por el hecho de estar escritas en tono irónico no pertenecen a la historia de la literatura en mayúscula; es algo inexplicable, extraño en un pueblo como el mexicano, que utiliza el humor para librarse de la gran tragedia en la que estamos.