Cultura
Ver día anteriorViernes 28 de mayo de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

El narrador presentó en la Cineteca Nacional su libro más reciente

Los literatos se quedan muy cortos ante la complejidad de la vida, dice Vallejo

Si Rulfo puso a hablar a los muertos, yo quiero ir más allá: escribir un libro estando muerto

Foto
Fernando Vallejo, anteanoche, en las instalaciones de la Cineteca Nacional durante la presentación de su nueva obra El don de la vida, publicada por el sello AlfaguaraFoto Roberto García Ortiz
 
Periódico La Jornada
Viernes 28 de mayo de 2010, p. 4

La tarde del miércoles, el escritor Fernando Vallejo (Medellín, 1942) charló con sus lectores para presentar su novela El don de la vida (Alfaguara).

Para abrir boca, en una suerte de paráfrasis al poeta castellano del siglo XV Jorge Manrique (1440-1479), autor de las Coplas a la muerte de su padre, el narrador soltó: “¿y dónde están los presidentitos de Colombia?, esos hijoeputicas que acabaron con el país, ¿qué se fizieron?

¿Y los de México que saquearon el país? ¿dónde están por su grandeza los sexenios que llenaron los micrófonos y las cámaras?, ¿dónde están, quiénes fueron? No sabemos ya quienes son. Nos olvidamos de ellos.

Empantanados en lo ambiguo

Vallejo, quien obtuvo la nacionalidad mexicana en 2007 y es un apasionado confeso de la lengua española, señaló que es evidente notar que el ser humano no avanza nada al conocer los bellos versos escritos por Manrique en los albores de nuestro idioma: ¿Qué se fizo el rey don Juan?/ Los Infantes de Aragón,/ ¿qué se fizieron?/ ¿Qué fue de tanto galán?/ ¿Qué de tanta invención/ que truxieron?

Es decir, agregó, vivimos empantanados en lo ambiguo. Un poema de mediados del siglo XV nos está diciendo lo mismo: las grandezas humanas, ¡qué rápido pasan! Y ahora ni se diga, con este gentío que tiene el planeta, con esta infinidad de personalidades, de granujas de la vida pública que llenan la televisión, la radio y los periódicos, ¿dónde están?, ¿qué se fizieron?, ¿y para dónde vamos?

El autor de La virgen de los sicarios estuvo acompañado por David William Foster, catedrático de la Universidad Estatal de Arizona, quien señaló que Vallejo es uno de los narradores impostergables en los cursos de literatura latinoamericana.

Pero fue el narrador mexicano quien llevó la batuta del encuentro y dijo a sus lectores que si Juan Rulfo puso a hablar a los muertos, yo deseo ir un poquito más allá, pues quiero escribir un libro estando muerto y eso sólo se puede lograr, explicó, abordando la narración desde la primera persona.

‘‘Le he tomado una animadversión muy grande a la novela de narrador omnipresente, casi la misma que le tengo al cine y a la música gringa de discoteca, a esos pobres hijos de vecino que creen que saben lo que piensan muchos y conocen sus biografías y repiten diálogos enteros como registrados con grabadoras.

No, tengo que escribir siendo yo, con mis limitaciones, manías, empantanamiento mental, contradicciones y repeticiones. La novela en tercera persona es un camino cerrado, ya muerto.

También compartió que a pesar de dedicarse a la literatura, ésta nunca le ha llegado al alma como la música: los escritores se están quedando muy cortos ante la complejidad de la vida.

Criticó el hecho de que los estadunidenses “nos colonizaron hasta el alma, empezando con la música y el lenguaje. Hablamos un espanglish que no es el mismo de los puertorriqueños, es el de aquí, de Colombia, de Argentina, en el que no nos damos ni siquiera cuenta de lo que pasa.

“Por ejemplo, antes decíamos ¡qué maravilla!, ¡ah Chihuahua!, ahora se dice ‘¡wow!’, como perro. Hasta las interjecciones las estamos volviendo inglesas. Y así como también nos impusieron su música, ahora nos van a imponer su religión.

Los gringos nos van a quitar la plaga de la Iglesia católica y nos la van a remplazar por la plaga de las sectas protestantes, ¿qué vamos a hacer al ser una colonia de Estados Unidos, pero una colonia del alma, que es más grave?

El encuentro de Vallejo con sus lectores concluyó con una firma de libros bajo la lluvia en el patio de la Cineteca Nacional, y muchas reflexiones en el aire acerca de religión y literatura, muerte y vejez, temas centrales en la obra del autor de La puta de Babilonia.