Opinión
Ver día anteriorMiércoles 16 de diciembre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Según eso

L

a poesía no es por escrito. La escritura, me parece, es una manera no tanto de capturarla sino de detonarla, de hacer que reaparezca. Es, palabra muy desprestigiada –por vana o banalmente prestigiada– magia. La poesía escrita es un conjuro.

La poesía, puede decirse, es siempre antes de la letra. La letra la convoca y ella, si el lector –que no hay por qué no sea el poeta mismo, pero desde luego no nada más, si no qué chiste– resulta afortunado, si cae en gracia, si ésta se le concede. Nada está garantizado.

Hay lectores voraces de poesía (¿los hay o lo invento?, ¿se podrá ser lector voraz de poesía?) a quienes la gracia de concentrarla en unas cuantas –por muchas que parezcan, para lo que concentran, siempre resultarán unas cuantas– palabras. Repetiré algo que ya he expuesto: podrán saber mucho de poesía, no saben, en rigor, poesía. No les ha sido dado el oficiarla.

Pero cómo o cuánto (me gusta más el cómo) pueden aprender los poetas de los estudiosos, de los ávidos, de los atentos, de los críticos, de quienes evidencian una necesidad de poesía en ocasiones incluso mayor que los poetas mismos. Qué no le adeudarán, por nombrar uno de los ejemplos más respetables, a Tomás Navarro Tomás.

Yo no sé si siempre se pueda ser poeta, creo que no. En el baño debe de ser difícil. Y supongo que alguien que quiere hacer el amor como poeta ya se perdió. Si hacer el amor te da poesía, qué bueno. Pero si tú quieres darle poesía a hacer el amor, estás perdido. Pongamos un ejemplo más sencillo: ¿quién podrá bailar, aceptando que ése no sea su arte mayor, por supuesto, como poeta? De ahí que en los encuentros de poetas los poetas sin duda se encuentren (y desencuentren), pero la poesía no siempre. Tiende a ganarle espacio la persona –o la personalidad, de la calidad que sea– a la obra. Detonan las personalidades, suele ocurrir, no siempre la poesía.

¿A cuántas lecturas de poesía habremos asistido cuyo aplauso final no resulte un alivio, una especie de podéis ir en paz, la misa cultural ha terminado?

Las lecturas de poesía poco convocan a la poesía (hablo en general). La poesía andará, lo creo, por ahí sin duda, como viendo a ver qué pasa, merodeando, pero si no le da la gana, según dicen los teatreros, nomás no baja, que es, atrevo sin contundencia, lo más común.

La poesía es vivencia, o reviviscencia. Sin ello, palabras, palabras, por bonito que suenen, por bien acomodadas que estén. Poemas redactados, quizá, no escritos.

Entre los poetas en formación, con los que mucho trato he tenido, hay un poco la ilusión de que la poesía es o intensidad, de la que sea, o contención, de la que sea. Esto no aprovechará mucho a los que ya tienen camino recorrido, pero ojalá sí a los primeros: intensidad y contención son, en poesía, lo mismo. Sentido de la forma y sentido del sentir.