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Dawson Isla 10 se estrenará mañana en ese país, un día antes del 36 aniversario del golpe militar

Con veracidad, Miguel Littin aborda en cinta episodio de la dictadura en Chile

Basada en libro homónimo de Sergio Bitar, ex ministro de Minería de Salvador Allende y funcionario de la administración de Bachelet, trata sobre la tortura y reclusión de integrantes del gobierno socialista

Foto
Fotograma de la película de Littin
 
Periódico La Jornada
Jueves 10 de septiembre de 2009, p. 9

En Chile el miedo a hablar de la dictadura de Augusto Pinochet va cediendo terreno a la necesidad de saber, recordar y discutir. Con ese espíritu nació la película Dawson Isla 10, dirigida por el cineasta Miguel Littin, que se estrenará con 20 copias en ese país sudamericano mañana, 10 de septiembre, un día antes del aniversario 36 del golpe militar.

El filme (coproducción chileno-brasileña-venezolana), basado en el libro homónimo del ex ministro de Minería de Salvador Allende, Sergio Bitar, narra las desventuras de un grupo de funcionarios del derrocado gobierno socialista, quienes fueron recluidos durante más de un año en una base de la Armada chilena en la isla de Dawson, donde fueron sometidos a tortura física y sicológica.

En entrevista con La Jornada, Littin y Bitar explican lo importante que es romper la inercia de silencio que todavía priva sobre el tema, y mostrar abiertamente una parte muy dolorosa de la historia de Chile y de la democracia en América Latina.

Lo primero que sintió Miguel Littin al ver la copia terminada de su película fue satisfacción por el deber cumplido de narrar con veracidad y fuerza este episodio, por desgastante que haya sido el proceso de realización.

Conmovido por la lectura del libro testimonial sobre Dawson, el director de filmes como El chacal de Nahueltoro, Actas de Marusia y Alsino y el cóndor visitó la isla en noviembre de 2003, junto con un grupo de sobrevivientes del episodio, por iniciativa de la entonces ministra de defensa, Michelle Bachelet.

Navegamos siete horas, y yo escuchaba conmovido sus recuerdos. Me acuerdo del olor ácido de la tierra, la humedad de los bosques, y ellos recorriendo la isla, buscando los lugares donde comieron, durmieron, o donde los apremiaron físicamente, narra el cineasta, quien ha sido postulado dos veces al Óscar en la categoría de mejor película extranjera.

“El proceso de filmación –dijo– fue alucinante. Comenzábamos a primera hora del día y aprovechábamos hasta el último minuto de luz, bajo la nieve, la lluvia o el sol, con los verdaderos personajes que estuvieron ahí, asesorándonos. Fue como volver a vivirlo.”

En la isla, a pesar del momento cruel que se vivió, ambos bandos se pudieron mirar y conocer, lo que no ocurrió durante la mayor parte del gobierno de Allende. En Dawson todos estaban presos de una u otra forma, y en esa medida se descubrieron como seres humanos.

La cinta, ganadora de cinco premios en el pasado Festival de Cine de Guadalajara, también muestra por primera vez a Salvador Allende personificado por un actor, en escenas muy fuertes, que impactan hasta las lágrimas.

A pesar de la honda huella que dejó la dictadura en los chilenos, más que con el miedo, con la sensación de fracaso, Littin considera que éste es el momento de hablar con profundidad sobre la ocurrido, y a partir de ese debate, construir hacia el futuro y rebasar fórmulas políticas que ya se agotaron.

Inpulso para seguir luchando

Por su parte, Sergio Bitar afirma que sobrevivir a la reclusión en la isla Dawson, una de las experiencias más duras y transformadoras que he vivido, se volvió un aliciente que le permitió seguir luchando hasta lograr el fin de la dictadura de Pinochet, en 1990.

Al volver al sitio donde estuvo preso en condiciones gélidas, sin juicio legal, desconectado de la familia y del mundo, el actual ministro de Obras Públicas del gobierno de Bachelet sufrió un shock emocional, pero también pudo cerrar un ciclo de dolor.

El miedo fue una gran limitación del proceso democrático, pero eso ya se ha disipado. Una sociedad que pierde la memoria pierde capital social y se vuelve estúpida; por eso le doy mucha importancia a la película, señaló.

El trabajo fílmico de Littin da a los jóvenes la oportunidad de saber lo que sucedió, retomar una causa y entenderla. Es una cinta de futuro. Es para aprender de lo que somos y construir lo que vamos a ser, aunque ese rencuentro va a necesitar fortaleza de espíritu.