jornada


letraese

Número 153
Jueves 2 de abril
de 2009



Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus

pruebate



editorial

Carlos Guevara-Casas

Transexuales transgénicos

Hace unos días un médico llamado Jeff Steimberg declaró que su clínica de fertilidad, ubicada en California, podía brindar a sus clientes la elección de varias características en sus bebés de probeta, y para 2010 ofrecería infantes de diseño. A la carta, pues. Estas declaraciones desataron críticas ante el temor de desaparición de distintos grupos humanos debido a que, por prejuicios, se solicitaran bebés rubios en lugar de morenos, varones en vez de mujeres y heterosexuales en lugar de homosexuales. Tal vez algo similar pensaba el político que hace tiempo habló sobre la importancia de los derechos de homosexuales, lesbianas y transgénicos.

El recelo y el ofrecimiento son infundados por dos razones. En principio parten de la falsa idea de que para cada fragmento de ADN (para cada gen) existe un carácter correspondiente, lo cual en el mejor de los casos es bastante inexacto. Se asume también que atributos como la inteligencia, la simpatía y, por supuesto, la orientación sexual son consecuencia directa de uno o varios fragmentos de este tipo.

En segundo término consideran que todas las características humanas son totalmente heredables, sin que influya nada más, como la alimentación, la educación, religión, ideología y hasta el clima en que nos desarrollamos.

Esto da la imagen equivocada de que al intercambiar genes por medio de ingeniería genética es posible elegir las características asociadas a cada gen, como al solicitar un auto a una fábrica. Por supuesto lo anterior es errado y el tono de piel es un buen ejemplo de ello. Se trata de atributos variables, influidos por muchos genes y por más factores externos.

De hecho el estado actual del conocimiento sólo permite escoger el sexo entre varios embriones. El sexo como atributo biológico, pero de ninguna manera la orientación sexual o el rol de género. Es decir que aún si existieran los imaginarios genes buga, gay o trans, eso no definiría el deseo de ninguna persona ni coartaría su libertad. Aun en ese caso se trataría sólo de incrementar las probabilidades. Ahora bien, si usted tiene un deseo irrefrenable de aumentar la probabilidad de un hijo rubio de ojos azules, olvídese de las probetas, el ADN y las enzimas de restricción; sólo consígase una pareja blanquita y de ojos zarcos. A los noruegos les ha funcionado bastante bien.

Carlos Guevara–Casas es Maestro en Ciencias,
profesor en la Facultad de Ciencias de la UNAM.
http://www.versusprometeux.blogspot.com


S U B I R