jornada


letraese

Número 153
Jueves 2 de abril
de 2009



Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus

pruebate



editorial

Joaquín Hurtado

My own private Africa

Ayer el Papa volvió al ataque contra el condón. Como antier y anteayer. Sólo que ayer yo estaba dando un taller sobre el uso del condón a niños de una escuelita perdida en los arrabales de Monterrey.

Los profes me llaman, casi siempre asustados, ya por aquella chavalilla que venía embarazada desde sexto grado, ya por aquel par de varoncitos reportados a la Dirección por actos homosexuales, ya porque viera usted a las niñas cómo hablan cochinadas y bajan cuantísima porquería del Internet.

Cuarenta chamacos, su maestro y un palo de escoba haciendo el papel de pene en una bodega umbrosa del plantel fuimos aislados, escondidos, para evadir la autoridad educativa-sindical. Y así, en el clandestino mundo de la gozosa complicidad, comencé a decirles a los niños: un señor de una iglesia muy importante que viaja en una burbuja (igual de chistosa que un condón pero con ruedas) ha dicho hace un rato que esto —y les mostré el látex— es más malo que el sida, hoy vamos a ver que eso no es cierto.

A lo largo de tres horas nos dimos vuelo con el palo de escoba, el látex y un millón de preguntas: los niños y las niñas tenían mucha información general sobre el sida, pero nadie les había ayudado a hacer la conexión entre esos datos abstractos y sus vidas. Nadie había entrelazado el erotismo del conocimiento científico con la ciencia del erotismo. Ni quien apueste por sus miserables vidas. Sus prescindibles vidas bajo el agobio de sacerdotes, padres y maestros, padeciendo la angustia de crecer entre la violencia y la presión de sus vecinos y compañeros. Y aún así han sobrevivido a la gramática del moche: mocharse o mochar a los demás con el cuerpo, arrebatar o pagar la vida con su ano, vagina, boca, manos, ojos, senos, nalgas, oídos, piernas, faldas, braguetas, lengua, saliva, semen, ovarios, leche, sangre. Igual que yo, usted y mis respetables padres. Tres horas haciendo del sexo un símbolo placentero y liberador y convirtiendo al cuerpo en reducto del amor propio:

—¿Quién es la persona que más quiero en la vida?
—¡Yo!
—¿Cómo se lo voy a demostrar?
—¡Usando siempre el condón!

Me hice una promesa: cada vez que me inviten a hablar con los jóvenes de estas escuelas voy a seguir el ejemplo de su Santidad: seré implacable contra el sida. Me enfundaré en mi burbuja de amor desinteresado por la humanidad y pertrechado con el condón le llamaré por su nombre al placer sexual, la imbecilidad, la maldad... Cada quien en su propia África.


S U B I R