Lo más importante en la creación de un museo itinerante del cerebro –que exhibe muestras biológicas– es que debe contar con un marco ético robusto que priorice la dignidad humana y resalte el valor social del conocimiento científico, coincidieron en señalar Jennifer Hincapié Sánchez y María de Jesús Medina Arellano, referentes en bioética y bioderecho.
Eirinet Gómez
▲ Los científicos están cultivando pequeños grupos de neuronas humanas vivas y las utilizan para alimentar computadoras. Este campo emergente, conocido como biocomputación o wetware, está siendo explorado por varias instituciones de investigación en todo el mundo, con el objetivo de aprovechar la eficiencia biológica del cerebro humano para crear un tipo de procesador completamente nuevo. La startup suiza FinalSpark, cofundada por el doctor Fred Jordan (en la imagen) experimenta con
bioprocesadores, grupos de neuronas llamados organoides que realizan tareas computacionales sencillas.
En lugar de intentar imitar el cerebro con silicio, usemos el cerebro real, declaró Jordan. En un laboratorio de la ciudad suiza de Vevey, el científico alimenta pequeños grupos de neuronas humanas con el fluido rico en nutrientes que necesitan para mantenerse vivas. Foto Afp
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