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Colonos militares
D

esde sus primeros artículos sobre nuestra historia, pero sobre todo en su magistral libro La guerra secreta en México, don Friedrich Katz nos sorprendió con una categoría, llamémosle histórico-sociológica, que había pasado casi desapercibida a los historiadores: la de los colonos militares, vecinos de pueblos situados en posiciones estratégicas de las fronteras con los indígenas nómadas del norte, que recibían tierras, aguas, armas y privilegios para estabilizar y ampliar las fronteras del dominio español. De todos los pueblos que tuvieron ese origen, Katz puso énfasis en cinco poblados creados por un bando del caballero de Croix, comandante general de las Provincias Internas (California, Nuevo México, Arizpe, Nueva Vizcaya, Nuevo León, Tamaulipas y Coahuila-Texas) en 1778, para detener las entradas de los apaches a las zonas agrícolas y mineras del actual estado de Chihuahua, estos cinco pueblos defensivos o colonias militares son, de sur a norte, Namiquipa, Cruces, Presidio de San Buenaventura (hoy Galeana), Casas Grandes y Janos. Cada uno de ellos fue dotado con 112 mil 359 hectáreas, de las cuales se separarían 10 hectáreas de regadío para cada soldado-colono, y se reservó una extensión considerable para pastos y bosques de uso común; y una milpa de explotación común para los gastos de la colectividad. Los hombres de estos pueblos eran guerreros orgullosos, agricultores autónomos, relativamente productivos y celosos de la autonomía, sobrios, broncos y pueblerinamente democráticos, que contribuyeron a que en 1810 los apaches firmaran la paz con el imperio español. En 1831 reinició la guerra apache y el carácter militar de los vecinos de esos y otros pueblos. Cuenta don Víctor Orozco:

Durante más de medio siglo y a partir de 1831 Chihuahua vivió el conflicto armado más largo y devastador de su historia. También el que dejó huellas y marcas más profundas. De hecho, no hubo esfera de la sociedad donde no se resintieran sus efectos. Las relaciones entre las clases, su organización, el sistema productivo, los vínculos con el régimen central, las invasiones extranjeras, la cultura, las formas de conciencia colectiva fueron influidos y penetrados por el prolongado enfrentamiento con las etnias rebeldes a los modelos de desarrollo histórico que vivió el país en la pasada centuria. En suma, las guerras indias constituyen el proceso histórico regional más importante del siglo XIX.

La guerra terminó en la década de 1880 con el exterminio casi total de los apaches (y los comanches, en los vecinos Coahuila y Texas) gracias en buena medida al fusil rayado de repetición y a las operaciones conjuntas del ejército gringo y los campañadores de los pueblos de Chihuahua (los colonos militares de Katz). Vencidos los valerosos nómadas, a los gobernantes y hacendados porfiristas (que eran los mismos) se les ocurrió que 112 mil hectáreas y un gobierno municipal democrático eran demasiado para esos rústicos, y se los fueron arrebatando. Naturalmente, los cinco pueblos fueron pródigos en revolucionarios villistas y colorados (magonistas) desde 1910, pero eso ya lo he contado. Lo que quiero platicar hoy es otro tesoro de archivo.

De los cinco pueblos, Janos fue el que mejor resistió desde 1904 las leyes de despojo agrario y destrucción del modelo democrático popular juarista, bajo la dirección del ranchero Porfirio Talamantes (muerto en combate como coronel villista en diciembre de 1913), de modo que bajé a las bóvedas del riquísimo Archivo General Agrario y subí a mi oficina con los expedientes de los núcleos agrarios ejidales de ese municipio… para enriquecer y confirmar la historia que hace 43 años nos contó don Friedrich. Encontré que en febrero de 1921, los vecinos de Janos exigieron al gobierno la devolución de sus tierras: Así lo escribieron:

“En la actualidad carecemos de los elementos más indispensables para nuestra subsistencia y desarrollo, pues estamos reducidos a la más completa miseria, debido a que en 1906 las autoridades… enajenaron de acuerdo con la ley de 25 de febrero de 1905 [...] los terrenos del ejido de este mismo pueblo, y por esta causa no tenemos ejido, siendo que, según el título del pueblo, expedido en tiempo del gobierno virreinal por el caballero de Croix, los ejidos del pueblo se componen de cuatro leguas por viento, cuyo título obra en la presidencia municipal […] al pueblo no le quedan mas terrenos que por los siguientes: […] todo lo demás de tierras que pertenece al ejido lo acapararon los señores Mápula, Anastacio Azcárate, Guadalupe Zozaya (en calidad de jefe municipal) y Jesús García Peña”. Mápula y Azcárate eran socios de Luis Terrazas, Guadalupe Zozaya fue impuesto por el gobernador Creel y García Peña era hermano de un ex gobernador.

Los solicitantes anexan copia certificada el título original firmado por el caballero de Croix en 1778 y puede ser consultado en el archivo.