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Negocios y empresas

El poder de los chips

U

no de los sectores que más se ha revalorado en el mundo es el de los semiconductores. La pandemia mostró el peligro de no contar con estos insumos, ya que sectores completos de la producción mundial dependen de estos pequeños componentes. Autos, teléfonos inteligentes y computadoras, por ejemplo, no funcionan sin chips.

Los circuitos integrados se han convertido en el principal insumo material de la revolución tecnológica y cada vez son más especializados. Quien no tiene la tecnología para producirlos se rezaga frente a países líderes. China, Taiwán y Corea del Sur producen 58 por ciento de estos insumos, frente a 12 de Estados Unidos. A raíz de la escasez de chips en Occidente, Europa y Estados Unidos no cumplieron sus metas de producción en la pandemia. No se trata de que en Occidente no exista el desarrollo tecnológico adecuado, sino que delegó la fabricación un insumo común y corriente a otras regiones porque salía más barato.

Por la escasez de estos bienes, Washington consideró el desarrollo y producción de chips como un tema de seguridad tecnológica nacional. Se trata de una política de Estado en la que comienzan a invertirse miles de millones de dólares, en coordinación con empresas privadas, para resolver esta limitante. En especial, Intel, Nvidia, TSMC, SK Hynix y Apple coinvertirán en Norteamérica más de 20 mil millones de dólares en fábricas y desarrollo de productos en esta área, con el apoyo del gobierno de Estados Unidos.

Para México, el proyecto resulta fundamental, porque la producción de estos insumos está en el acuerdo comercial de América del Norte. El gran reto, tanto en Estados Unidos como en nuestro país, es contar con miles de ingenieros de alto nivel para atender este sector. De ser así, las fábricas correspondientes serán estratégicamente más importantes para México que la planta automotriz de Tesla en Nuevo León, que todavía no se concreta.

Independientemente de que gane Donald Trump o Joe Biden en las próximas elecciones, la integración económica entre Canadá, Estados Unidos y México es una realidad y el nearshoring o fabricación de insumos en Norteamérica para sustituir la producción asiática es una realidad que toma fuerza.