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Una final entre la fiesta, la reventa y la ilusión rojiblanca
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▲ Decenas de miles colmaron el estadio Akron.Foto Arturo Campos Cedillo
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Periódico La Jornada
Lunes 29 de mayo de 2023, p. 3

Zapopan, Jal., En las calles cercanas al estadio Akron, un pequeño aficionado desparrama una mirada tierna a sus abuelos y pronuncia dos veces la palabra que siente más importante en el mundo: ¡Chivas, Chivas! La identificación entre ellos es contagiosa. Se aman entre sí, porque en éste y otros partidos los tres aman lo mismo.

A su alrededor pueden observarse cientos de aficionados que bailan y gritan como estudiantes en un recreo. Todos se funden en un montón de afectos hacia el mismo equipo. En medio de la ilusión compartida, no falta quien arma su propio negocio, hombres que alquilan carpas para ofrecer en 200 o 300 pesos camisetas no oficiales del Rebaño.

¿Les faltan boletos?, pregunta un grupo de revendedores a personas que descienden de las taquillas cerradas. Los precios para entrar al partido van desde 3 mil 500 pesos hasta 10 mil, según la zona del lugar. Más de uno resopla contra el viento cuando recibe el sablazo, resignados a esperar una mejor oferta. Una lluvia de voces notorias anuncia en otro punto que los seguidores de Tigres están a las puertas del acceso visitante.

Entonces el grito de ¡Chivas, Chivas!, la palabra más importantes para el nieto y sus abuelos, advierte a sus rivales que en Zapopan todos son del Guadalajara. La belleza del lenguaje futbolístico coincide con un escenario abarrotado, donde la temperatura alcanza 32 grados y la mayor urgencia es el registro del FanID, que sigue produciendo molestias entre los asistentes.

Decenas de instructores replican que el procedimiento es más sencillo de lo que parece, aunque lo recomendable es hacerlo desde casa. Sobre las principales vialidades, algunos miran el paso de los elementos de seguridad. En total son más de 2 mil 200 efectivos, repartidos en diferentes puntos del estadio para evitar que la violencia afecte otra vez el espectáculo.

En Guadalajara y Zapopan, un puñado de seguidores sin boleto se reúne para ver la final en pantallas gigantes. Los más optimistas piensan que desde ahí el traslado será más fácil hacia la glorie-ta de La Minerva, lugar de viejos festejos monumentales. En el caminoque lleva hasta allí desfila desde temprano una caravana de camiones con seguidores rojiblancos, cuyos cánticos de aliento se mezclan con el sonido de las bocinas de los coches.

Si el estadio Universitario en Nuevo León es llamado el Volcán, en Guadalajara hay un océano que consume su lava. No quedan sino pocos rastros de la multitud que acompañó a Tigres en su condición de local. La mayoría de ellos son integrantes del principal grupo de animación del equipo, identificados con camisetas que muestran la doble L (Libres y Lokos).

La fiesta transcurre mientras faltan unas horas para el inicio del juego. Nadie sabe lo que vendrá después. Como en la final de 2017, hay pocas certezas y mucho por resolver. En cualquier caso, la victoria será un sueño gigante y el principio de la gloria.