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El fentanilo contra Estados Unidos
E

n todas las culturas, en todas las épocas, la necesidad de salir de los problemas de la manera más fácil y rápida lleva a las personas a buscar un paliativo, si es que a las drogas podemos llamarles de ese modo. De acuerdo con el criterio de especialistas en sicología, siquiatría, neurología y de medicina preventiva, los motivos que impulsan a hombres y mujeres de diversas edades y condición económica son diversos, incluso algunos aparentemente sin explicación lógica.

Cuando se toma el camino destructivo de las adicciones, es importante buscar el origen en cualquier circunstancia de origen social y afectiva.

A partir del momento en que se reconoce la adicción, la vida familiar y personal prácticamente se desvía de sus objetivos. Empieza una etapa de declive y desgaste emocional, económico, de salud y, por supuesto, social. Es la condición de una vida saludable, productiva y estimulante la que acercará o alejará a la gente de la trampa de las adicciones.

Si todo va bien en cuanto a la cooperación de la persona enferma, la rehabilitación será exitosa, pero si la situación desde un principio no es controlada profesionalmente, el deterioro mental afectará a toda la gente que vive alrededor del adicto.

Sin embargo, de ninguna manera las condiciones geopolíticas son las que determinan la decisión de millones de personas para consumir drogas. No importa si es desde la menos peligrosa hasta la más letal.

El panorama y su modificación depende de la atención que le den las instituciones de los países. Como seres sociales, dependemos de la educación que recibimos (familiar y formal), así como del tipo de atención a la salud que tenemos al alcance, pero también del tipo de formación profesional que recibió el personal médico.

Estamos viviendo una etapa de acusaciones entre gobiernos. Lo insólito es que un mandatario responsabilice a cualquier gobierno por lo que pasa entre su gente.

La población mexicana no es la responsable de que en Estados Unidos existan más adictos que en cualquier otro país. Tampoco Rusia o China han puesto directamente en manos de millones de consumidores estadunidenses drogas ilícitas y peligrosas, sólo por el simple hecho de que en esos países se produzcan sustancias farmacológicas.

El negocio fácil de la farmacéutica y el de las adicciones van en paralelo. Para nadie es un secreto que la población mundial está sufriendo una adicción involuntaria a los medicamentos que han sido prescritos por sus médicos.

Los profesionales de la fabricación ilícita de sustancias que son fáciles de vender a la niñez y a la juventud, así como a diversas capas de la población, siempre están buscando cómo llegar a esa clientela cautiva. En muchos casos lo logran por las omisiones o concesiones de las autoridades sanitarias de las naciones.

El negocio es negocio. La destrucción de seres inocentes y vulnerables por las condiciones sociales y económicas descritas son el resultado de la complicidad involuntaria o directa y abiertamente voluntaria de la mafia mundial que se dedica a envenenar a la población, aunque apelen a su inocencia ante el caso de los miles de fallecimientos por las sustancias que venden. Los decesos no son algo personal, para ellos sólo es un negocio.

Recordemos que China es un gran productor de fentanilo, pero también ha sido responsable en el control. Colocó todas las drogas de este tipo de fármaco y dos precursores clave del fentanilo bajo un régimen regulatorio vigilado a partir de mayo de 2019.

Para Estados Unidos es un reto epidemiológico muy importante poner en práctica programas de salud preventiva y curativa que ayuden a disminuir y controlar las adicciones a cualquier opioide sintético, especialmente al fentanilo. En 1999 se registró una mortalidad nunca esperada. Las víctimas suman más de un millón y los fallecimientos por este motivo van en aumento.

Para el gobierno del presidente Joe Biden sería mucho más útil dedicar la misma cantidad de millones de dólares, invertidos en la absurda y falsa guerra de Ucrania contra Rusia, en sanear a la población.

Guerra falsa porque la supuesta invasión del gobierno de Vladimir Putin no es tal. Las regiones de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia no estaban bajo el gobierno de Ucrania. La población y las autoridades de dichas regiones estaban prácticamente abandonadas por el cómico en el poder: Volodymyr Zelensky, presidente de Ucrania cuyo fraude electoral fue reconocido por varios países adversos a Rusia y apoyado por los integrantes de la OTAN, y por Estados Unidos, principal proveedor de armamento bélico pero, también, el principal consumidor de drogas.

El presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró públicamente, durante la conferencia matutina del pasado 5 de mayo, que en México no se produce fentanilo. Se están recabando las pruebas para que la acusación de Estados Unidos contra México y China quede aclarada. Afortunadamente contamos con la Ley antifentanilo, la cual sanciona hasta con 15 años de cárcel por el uso indebido de sustancias químicas.

El gobierno de la 4T dio a conocer el 4 de mayo la entrada en vigor de la reforma a la ley federal de usos químicos.

Twitter: @AntonioGershens