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Desde otras ciudades

Polémica en Ámsterdam por el plan de mover el Barrio Rojo

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▲ Trabajadoras sexuales, empleados de las famosas vitrinas de Ámsterdam y simpatizantes en una marcha a finales de marzo para protestar por el proyecto de la alcaldesa.Foto Afp
E

l proyecto de la alcaldía de Ámsterdam de desplazar el famoso Barrio Rojo hacia un centro erótico en los suburbios ha desatado un enfrentamiento con vecinos y trabajadoras sexuales, opuestos encarnizadamente a este cambio.

Cientos de residentes de los suburbios que se oponen a que se instale un enorme burdel junto a sus casas, se unieron a las protestas de las chicas que desean quedarse tras las vitrinas iluminadas con neón escarlata cerca de los canales del centro.

La protagonista es la alcaldesa Femke Halsema, quien defiende su plan, pero no logra convencer. No es posible, dice llorando una madre tras un encuentro entre la alcaldesa y los residentes de uno de los tres lugares planeados para crear el centro erótico. Los residentes temen que el alboroto llegue a sus calles.

Por su lado, las trabajadoras sexuales consideran ser el chivo expiatorio de la alcaldesa en su intento por controlar la criminalidad y el turismo de masas en el centro de la ciudad. La alcaldesa dice que sólo somos una atracción turística y que la gente viene a burlarse de nosotros y a humillarnos, pero no es así, dice Michelle.

Ámsterdam, meca de la prostitución legal, trata de librarse de su imagen de ciudad del pecado y reducir el turismo festivo. Siempre habrá resistencia, independientemente de cuál sea la solución elegida, dice Halsema, quien ha sido criticada duramente.

En marzo, las trabajadoras sexuales se manifestaron con pancartas con la leyenda Salven al Barrio Rojo. Afirman que si lo desplazan se afectará su actividad y seguridad. En la querella se vio involucrada la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) que en 2019, después del Brexit, se fue de Londres, firmemente opuesta a que dos sitios propuestos estén cerca de su nueva sede.

los 100 lugares propuestos no serán suficientes, en comparación con las 250 cabinas que hay ahora. Pero con sus espacios destinados a la cultura, el arte y la diversión erótica, el edificio podría beneficiar a algunos. El Barrio Rojo sólo representa una pequeña parte, de la prostitución aquí, subrayó Alexander de Vos, ex trabajador sexual gay presente en una reunión entre la alcaldesa y ciudadanos de Ámsterdam. También hay personas transgénero y gays para los que no hay lugar y ese centro les ofrece una posibilidad.

Él dice estar contra el cierre del barrio, objeto de medidas cada vez más restrictivas: los burdeles deben cerrar más temprano los fines de semana y la ley seca se ampliará al cannabis. Ámsterdam también lanzó una campaña en línea para desanimar a los jóvenes europeos a realizar despedidas de solteros u otras actividades festivas en la ciudad.

Al denunciar una caza de brujas, las trabajadoras sexuales aseguran que el hecho de desplazarlas impactará sus ganancias sin resolver el problema, y niegan que ellas sean las causantes del turismo masivo y la criminalidad.

El barrio está lleno de letreros con todo lo que no está autorizado, subraya Michelle. El problema es que no se multa a nadie y los residentes saben dónde se instalaron porque existe la prostitución desde el siglo XVI.

Afp