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Un nuevo giro a la izquierda
L

as palabras del Presidente en el Zócalo, el pasado 18 de marzo, resonaron alto como pocas veces. La ocasión de hablar de la gesta cardenista no la redujo a la evocación sentida de una efeméride señera de la patria. AMLO habló con densa conciencia histórica: lectura del presente en la historia. Los valores y los sentimientos de masas de 1938, hechos uno con el presidente Cárdenas, guardan una continuidad viva con el presente. La situación y condiciones del pueblo y de la nación, en nuestros días, semejan a aquel momento decisivo. Por ello el Presidente decidió activar con especial vigor, este 18 de marzo, aquellos valores y sentimientos, para que emerjan como norte en los tiempos del presente y en los venideros, cuando el pueblo deberá decidir sobre la continuidad de los cambios gestados por su gobierno.

Como en 1938 la polarización de la sociedad es visible entre los de arriba y los excluidos; igual que en aquel año crucial, las derechas mexicanas, con el apoyo de fuerzas de la derecha estadunidense, estuvieron, como hoy están, volcadas sobre la sociedad, decididas a impedir la continuidad de la política nacional-popular, del gobierno de Cárdenas en aquel entonces, del gobierno de AMLO en el presente, en favor de las mayorías.

En 1939 nació el PAN, en defensa de los ciudadanos de arriba, para combatir la orientación nacional-popular del general michoacano. Ese partido debió esperar la llegada de Carlos Salinas y la implementación del Estado neoliberal, para hacerse uno con el priísmo. La vigencia, no sólo mexicana, sino latinoamericana, de la orientación nacional-popular, está viva y pudo resurgir en México con Morena y su líder, porque la devastación social corrupta contra el pueblo mexicano, provocada a la luz del día por los gobiernos del PRIAN y su socio menor, el PRD, mantuvo necesariamente larvados, pero hoy reactivados, aquellos valores y sentimientos nacional-populares.

Hay también diferencias cardinales entre los tiempos de la gestión del general Cárdenas, y los del gobierno de AMLO. En aquellos años, con el inicio de la Segunda Guerra Mundial en 1939, también empezó el tramo histórico por el que Estados Unidos (EU) habría de convertirse en la primera potencia mundial, con un peso económico y militar muy superior a cualquiera de las que fueron las potencias económicas y militares en los años de la Primera Guerra Mundial, todas ellas europeas. Hoy el peso relativo de EU está cayendo. Desde 2013 el PIB de China, en paridad de poder adquisitivo, superó al de EU, con una población 4.3 veces mayor que la de EU, sin colonias, sin esclavizar a nadie, y sin ataques militares.

El Presidente demandó un no rotundo a las medias tintas; a todo zigzag ideológico o político, a cualquier corrimiento del proyecto de la 4T hacia el centro. El pueblo de México, en su condición de pobreza profunda, está apenas en los prolegómenos de conocer un periodo histórico que lo beneficie. La desigualdad brutal apenas si ha sido tocada. Los mexicanos han tenido jornadas de trabajo largas como en pocos lugares, como lo registran estadísticas de todo tipo, han padecido los peores salarios y las peores condiciones de trabajo, por el embate de los ricos. Es ahora, con el gobierno de la 4T, que esas nubes negras empezaron a despejarse.

La continuidad del gobierno de la 4T sólo es posible mediante una vuelta de tuerca más hacia la izquierda, muy lejos de la idea de que AMLO ya hizo lo suficiente y ya es tiempo de concordia con los demás. Una vuelta, o más de una, en cada sexenio del futuro, hasta que sea realidad una igualdad básica y suficiente sin exclusiones. Una igualdad de vida decente para todos: en la vivienda, en la salud, en la educación, en la alimentación. No se trata de mejorar la vida de los más, reservando la vida regalada para los de arriba. No más blancos encima de los morenos y los negros. Un país para todos, no para unos cuantos. Así, hasta que los excluidos sean parte de México, cabalmente. La propuesta de ir a la conciliación con los políticos que siempre han representado a los de arriba, representa la peor pesadilla para las mayorías. Esa, es una propuesta de sectores de Morena que sólo pueden pensar en la política como acuerdos entre las élites. No puede ser más claro que no hay acuerdo posible entre élites y excluidos.

Hagan lo que hagan, no volverán los oligarcas, clamó el Presidente. Es otra diferencia con el tramo cardenista. El general creyó que era necesario decantarse por Manuel Ávila Camacho, a la luz de una nueva realidad internacional. Una decisión que inclinaría la historia mexicana por caminos retorcidos, cada vez más alejados de pueblo, construidos por el PRI. Hoy no hay esa coyuntura internacional, y los grados de libertad de México son mayores. Una vuelta más hacia la izquierda es indispensable. Las mayorías sabrán identificar quién está a la izquierda. La continuidad con cambio significa, para los más, un proyecto colectivo que se proponga un nuevo giro hacia la izquierda.