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Murió Kenzaburo Ōe, Nobel de Literatura, referente social de su natal Japón y pacifista

El deceso ocurrió el 3 de marzo pasado, informó la editorial Kodansha // Encaminó sus esfuerzos literarios a compensar las atrocidades inhumanas de la guerra, dijo al recibir el galardón, en 1994 // En los años 70 fue profesor invitado en El Colegio de México

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▲ El novelista Kenzaburo Ōe, autor de Un asunto personal y Notas de Hiroshima, captado en marzo de 2012.Foto Afp
 
Periódico La Jornada
Martes 14 de marzo de 2023, p. 6

El novelista japonés Kenzaburo Ōe, Premio Nobel de Literatura 1994 y referente social en su país por su pacifismo, falleció el pasado 3 de marzo a los 88 años, informó este lunes la editorial Kodansha.

El sello que publicó 21 de las obras, incluido su texto postrero In Late Style (A última hora), difundió que el deceso del escritor ocurrió debido a su avanzada edad y que el funeral ya se realizó.

En su discurso al recibir el máximo galardón de las letras mundiales en 1994, Kenzaburo Ōe expresó su aspiración a continuar la tradición heredada de los escritores de posguerra cuyos esfuerzos se encaminaron a compensar las atrocidades inhumanas cometidas por las fuerzas militares japonesas en los países asiáticos.

Ahí sostuvo también que su intención fue salvar las profundas diferencias que existían no sólo entre los países desarrollados de Occidente y Japón, sino también con los países africanos y de América Latina. Sólo así pensaban que podrían buscar con cierta humildad la reconciliación con el resto del mundo.

El Nobel de Literatura le fue concedido en reconocimiento a que con fuerza poética crea un mundo imaginado, donde la vida y el mito se condensan para formar un cuadro desconcertante del predicamento humano actual.

El autor de La presa fue descendiente de una prominente familia de samuráis. Nació en 1935 en la isla de Shikoku y estudió literatura en la Universidad de Tokio hasta 1958. Publicó novelas, relatos cortos y ensayos, en las que se halla la influencia de autores occidentales, como Dante, Rabelais, Balzac, Poe, Yeats, Eliot, Auden y Sartre.

La derrota de su país con el lanzamiento de las bombas atómicas en 1945, marcó al joven Kenzaburo Ōe, quien posteriormente describió sus escritos como una forma de exorcizar demonios.

En los años 60 se convirtió en padre de un hijo con daño cerebral, que originó su libro Un asunto personal (1964). Durante la recepción del Nobel de Literatura, el narrador recordó que las primeras palabras que su hijo Hikari Ōe pronunció fueron Son rascones de agua, refiriéndose al canto de esas aves que escuchó en una grabación.

“Las voces de los pájaros le despertaban la música de Bach y Mozart, y acabó componiendo sus obras. Las pequeñas piezas que creó al principio estaban llenas de fresco esplendor y deleite. Parecían el rocío brillando sobre las hojas de hierba. La palabra inocencia se compone de ‘in’ no y ‘nocere’ herir, es decir, ‘no herir’. La música de Hikari era, en este sentido, una efusión natural de la propia inocencia del compositor”, mencionó entonces.

En una de sus principales novelas, El grito silencioso (1967), aparentemente narra una revuelta fracasada, pero aborda las relaciones de las personas entre sí en un mundo confuso en el que conocimientos, pasiones, sueños, ambiciones y actitudes se funden unos con otros, interpretó la Academia Sueca al otorgarle su distinción.

En Notas de Hiroshima (1965) reunió testimonios de víctimas del 6 de agosto de 1945 y en Notas de Okinawa (1970) se centra en el destino del archipiélago periférico de Japón, que fue devuelto por Estados Unidos hasta 1972. Como resultado, fue acusado de difamación por recordar en este ensayo que muchos civiles fueron empujados al suicidio por los militares japoneses durante la batalla de Okinawa en 1945. El escritor ganó el juicio.

Ōe vivió por unos meses en México en la década de los años 70, como profesor visitante en El Colegio de México, destacó la embajada de nuestro país en Japón en su cuenta de Twitter.

El autor fue cofundador de una organización civil defensora del mantenimiento del artículo 9 de la Constitución aprobada tras el final de la guerra, que defiende el carácter pacifista de Japón, y que el gobierno de su país intentó modificar.

En la tribuna que le brindó el Premio Nobel, recordó que borrar de la Constitución el principio de la paz eterna no será más que un acto de traición contra los pueblos de Asia y las víctimas de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki. No me resulta difícil, como escritor, imaginar cuál sería el resultado de esa traición.

Concluyó entonces: “Deseo que mi tarea de novelista permita tanto a quienes se expresan con palabras como a sus lectores recuperarse de sus sufrimientos y de los sufrimientos de su tiempo, y curar sus almas de las heridas.

He dicho que estoy dividido entre los polos opuestos de la ambigüedad característica de los japoneses. Me he esforzado por curarme y restaurarme de esos dolores y heridas por medio de la literatura. También me he esforzado en rezar por la curación y recuperación de mis compatriotas japoneses.

En sus últimos años, Kenzaburo Ōe encabezaba un movimiento que exige un abandono del uso de la energía nuclear tras el accidente en la central de Fukushima, a consecuencia del terremoto y el tsunami que azotaron al país el 11 de marzo de 2011.