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l Banco de México es una de las instituciones más sólidas de nuestro país que ha logrado conservar su independencia y proteger nuestra moneda a pesar de las crisis que hemos vivido. Lo fundó en 1925 el presidente Plutarco Elias Calles y desde entonces ha sido fundamental para mantener la estabilidad financiera nacional gracias a su autonomía.

Hace unos meses abrió las puertas de su sede principal, en el corazón del Centro Histórico, para albergar un museo que tiene el propósito de mostrar la colección numismática y las funciones de ese organismo.

Hay que comenzar por el edificio porque es parte del atractivo. Se construyó en el sitio donde estuvo parte del Hospital de Terceros Franciscanos; lo diseñaron en Nueva York en 1905 y lo construyeron los arquitectos Gonzalo Garita y AR Whitney. El sostén es una moderna estructura metálica recubierta de cantera dorada del estado de Hidalgo.

En 1925 lo remodeló el arquitecto Carlos Obregón Santacilia para ser la sede del Banco de México. Entre otros cambios, se le retiraron 10 cariátides que ornamentaban la fachada principal, colocando en cambio dos grandes esculturas sedentes del artista Manuel Centurión. El interior se tornó espectacular con un gran vestíbulo totalmente art-deco, con finos mármoles italianos en toda una gama de colores: marfil veteado cubre los muros, grandes columnas en negro, los pisos en tonos rojizos y amarillos; todo ello contrastando con las espléndidas molduras de bronce, los barandales y las lámparas. Destaca el inmenso plafón color ámbar, con espigas de trigo y figuras de cortes angulares y geométricos.

El Museo Banco de México se distribuye en cinco espacios que muestran exhibiciones dirigidas al contenido del dinero y la estrecha relación de esa institución con la sociedad. En el majestuoso vestíbulo deslumbra la proyección del vitral animado de Fermín Revueltas.

Nos enteramos de que el dinero tiene una historia de más de 5 mil años; su transformación, desde semillas hasta datos electrónicos, ha estado marcada por las necesidades cambiantes de las sociedades que buscan maneras más eficientes para intercambiar.

Distintas experiencias interactivas llevan a conocer la colección numismática y mediante ellas se pueden identificar los momentos más importantes de la historia del dinero y descubrir diversas maneras en las que se ha transformado para adaptarse a sus diferentes contextos.

También se muestran las diversas formas que ha tenido, desde piedras, collares, herramientas, hasta monedas y billetes. A través de ellas se advierte cómo siempre el dinero ha conservado sus tres funciones principales: generalmente aceptado por la sociedad para realizar compras y pagos, fijar precios y documentar deudas, así como para transferir la capacidad de comprar bienes y servicios a lo largo del tiempo.

Hay que descender al sótano del edificio donde se encuentran las monumentales bóvedas, espacio emblemático que resguardaba celosamente los valores que daban cuenta de la confianza en el banco central.

La principal, ofrece una experiencia inmersiva con un espectáculo multimedia que te llevará al corazón de la confianza. En los otros espacios se recorren diversos periodos históricos y económicos a través de los ejemplares numismáticos protegidos en las cajas de seguridad. Hay finos grabados con las características de las primeras monedas fabricadas en México, así como las acuñaciones hechas durante los periodos de guerra de la Independencia y la Revolución.

Están las piezas galardonadas por su diseño y belleza y objetos de otras partes del mundo que por su valor utilitario fueron usados como medio de pago, las primeras monedas del mundo acuñadas en Oriente y Occidente y algunos ejemplares del mundo antiguo.

Es un recinto pequeño pero sustancioso, que permite ir temprano a comer. Por el calor, se antoja una terraza, así es que fuimos a Los Girasoles, en la Plaza Manuel Tolsá, a degustar su sabrosa cocina mexicana.

Comenzamos y terminamos con la botana porque estuvo deliciosa y abundante. Algunos con cerveza y otros con tequilitas compartimos:

Molotes de plátano con chilorio, sopecitos de tuétano, tostadas de atún, chalupitas poblanas, panuchos yucatecos, enchiladas de jamaica, tacos de camarón estilo Sinaloa, y otros estilo Baja. Sólo quedó lugar para una fresca ensalada de mandarina, creación de la casa, y de postre, la bomba poblana, suculento volcán de chocolate con ligero sabor a mole poblano y una teja de ajonjoli.