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Bajo la lupa

Diplomacia telúrica del tercer mandato de Xi: espectacular reconciliación de Irán y Arabia Saudita

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▲ Xi Jinping fue elegido unánimemente para un tercer mandato.Foto Xinhua
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rranque telúrico del incipiente orden multipolar!: China hace el milagro geopolítico de reconciliar a Irán y a Arabia Saudita.

El mismo día que el mandarín Xi Jinping fue unánimemente elegido presidente para un tercer mandato (https://bit.ly/3ZDpKFd) –lo cual le confiere una sólida estabilidad frente a la ingobernabilidad democrática del G-7, que sufre protestas masivas por doquier y el fantasma de la estanflación–, la nueva superpotencia china (https://bit.ly/3TaYKu5) consiguió el sueño imposible –para la narrativa balcanizadora anglosajona– de un significativo acuerdo entre Arabia e Irán para reanudar sus lazos diplomáticos y reabrir sus embajadas y misiones en los próximos dos meses, después de una ruptura de siete años, que fue saludado como un hito para ayudar a desescalar las tensiones y restaurar la paz en el Medio Oriente, así como inyectar estabilidad en un volátil paisaje geopolítico (https://bit.ly/423vb1G).

El Wall Street Journal coincide en que el arreglo marca un nuevo (sic) Medio Oriente cuando “la región atraviesa giros tectónicos geopolíticos conforme las rivalidades de la Primavera Árabe se desvanecen (https://on.wsj.com/3LdjmzR)” y reordena las relaciones regionales después de una década de turbulencias que empezaron con los levantamientos de 2011 conocidos como la Primavera Árabe, teledirigidos por la tripleta Obama/Biden/Hillary Clinton (https://bit.ly/3Jx8Z8Z).

El New York Times –cercano al Departamento de Estado y al Partido Demócrata– no supera su estupefacción: el acuerdo mediado por China trastorna la diplomacia del Medio Oriente y desafía a EU, con “Washing-ton abandonado al margen (https://nyti.ms/3FcUm88)” cuando el “papel de China subraya la ambición de Xi Jinping de ofrecer una alternativa al orden (sic) mundial liderado por EU (https://nyti.ms/3T8xFru)”.

El histórico acuerdo dejó en plena catatonia a la Unión Europea y a Israel, lo cual tendrá reverberaciones en los 57 países de la Organización de Cooperación Islámica, hoy con un PIB nominal de 9.9 millones de millones de dólares y más de mil 900 millones de feligreses.

El acuerdo destila un poderoso aroma a petróleo proveniente de la sunita Arabia y a gas originario de la chiíta Irán. Se condensa así el paciente tejido geopolítico gasero de China con Irán desde hace dos años (https://bit.ly/3ZE9JhX) y la reciente visita del mandarín Xi a Riad para reunirse con las seis petromonarquías del Golfo Pérsico (https://bit.ly/3FgAq49).

La desescalada de Irán y Arabia Saudita tendrá fuerte impacto en la guerra civil de Yemen y en la parálisis de la elección presidencial en el Líbano, donde se vislumbran concesiones mutuas.

La revista monárquica globalista neoliberal The Economist no sale de su estupor y, en su clásica mentalidad balcanizadora a la Mackinder, vaticina que el “acuerdo no finiquitará las guerras por encargo de los países, ni cimentará a China como la nueva potencia regional (https://econ.st/41WTH4q.)” Da a entender que en dos meses se escenificarán sucesos (sic) que podrían descarrilar (¡megasic!) el acercamiento, que si aún se diera, se trata de un acuerdo transaccional (¡supersic!) no transformativo (sic), ya que Irán y Arabia permanecerán con sus dagas desenvainadas. ¡Más si la anglósfera se consagra a amarrar guerras teológicas entre sunitas y chiítas!

The Economist, cual su especialidad nihilista de lo ajeno, enumera una serie de agravios mutuos que quizá sean secundarios (sic) para Washington, pero pueden ser explotados por los republicanos, quienes fustigarán el fracaso de Biden en el Medio Oriente.

La revista concluye que China puede exultar una victoria diplomática. Pero los temas subyacentes no han cambiado (sic), ya que el acuerdo es más de percepción que de realidad.

Por cierto, Biden no pasa por su mejor momento ni al exterior ni al interior cuando empiezan a repercutir las ondas de choque de la quiebra del Silicon Valley Bank.

Desde ahora la anglósfera vislumbra con terror el próximo ingreso de Irán y Arabia a los Brics+, sin contar el fenomenal ascenso de la OPEP+, de la que son miembros.

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