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Rompen estereotipos en Guerrero; la danza de Tlacololeros deja de ser sólo de varones
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▲ En San Mateo, alrededor de 30 mujeres han participado en el grupo; portan sus propias máscaras sin perder la esencia del baile. Rosy interpreta al personaje principal, La Salvadora.Foto cortesía de Rosy Chavelas
 
Periódico La Jornada
Sábado 11 de marzo de 2023, p. a11

Rosalía Martínez Azahar, conocida como Rosy Chavelas, con su grupo Tlacololeras de San Mateo, en el municipio de Chilpancingo, Guerrero, ha logrado romper estereotipos de género que excluían a las mujeres de participar en la danza tradicional de esa comunidad dedicada a la siembra.

En noviembre de 2015, Rosy cumplió su sueño de bailar la danza de las tlacololeras, originalmente creada por hombres, para hombres. A partir de ese momento abrió el camino a otras mujeres que también querían ser parte de una de las danzas más antiguas y populares de Guerrero, cuyo nombre proviene de la palabra mexica tlacolol, que significa cultivo del campo, y representa los esfuerzos que hacen los campesinos (tlacololeros) por mantener a salvo sus cosechas del jaguar o tigre.

“Desde que tengo uso de razón siempre me gustó la danza de los Tlacololeros. Mi bisabuelo, Asención Flores, conocido en el barrio como Chencho Flores, elaboraba las máscaras; también fue tlacololero y ensayaba a los danzantes. Siempre tuve esa inquietud de participar en una danza a la que no se me permitía por ser mujer.

Mi esposo, Ángel Chavelas, y mi hijo estaban en danzas de varones, y les comenté que quería bailar; aprendí los sones cuando ensayaban y de ahí surgió la idea de hacer una danza de tlacololeras exclusivamente de mujeres, para velar por nuestro bienestar y seguridad, explicó Rosy Chavelas.

Recordó también que cuando veía esa danza, su alma vibraba, le hervía la sangre y su corazón palpitaba fuerte, eran las emociones que sentía al son de la flauta y el tambor. Pero nunca entendí, sólo era algo en mi interior que me movía cada vez que los tlacololeros pasaban junto a mí.

Desde hace ocho años, la danza de tlacololeras se ha presentado en el barrio de San Mateo y en otras comunidades del país. Somos una danza muy activa, aunque el camino no ha sido fácil, pero gracias a Dios empezamos a picar piedras y otros grupos de mujeres han creado sus comparsas, expresó la danzante.

Sobre sus primeras presentaciones como tlacololeras, Rosy explicó que fue muy complicado que las aceptaran; incluso, en una ocasión las agredieron física y verbalmente. “Como mujer es muy importante enseñar a mi hija y a otras chicas que todo se puede en esta vida. Muchas veces me dijeron que no podía danzar y fue un reto lograrlo, por eso le digo a las muchachas que les va doler, pero no porque les vayan a pegar o algo así, sino porque duele aprender a tronar el chirrión como deber ser. Que ellas logren vencer esos miedos es muy padre.

Me siento muy orgullosa de todas las chicas que han pasado por esta danza y de abrir paso en este camino tan machista y tan cerrado; no ha sido fácil, pero un día lo soñé y lo logré.

En San Mateo, alrededor de 30 mujeres –amas de casa y estudiantes– han participado en el grupo de Tlacololeras, cuya danza se distingue por portar sus propias máscaras sin perder la esencia del baile dedicado a la siembra. Rosy interpreta al personaje principal, La Salvadora, y en la danza sólo existe una tlacololera, quien a su vez es acompañada por Maravilla, una perra.

Otros personajes son La Maizo, La Calabacera, La Ejotera, El Chile Verde, La Jitomatera, La Frijolera y La Colmenera, quienes aprendieron los pasos de los sones.

El ajuar de las tlacololeras es como lo usaría un hombre; es decir, llevan puestos tres costales, uno atrás, otro enfrente y el tercero en la manga, los cuales pesan unos 10 kilos; también se usa un sombrero de palma, una máscara de madera de colorín, un chirrión de reata, alambre y chaparreras. Dos de las tlacololeras portan botas y el resto huaraches y camisa, explicó la fundadora del grupo.

De acuerdo con Rosy Chavelas, la danza de los tlacololeros, y ahora tlacololeras, representa el esfuerzo que hacen los campesinos por mantener a salvo sus cosechas. Según la leyenda, para espantar a un animal con garras, no se sabe si era un tigre o jaguar, los hacendados y campesinos se organizaron para buscarlo, pero al pueblo llegó un hombre que tocaba la flauta y el tambor y lo llamaron El Pitero, quien, al enterarse de la amenaza del animal salvaje, elaboró el chirrión para ahuyentarlo con su sonido, que es parecido al de los truenos.

El proyecto de las tlacololeras, que encabeza Rosy Chavelas, se ha ganado el respeto de la comunidad y ahora participan en las fiestas patronales y en actividades privadas.