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Centro Paul Klee dedica a Noguchi una muestra que le quita la etiqueta de diseñador

El artista estadunidense elaboró un mural-escultura en el mercado Abelardo L. Rodríguez, en el Centro Histórico de la Ciudad de México

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▲ Retrato de Isamu Noguchi, 1955, por Louise Dahl-Wolfe.Foto The Noguchi Museum Archives, 03705 © INFGM/2021, ProLitteris, Zuricc
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Martes 25 de octubre de 2022, p. 5

Berna. El Centro Paul Klee, ubicado en la capital suiza, dedica hasta el 8 de enero de 2023 una completa retrospectiva itinerante en Europa del artista Isamu Noguchi, de quien México conserva un mural. La curaduría es de Fabienne Eggelhöfer y tiene el mérito de dar por primera vez una lectura abierta y profundizada de su poliédrica actividad, que romperá con el limitado encasillamiento de diseñador que la crítica le había dado hasta ahora.

Hijo de una escritora estadunidense de origen irlandés y de un poeta japonés, Noguchi (1904-1988) nació en Los Ángeles, aunque vivió la mayor parte de su infancia en Japón. Si bien Noguchi amó Europa y pasó largas temporadas a lo largo de sus seis décadas de actividad –en particular en París e Italia–, sus obras en las colecciones europeas son irrisorias, limitadas a los ejemplos más trillados, a pesar de haber expuesto regularmente en espacios tan reconocidos como la galería Maeght (entre 1947 y 1982), o de haber participado en muestras tan importantes como la Bienal de Venecia o la Documenta.

Los jardines de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, en París (1956-1958), fue el encargo más importante que recibió en Europa, fruto de su muy personal interpretación de los jardines japoneses tradicionales, donde las esculturas debían tener una integración con el espacio circundante e implicar a la gente.

Con frecuencia su obra fue percibida a través de los parámetros occidentales de lo japonés, aunque el artista fuera estadunidense y, sobre todo, un artista nómada. Se inspiró en culturas antiguas y contemporáneas desde los jardines de aquél país asiático, hasta los observatorios astronómicos de India, así como en el arte abstracto y surrealista. Además, instaló estudios en diversas partes del mundo, donde trabajó y permaneció por largas temporadas.

La impecable calidad técnica, su cualidad artesanal y la estética llevaron a algún crítico a etiquetar su obra como típicamente japonesa, remarcando su aparente rezago, distante del arte vanguardista neoyorquino. Pero para Noguchi fue una deliberada elección artística, porque Nueva York era su ciudad y porque frecuentó sus galerías y artistas, entre ellos a su amigo Arshile Gorky.

Para Noguchi, no había diferencia entre arte y artesanía, como tampoco entre arte y vida. Aprendió la manualidad desde niño, en Japón, motivado por su madre, y en la escuela de arte. También como asistente del gran escultor Constantin Brancusi, en París, en 1927, quien ejerció una fuerte influencia en su trabajo. Con él aprendió el labrado de madera y de piedra como la esencialidad formal.

El arte era para Noguchi un medio para mejorar la vida del ser humano, embellecerla y dotarla de maravilla. Lo concebía como una conexión con el universo y con la gente, no como un objeto venerable. Sus formas orgánicas y suavemente sinuosas no ocuparon las paredes de las galerías, sino que salieron al mundo: los jardines, juegos de niños, escenarios y vestuarios de teatro y objetos en las casas de la gente común. Tuvo una colaboración insondable por décadas con la gran bailarina Martha Graham, desde 1935. También patentó diversos objetos y muebles con Knoll y Herman Miller.

Si sus cualidades interdisciplinarias y transculturales lo penalizaron en el pasado, hoy son de interés para la crítica. El público puede finalmente conocer su obra más allá de sus famosas lámparas de papel Akari (l952), y de la mesa Coffee Table (1944), por las que es conocido.

Primera obra pública

Si bien Isamu Noguchi desarrolló su actividad principal en Estados Unidos, Japón y Europa, en México creó su primera obra pública en el mercado Abelardo L. Rodríguez, titulada Historia de México (1936), un mural en escultura y no en pintura. Noguchi había intentado participar sin éxito en el magno Public Works of Art Project (PWAP) que involucró a más de 3 mil artistas como apoyo a los creadores dentro del new deal, después de la Gran Depresión de 1929; sin embargo, sus bocetos fueron rechazados.

De esa estancia guardó recuerdos muy gratos: ¡Qué distinto fue México! Ahí me dejé de sentir alienado; los artistas eran gente útil y formaban parte de una comunidad. Lo realizó en ocho meses gracias a la beca Guggenheim.

Dedicado en principio a hacer retratos en escultura para mantenerse, el mural fue su primera obra pública, la cual describió así: “Realizada en cemento pintado sobre ladrillo tallado, de dos metros de altura por 22 de largo. En un extremo había un gordo ‘capitalista’ que era asesinado, un esqueleto (¡sombras de Posada!). Había guerra, crímenes de la Iglesia y el ‘trabajo’ triunfante. Sin embargo, el futuro se veía brillantemente en la figura de un niño indio, observando la ecuación de Einstein para la energía”. Según Esther Acevedo, en un estudio sobre los murales del mercado, la obra de Noguchi aportó nuevas posibilidades y técnicas para el desarrollo de muralismo.

Marion Greenwood (y su hermana Grace) obtuvo el encargo gracias a Pablo O’Higgins. Fue por conducto de ella, que era su amiga, que Noguchi llegó a México, dirigido por Diego Rivera.

Según la escritora Hayden Herrera, a quien se debe el libro pionero sobre Frida Kahlo así como la primera biografía de Noguchi, Listening to Stone: The Art and Life of Isamu Noguchi (2015), él y Kahlo tuvieron un romance. Herrera recordó en una entrevista que una de las historias favoritas era que Diego Rivera lo descubrió con Frida en la cama, delatado por un calcetín suyo que llevaba el perro en el hocico, amenazándolo de dispararle si lo volvía a encontrar.

En México existe una obra adicional del artista: los juegos infantiles del acervo del museo Tamayo, realizados para la exposición Los parques de Noguchi (2016), y accesibles al público en Chapultepec. De éstos sólo hay otros en Atlanta, Estados Unidos, y en Sapporo, Japón.

La muestra Isamu Noguchi, en Berna, se realiza con el Centro Barbican de Londres y el Museo Ludwig de Colonia, en colaboración con el Museo de Arte Moderno Lille Métropole, y con apoyo de la Fundación Isamu Noguchi y Museo Jardín, de Nueva York.

En Long Island se ubica el Museo Noguchi (www.noguchi.org) y, gracias a un proyecto de 4.5 millones de dólares, financiado por el Departamento de Asuntos Culturales se abrirá por primera vez su estudio donde el artista vivió y trabajó.