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Arte proleta de León Chávez Teixeiro
Foto
La silla roja, uno de los trabajos del artista que se exhibe en la galería La Resistencia.Foto Alfredo López Casanova
“M

i canción es una canción lucha de clases” León Chávez Teixeiro, en el documental Mujer, se va la vida compañera.

Más de un par de docenas de monotipias y tintas, que forman parte de la exposición León Chávez Teixeiro: Tintas y monotipias que se exhibe en la galería La Resistencia (en Cuba 34, Centro), muestran una faceta de León Chávez Teixeiro (1936) menos conocida, pero relevante en su trayectoria. Tan relevante como su música y tan importante como su militancia política. Pintar, cantar y militar: tres verbos que sintetizan parte de su octogenaria vida. Su primera muestra pictórica fue en 1964; a partir de ahí se sucedieron una treintena de exposiciones, entre individuales y colectivas. En galerías, museos y espacios alternativos de la Ciudad de México, Guadalajara, Los Ángeles, Morelia y Londres ha mostrado parte de su obra.

Observadas en conjunto, tintas y monotipias, producen la impresión del movimiento como si fuera una peculiar road movie que recuerda los años mozos del músico, cuando estudió cine. Líneas blanquecinas, oscuridades, tallones, planos, manchas, figuras, texturas, volúmenes trazados y cuerpos apenas delineados pasan ante nuestros ojos. Hay algo de espontaneidad, de recreación azarosa, como quien suelta la mano sobre la superficie del papel para ver qué imagen aparece, de similar manera a como deja caer sus dedos sobre las cuerdas de la guitarra para ver qué sonido emerge. Nuevamente: imagen, sonido y acción. Pero también podemos notar cierto humor y registro lúdico en esos pequeños formatos: unas manos o pies con unas largas patas que caminan por la ciudad. O la mosca, impertinente, acechando algo que parece una calavera con una gorra similar a la que usa León Chávez Teixeiro (¿autorretrato?), según se aprecia en el cuadro que lleva un título juguetón, Por si las moscas.

Hay que destacar que existen ciertos temas recurrentes en los grabados y obra plástica del autor, que pueden observarse en su página oficial: túneles, recuadros, azoteas, pequeñas multitudes, diversos planos, cuerpos difuminados, mujeres recostadas, horizontes de la ciudad y el campo y, particularmente, moscas. Las moscas son un emblema doble en la historia del arte y la literatura; por un lado, representan plaga, contaminación y transmisión de ciertas enfermedades infecciosas (disentería, cólera, etc.); pero por el otro, también simbolizan la capacidad adaptativa y habilidad para escapar y resistir. El poeta Antonio Machado recordaba su impertinente presencia en el poema Las moscas: … Moscas vulgares, / que de puro familiares/ no tendréis digno cantor: / yo sé que os habéis posado/ sobre el juguete encantado, / sobre el librote cerrado,/ sobre la carta de amor, / sobre los párpados yertos / de los muertos.

Para comprender el arte que practica León Chávez Teixeiro es imprescindible situarlo críticamente en la ciudad. Algunos títulos de sus pasadas exposiciones así lo indican: La ciudad y las moscas (1984), La ciudad y los ojos (1990), La chava de la Martín Carrera (2004), El Defectuoso se arma y se desarma (2013), entre otros. Esa constante se mantiene, así sea cuando graba pastizales, lunas y campos, pues su punto de partida es el del flâneur –para usar una expresión de Benjamin– que asombrado recorre la ciudad y está atento a su devenir, complejidad, contradicciones, conflictos y densidad histórica. Pero no sólo se trata del flâneur que simplemente observa las transformaciones de la ciudad, sino del flâneur militante que vincula esos fenómenos con los efectos agresivos y mortíferos del capital sobre los sectores populares. Por eso no es casualidad que León Chávez Teixeiro recuerde en algunas monotipias a Posadas (véase la serie Posadas es pueblo), emblema del artista comprometido con la cultura popular, sus tensiones y conflictos.

Esto es lo que permitiría entender el vínculo entre dos monotipias aparentemente diferentes, Pastizales y Migrando, por poner un ejemplo. Migraciones y explotación minera son dos fenómenos en los que la acumulación de capital muestra su rostro criminal y en torno a las cuales se organizan diferentes luchas de resistencia. Trabajadores y mineros explotados, inquilinos de viviendas, amas de casa violentadas, profesores precarizados, indígenas y campesinos son esas grandes mayorías que forman parte del proceso de proletarización social inmanente al carácter mercenario del capitalismo, ahora más criminal en su fase neoliberal. En distinto momento y de diferente manera, estos personajes han estado presentes en sus canciones, su obra plástica y su trayectoria militante.

Así como en cada canción de León Chávez Teixeiro encontramos historias de los de abajo, su arte plástico descansa en similares resortes. Pero no es casualidad que así sea. Dicen que origen es destino. Si hay algo que define la trayectoria de León Chávez Teixeiro es tanto su origen proletario como la ciudad en tanto locus de las luchas contra las lógicas depredadoras y antihumanas del capital. León Chávez lo ha contado en diversas entrevistas: de padre obrero (militante del Partido Mexicano del Proletariado), pasó parte de su infancia en una colonia obrera (Plutarco Elías Calles), se vinculó con las luchas proletarias del momento, el 68 y después con las inquilinarias y otros movimientos sociales y populares. Por eso insinuábamos al inicio de este escrito que la obra de León Chávez Teixeiro, aunque expresada en tres ámbitos, representa una unidad y esta unidad está determinada por su pasión por la ciudad y su compromiso con las luchas populares. Unidad y congruencia política definen la vida de León Chávez Teixeiro.

*Poeta y profesor en la Universidad Autónoma Metropolitana-Cuajimalpa