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Negocios y empresas

El espíritu emprendedor

C

ientos de pequeños negocios surgen cada día en nuestro país. Cuando se visita el centro de México o las zonas comerciales de cualquier ciudad de la República proliferan los tianguis en donde se puede encontrar todo tipo de bienes y servicios.

Además, se realizan millones de intercambios diarios a nivel familiar o vecinal para complementar los ingresos. En muchos lugares se acostumbra vender alimentos cocinados, ofrecer servicios de cuidados personales y realizar ventas por catálogo de ropa, de zapatos, de recipientes plásticos y otro tipo de productos.

En otros casos, además del trabajo formal se complementan los ingresos con actividades que realizan informalmente varios miembros de la familia, lo que les permite mantener su nivel de vida, aun con la crisis y la inflación que se vive en estos momentos.

En el caso de los jóvenes muchas veces resulta frustrante terminar una carrera técnica o universitaria y no conseguir trabajo. Por ello, también se las ingenian para laborar en actividades que realizan por su cuenta y riesgo.

Para progresar en un negocio independiente y registrarlo a nivel formal existen grandes trabas, entre los que destacan tres: las regulaciones poco ágiles para el registro y operación, la corrupción y burocracia y la falta de capacitación en las escuelas para formar emprendedores.

Aun con esas limitaciones, las recurrentes crisis económicas, la reciente crisis de salud por el coronavirus y el avance de la tecnología generan una oleada de personas que se ven obligadas a trabajar por su cuenta para sobrevivir.

Muchas personas recurren en estos momentos a las aplicaciones que se desarrollan de manera virtual. Con un teléfono celular en la mano cientos de miles de personas se dedican a vender o a entregar bienes que se adquieren por medio Internet. Casas, departamentos y medios de transporte personales se han convertido en herramientas productivas y muchas personas prefieren esta opción a regresar a un trabajo asalariado de ocho horas diarias, más el tiempo que destinan a trasladarse a una fábrica u oficina.

El concepto del trabajo asalariado ya no es de interés para esta nueva generación que se integra a la vida productiva. El espíritu emprendedor desarrollado en México con ayuda de la tecnología se traduce en un mejor nivel de vida para millones de mexicanos.