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Creciente horror en Somalia, Etiopía y Yemen
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ace 12 años Laura Restrepo (1950) publicó en la revista semanal del diario El País varios reportajes en los que describió la violencia y el hambre que padecen millones de personas en Somalia, Etiopía y Yemen. Las principales víctimas: las mujeres y los niños. En su recorrido por esa parte de África, Laura tuvo la decidida colaboración de Médicos Sin Fronteras. Con esos reportajes hiló durante siete años su nueva novela Canción de antiguos amantes, historia de amor contemporáneo que tiene como fondo la obsesión del protagonista por la reina de Saba y su entorno geográfico y humano. Ahora Laura recibe elogios de la crítica literaria y los lectores. José Saramago y Gabriel García Márquez siempre admiraron su trabajo. El horror que ella describió hace 12 años va en aumento y tiene en los recursos naturales, especialmente el agua, un factor clave, como resumo en seguida.

En Somalia las vidas de cientos de miles de habitantes están en peligro por la hambruna que sufren, especialmente en el centro-sur del país. Allí es urgente ayudar a las mujeres embarazadas y lactantes, y a los niños menores de cinco años. Una de las causas de esa situación son las sequías cada vez más agudas y prolongadas. No hay agua suficiente por lo que migra la población rural, socavando la seguridad alimentaria y exponiendo a las mujeres a la explotación sexual. Además, la falta del vital elemento se refleja en el aumento de enfermedades: diarrea acuosa/cólera y sarampión, por ejemplo.

La falta de comida es antigua en Somalia: hace una década 250 mil personas murieron de inanición. Muchas eran niños. Son hambrunas ante las cuales la comunidad de naciones no ha sabido responder. Agreguemos que en el llamado Cuerno de África, conformado por Somalia, Yibuti, Eritrea y Etiopía, padecen hambre 20 millones de habitantes. El lugar donde se afirma tuvo origen la humanidad, hoy es símbolo de muerte. Las necesidades crecen al aumentar los desplazados a campamentos donde apenas subsisten gracias a una ayuda internacional insuficiente.

En Somalia otro problema es la desnutrición: 1.5 millones de niños, casi la mitad de la población menor de cinco años, la tiene aguda, lo que los afectará el resto de su vida. Y en paralelo, unos 3 millones de infantes no pueden acudir permanentemente a la escuela o la abandonan para siempre.

La sequía es también muy grave en Etiopía y los más afectados son 6 millones de niños, de los cuales casi 500 mil registran desnutrición grave. Otros 2.2 millones y sus madres, cargan con los efectos de la desnutrición. El hambre, las enfermedades y la falta de agua amenazan su supervivencia. La escasez de alimentos aumentó los últimos años. En este país las sequías prolongadas, y en ocasiones las inundaciones, son catastróficas en la agricultura, donde labora 85 por ciento de la población. La hambruna en Etiopía aumenta: si hace cinco años, 4.5 millones de personas necesitaban ayuda alimentaria urgente, hoy son 10.2 millones. Y si entre el inicio de este siglo y 2014, logró reducir la tasa de mortalidad infantil en dos tercios y la desnutrición de 58 a 40 por ciento, esos logros se vinieron abajo.

Y en cuanto a Yemen, con 30 millones de habitantes, donde predomina el Islam sunnita, es el lugar con más pobreza de Medio Oriente. Desde fines de 2014 una coalición encabezada por Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, intervino militarmente en el país a fin de devolver el poder al gobierno de Abd Rabu Mansur Hadi. Una rebelión armada de los hutíes, minoría chiíta y que exigía más representación en el gobierno sunnita, lo obligó a abandonar Sana, la capital. Trasladó entonces su gobierno a Adén. Comenzó así un conflicto que ha desintegrado el país. La guerra de Yemen es la peor crisis humanitaria del mundo, y un claro enfrentamiento entre Arabia Saudita (fiel aliado de Estados Unidos en la región) e Irán. La gran víctima: la población civil. Suman 23 millones los que necesitan ayuda: agua potable, atención sanitaria y alimentos. Desde el inicio del conflicto 4.3 millones de personas huyeron de sus hogares, de los cuales 3.3 millones siguen desplazados.

En el mundo se desperdicia 17 por ciento de los alimentos disponibles. Sin embargo, decenas de miles mueren de hambre en África.