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Lecciones de política monetaria
L

a cumbre anual de los banqueros centrales celebrada en Jackson Hole y auspiciada por el Banco de la Reserva Federal de la ciudad de Kansas, ofrece importantes lecciones para nuestro banco central y para quienes toman decisiones sobre política monetaria. El propio gobernador de la Fed, Jerome Powell, en el discurso inaugural al señalar que sus comentarios serían breves, su foco estrecho y su mensaje más directo, concentró su intervención en cómo hacer que la inflación regrese a su objetivo de 2 por ciento.

Al enfatizar que es responsabilidad de la Fed la estabilidad de precios, aceptó que al elevar los intereses, reducir el ritmo de crecimiento y relajar el mercado laboral para conseguir esa estabilidad, también se hará sufrir a hogares y empresas.

El reconocimiento es importante y tiene sentido para las acciones de cualquier banco central, incluyendo por supuesto al Banco de México. Las decisiones de los banqueros centrales, de acuerdo con Powell, se explican por lo que han aprendido sobre la dinámica inflacionaria en una época de alta inflación, la de los años setenta y ochenta, así como en la larga estabilidad de precios de los pasados 25 años. En este aprendizaje de los profesionales de la lucha contra la inflación hay tres lecciones fundamentales. Estas lecciones resultan importantes también para quienes sufren con las decisiones de los banqueros centrales, entre los que están, evidentemente, los mexicanos.

La primera lección, de acuerdo con Powell, reitera la encomienda que animó la reforma neoliberal de los bancos centrales de la década de los noventa que los autonomizó de los poderes electos y les dio un mandato único. La lección es: los bancos centrales pueden y deben ser responsables de bajos y estables niveles de inflación. Este planteamiento –de una autoridad monetaria con un mandato dual– señala que para ellos estabilizar los precios es fundamental, reconociendo que las herramientas de política monetaria sólo influyen en la demanda agregada y la inflación actual presenta evidentes restricciones de oferta. Sus acciones proponen moderar la demanda, para alinearla con la oferta.

La segunda lección señala que las expectativas de los empresarios sobre la inflación futura tienen un papel importante en fijar una ruta a la inflación. Aunque actualmente las expectativas parecen ancladas, con elevados registros mensuales inflacionarios es posible que dada su inatención racional pudieran incorporar en sus decisiones la noción de que la inflación persistirá y, en consecuencia, se autorrealicen. Por ello las decisiones monetarias deben advertir a los empresarios que el banco central está comprometido con detener la inflación.

La tercera lección, expresada por Powell, es que los banqueros centrales tienen que mantener una política monetaria restrictiva, es decir, tasas de interés elevadas, hasta que se logre estabilizar la inflación en 2 por ciento. La idea es que se requerirá un largo periodo de una política monetaria muy restrictiva para lograr que la inflación atempere su crecimiento y luego pueda traerse a la meta de 2 por ciento. Esto no se logrará antes de la primavera de 2023, lo que compromete 7 meses de altas tasas de interés.

Por supuesto, Powell se dirigía a los agentes económicos estadunidenses, pero también a banqueros centrales de otros países, 32 de ellos presentes en la reunión. A todos ellos les recordó que lo fundamental es detener la inflación. En el logro de ese propósito se afectará negativamente a familias y empresas, lo que implica que no se generarán los puestos de trabajo que se requieren y que son fundamentales para que las familias de los asalariados puedan resolver sus necesidades básicas.

Estas afectaciones se producen por que al incrementar las tasas de interés se detiene la economía frenando la demanda, pero la inflación actual tiene un importante componente en las cadenas de distribución y en la producción misma, afectada por los cierres provocados por la pandemia. Esto no lo resuelve la política monetaria y, como hemos visto, aunque suban las tasas de interés la inflación no sólo persiste, sino que se acelera. De modo que el sufrimiento que se provoca en hogares y empresas no necesariamente reducirá el crecimiento de los precios.

Por eso, hay una cuarta lección que por supuesto no planteó Powell. Los miembros de las diversas juntas de gobierno de los bancos centrales, incluida la de México, deben cuidar que la medicina no mate al enfermo, antes de curarlo. Para nosotros esta lección es muy importante: el Banco de México, su junta directiva en la que cuatro de sus cinco miembros han sido propuestos por este gobierno, han elevado consistentemente las tasas de interés hasta llevarlas a 8.5 por ciento anual con el fin de detener el incremento de precios y han advertido que en su siguiente reunión volverán a elevar la tasa como el mes anterior, de modo que superaremos 9 por ciento. Los precios, sin embargo, siguen aumentando y ya están a un nivel superior a 8 por ciento anual. La política sigue siendo ineficaz, pero los costos sociales y económicos ya están presentes.