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José Santos Valdés: la memoria herida
A

33 años de su ausencia física, la memoria y presencia del profesor José Santos Valdés se subleva a través de sus ex alumnos, hijos del normalismo rural, negados a olvidar una vida que bien permite comprender el proyecto educativo del normalismo rural, al que entregó sus más apasionadas reflexiones durante cuatro décadas.

Para conocer la profundidad histórica del laboratorio pedagógico de la revolución es preciso acercarse a su prolífica vida y obra.

1905, 1º de noviembre, nace en Rancho Camargo, Matamoros, Coahuila.

1926. Egresa como profesor de educación primaria de la Benemérita Escuela Normal de Coahuila.

1926. Director de la escuela primaria Talamantes, Navojoa, Sonora.

1927-32. Inspector de zona, Hermosillo, Sonora.

1932. Profesor de la Escuela Central Agrícola de Tamatán, Tamaulipas.

1933. Profesor de la Escuela Central Agrícola de Aguilera, Durango.

1933-35. Director de la Escuela Regional Campesina de Aguilera, Durango.

1935-37. Jefe de la Misión Cultural número 18 en Querétaro, Veracruz y Tabasco.

1937. Jefe de brigada, única en el país, en La Laguna, jefaturando tres Misiones Culturales y un Instituto de Investigaciones Científicas.

1937-39. Director de la Escuela Regional Campesina de Galeana, Nuevo León.

1939-40. Profesor en la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo.

1939. Secretario general del Sindicato Único de Trabajadores de la Enseñanza Superior Campesina (Sutesc).

1940-43. Director de la Escuela Normal Rural de Tenería, estado de México.

1943. Director de la Escuela Normal Rural de Chicontepec, Veracruz.

1943. Director de la Escuela Normal Rural de Ciudad Valles, San Luis Potosí.

1944-48. Inspector de Misiones Culturales. Jefatura la Misión Urbana número 2, las Misiones Culturales rurales 13, 14, 19 y 21, ubicadas en Sinaloa, Nayarit y Colima; al año siguiente (1945) supervisa la número 23, que operó en El Jagüey, Melchor Ocampo, Zacatecas; asimismo la número 39 en Tlatelulco, Tlaxcala. Después supervisó la labor de las 20, 23 y 26 en Durango, Tabasco, Zacatecas y Aguascalientes. Cerró el año supervisando las misiones 23, 18 y 26, ubicadas en Zacatecas, Jalisco y Aguascalientes.

1948-55. Director de la Escuela Normal Rural General Matías Ramos Santos, de San Marcos, Loreto, Zacatecas.

1955. Director de la Escuela Normal Rural de El Mexe, Hidalgo.

1956. Profesor en la Escuela Práctica de Agricultura en Santa Teresa, Coahuila.

1958. Visitador de la Dirección de Enseñanza Agrícola.

1959. Director de la Escuela Normal y Preparatoria de Ciudad Victoria, ­Tamaulipas.

1960. Inspector de Enseñanza Normal Foránea de la zona norte del país, cubre las normales rurales de Ricardo Flores Magón y Salaices, Chihuahua; J. Guadalupe Aguilera, Durango, y Santa Teresa, Coahuila.

1967. Inspector de Enseñanza Normal Rural en todo el país.

1971. Se retira del servicio educativo público.

1990. Fallece el 5 de agosto en Gómez Palacio, Durango.

Aunado a esta trashumante vida magisterial, su andar nos ha legado 18 libros, ensayos, conferencias, entrevistas, traducciones e infinidad de artículos periodísticos concentrados en 20 tomos de sus obras completas.

Sus detractores usaron en su contra calumnias, falsedades e intereses malsanos. Fue el primero en escribir una narrativa discrepante a la del gobierno frente al asalto al cuartel Madera, en Chihuahua (1965). Llamó mártires a los guerrilleros encabezados por el profesor Arturo Gámiz y el médico Pablo Gómez. Señaló a la acción como el resultado de un neolatifundismo solapado por el gobernador Práxedes Giner Durán. Bajo amenaza abandonó el estado. Desde el poder se buscó culpar al maestro Valdés de lo sucedido aquel 23 de septiembre de 1965. A la distancia el sobreviviente Raúl Florencio Lugo señala: Él no participó militarmente con la guerrilla, su apoyo era político al movimiento social, no más.

Ante el destacado educador cardenista no quedan saldadas las cuentas, el revanchismo, el pragmatismo político electoral, la zalamería, el cinismo y la arrogancia vuelven a atacar su nombre. En Lerdo, Durango, el presidente municipal promovió que se cambiara el nombre del bulevar José Santos Valdés por el del gobernador José Rosas Aispuro. Fundamentó su actuar en un cálculo político por el apoyo brindado por el Ejecutivo estatal al municipio, presupuestos a cambio de reconocimientos artificiales, bien señala Luis Hernández Navarro ni muerto dejan descansar en paz al maestro José Santos Valdés.

Asociaciones de ex alumnos normalistas rurales han expuesto su consideración ante la figura del educador lagunero: los hijos de la escuela pública, formadores de maestros, académicos, ex alumnos y alumnos de normales rurales reconocemos que la influencia, ejemplo y vigencia del profesor José Santos Valdés siguen firmes, capaces de oxigenar, dando lugar a una reinvención ética y pedagógica de la función docente ante las necesidades del siglo XXI, nos manifestamos por recuperar el pensamiento y la acción del maestro José Santos Valdés García de León. Reconocemos en él más que una persona, un proyecto educativo que ha hecho realidad la mejora cultural, educativa, económica, política y moral que la Revolución Mexicana prometió.

En el centenario del normalismo rural el mejor homenaje que merece es que se recupere su obra, discutirla y hacerla elemento común y cotidiano donde se palpe ese fermento entre escuela y comunidad, como la enseñanza valdesista promovió. Impulsar la comprensión histórica y el valor de un proyecto educativo de la mano de quienes como José Santos Valdés a pesar de las adversidades, cimentaron a la educación pública, popular, laica y democrática, permitirá que el olvido, la calumnia y la revancha no ganen la batalla, ni continúen hiriendo la memoria.

* Doctor en historia y autor del libro La semilla en el surco: José Santos Valdés y la escuela rural mexicana (1922-1990)