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Tumbando caña

¡Viva Juana Bacallao!

A

los 97 años de edad, cumplidos el 26 de mayo pasado, Juana Bacallao sigue presente en el ánimo de su pueblo: Dueña absoluta de los escenarios, figura insuperable de nuestra música cubana ¡Qué viva por siempre!, dice un comentario en la página de seguidores de la artista en Facebook. Mereces toda la felicidad del mundo, eres una persona maravillosa, opina otro. Es muy sincera no niega su origen humilde, dice un tercer usuario entre cientos de felicitaciones por su onomástico.

No cabe duda, Juana es una artista muy querida y aclamada en Cuba. Imposible de olvidar o echar de menos. Ella, por su parte, se siente a sus anchas entre su gente.

Como artista, me debo al pueblo, nos dice. “Porque el pueblo fue quien me hizo estrella. Esto (el talento) me lo dio la naturaleza, yo no he estudiado nada. Claro, yo luchando. Menos mal que el destino me dio algo, porque siendo fea… Bueno, hay más feas que yo. Y aquí, hay coco más coco y aguántame que vengo agresiva”.

Juana ha sido una mujer auténtica, de una sola pieza. A diferencia de Celia Cruz, Olga Guillot, La Lupe o alguna otra estrella de su época, no abandonó Cuba al triunfo de la Revolución y tampoco ocultó su simpatía por la victoria de los rebeldes. La entrada de Fidel Castro y los guerrilleros del Sierra Maestra a La Habana en enero de 1959, fue para ella lo más grande de la vida y un momento de alegría que todo el pueblo esperaba.

Más de una vez ha dicho que la Revolución la hizo una persona y que pese a todas las dificultades que hay en su país nunca ha pensado en abandonarlo.

“Tengo que ser revolucionaria, porque la Revolución me dio la dignidad y la importancia como artista y ser humano que antes del 59 se me había negado por ser negra y pobre. Cuando llegó Fidel todo cambió (…). Se reconoció mi presente y mi pasado…

“He viajado el mundo entero, desde que solté el palo de trapear, y me han ofrecido quedarme en varios países pero yo soy una mujer muy leal, siempre dichosa de haber nacido en la isla y orgullosa de ser reconocida en el mundo entero como Juana La Cubana.”

En Cuba no le han escatimado los reconocimientos. Cuenta con muchos, entre ellos la Distinción por la Cultura Nacional, la Medalla Alejo Carpentier; en cuatro ocasiones le han concedido la Vanguardia por la Cultura y en 2020, al cumplir 95 años de edad y más de siete décadas en la escena, le otorgaron el Premio Nacional del Humor.

Pero de todos ellos, el recuerdo que guarda con celo es la foto con el carismático comandante de la Revolución Cubana, Camilo Cienfuegos que la fue a ver expresamente al cabaret Las Vegas. “Camilo me conocía antes de la guerra, al bajar de la montaña, triunfante, con su barba y sus honores, no se olvidó de mí. Llegó una noche y me dijo: ‘Aquí estoy Juana, firme, contigo’”.

Son varios los hitos que recoge su extensa carrera y muchas las anécdotas que alimentan su historia. Ciertos o no estos cuentos son parte del imaginario cubano. Todo mundo tiene una Juana Bacallao, se dice.

Los que hemos intentado saber más de esta extrovertida mujer nos encontramos con una biografía un tanto rocambolesca. Tiene más de una historia de vida y ninguna es del todo confiable. En una ocasión contó sobre la pérdida de sus padres, los momentos en que vivió bajo alguna escalera. En otra, afirmó que de pequeñita su mamá la llevaba a tomar clases de ballet o que sus 15 fueron un acontecimiento en el barrio en el cual se crió que, en unos casos, ha sido el de Ataré, en otros El Vedado y, en muchos, el de la Calzada de Monte –que parece ser el más probable, por testimonios de algunas personas que la conocieron en sus años mozos.

La última vez que platiqué con ella habitaba un fresco departamento en el segundo piso de un edificio de 20 ubicado en el vertice de las avenidas Infanta y Manglar, Centro Habana. Vivía sola. Recuerdo que no quiso hablar de su vida privada (tampoco insistimos mucho). Sin embargo en algún momento de la charla dijo no haber tenido nunca una relación estable. Reconociendo tan sólo un romance en la cumbre de su carrera. Fue un doctor. Pero no le gustaba el ambiente artístico y... nos distanciamos.

Durante una época, el alcoholismo hizo estragos en su vida, aunque más tarde lo dejaría para continuar con su carrera y presentaciones en el extranjero.

En 2001 llegó a Veracruz, con su agrupación Tiembla Tierra, invitada por el gobierno de Miguel Alemán Velasco a participar en el Festival Internacional Afrocaribeño, Juana tenía 76 años de edad y formó una conmoción en el público jarocho que apenas la conocía pero que disfrutó hasta el delirio con su espontaneidad y frescura. Allí se encontró con su buen amigo Francisco Fellove, quien había participado la noche anterior y la esperó para saludarla y tener un encuentro escénico. Fui testigo de ese encuentro y la consecuente y divertidísima charla posterior.