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Ciudad perdida

Resbalón en las filas morenistas

D

ecir: el ex priísta Amador Rodríguez Lozano se integra el equipo de Claudia Sheinbaum, parece fácil, pero lo que este hombre, uno de los inventores de la operación tamal puede significar en el futuro inmediato para la jefa de Gobierno, no habla de una estrategia de honestidad política como la que siempre ha mostrado la gobernante de la Ciudad de México.

No queda claro, en ningún momento, cómo es que el ex priísta llego hasta el Zócalo, pero nadie, tampoco, duda de las malas artes de las que puede echar mano Rodríguez Lozano, el operador favorito del chiapaneco César Augusto Santiago, para conseguirse una chamba.

Las páginas negras en la historia del ex priísta son muchas, pero destacan algunas que debe conocer la jefa de Gobierno, como aquella que se suscitó en el PRI después del crimen en contra de Luis Donaldo Colosio, y que se conoce como el episodio de los faxes.

Pocos días después de aquel crimen, aún con el luto encima, desde el edificio del PRI empezaron a salir algunos comunicados vía fax en los que se promovía la figura de Fernando Ortiz Arana, presidente del partido en ese momento, para que se le convirtiera en el candidato sustituto. Se culpó al echeverrista Augusto Gómez Villanueva de coordinar aquella operación, pero el envío de los comunicados a todo el ámbito priísta, se asegura entre los miembros del mismo PRI, estuvo a cargo de Amador Rodríguez Lozano, tanto así que Ortiz Arana pidió al secretario de Acción Electoral, Rodríguez Lozano, que se frenaran todas las manifestaciones que pudieran interpretarse como propaganda a su favor.

Siempre quedó la duda de qué tanto había intervenido el ex presidente Luis Echeverría en el asunto, aunque hay priístas de buena cepa que aseguran que Echeverría nunca se entrevistó a solas con Salinas de Gortari y jamás le recomendó a nadie.

Luego de ese episodio, el político chilango ha pasado por gobiernos como el de Chiapas, donde se le culpó en el 2010, junto con Mariano Herrán Salvatti, del desvío de recursos, y después Baja California, que ha sido analizado ya en varios espacios informativos.

En fin, el asunto es que por ningún lado se considera buena la señal enviada por parte de la jefa de Gobierno. Para algunos manifiesta la intervención de manos extrañas en la estrategia política, y para otros, la necesidad de llevar a viejos brujos a una contienda que en la teoría no requiere de magia, por lo que mas bien se interpreta como una medida desesperada, y es muy temprano para eso.

Pero aunque nadie se atreva a decirlo en voz alta, Rodríguez Lozano es un resbalón en un momento inapropiado, pero aún hay tiempo de enmendar el paso. Vamos a ver.

De pasadita

El asunto de la línea 12 del Metro se complica y se complica. Por ahora, después de kilos y kilos de investigaciones, nadie queda satisfecho porque nada parece convincente, y eso es muy grave.

Si se trata de venganza será difícil, si no imposible, saciarla. Toda ley parece injusta cuando se trata del desquite, pero si se trata de que cada quien cargue con el tramo de culpa que le corresponde, según las investigaciones, ya es hora de deslindar responsabilidades.

Que cada quien cargue con su culpa. Hay una cadena de errores, de descuidos que deben ser castigados. A nadie le sirve dilatar más la conclusión de las investigaciones, porque el malestar crece y con él, el conflicto social que no se merece esta cuidad.

Sin venganzas, sin maniobras legales, simplemente los hechos que determine la justicia. Nada más.

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