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La estrella del ballet ruso Olga Smirnova renunció al Bolshói escuchando a su conciencia

Se unió a la compañía Nacional de Holanda, donde interpreta papeles titulares // Dice que teme por el futuro de sus colegas que continúan en la agrupación rusa, la cual ya está aislada del mundo, lamenta

 
Periódico La Jornada
Viernes 20 de mayo de 2022, p. 5

Ámsterdam. La bailarina superestrella rusa Olga Smirnova renunció al ballet Bolshói por la invasión de su país a Ucrania, pero asegura que la compañía de danza sobrevivirá a las consecuencias de la guerra.

La historia cambia, pero el Bolshói permanece, dice Smirnova durante un ensayo en Ámsterdam, donde se unió al Ballet Nacional de Holanda.

Smirnova fue noticia cuando renunció al Bolshói para manifestar su oposición a la guerra en Ucrania.

Tenía que escuchar a mi conciencia, explica.

La bailarina de 30 años dice que teme por el futuro de los coreógrafos y artistas que continúan en el Bolshói, ante el creciente aislamiento mundial de Rusia.

Para el Bolshói, 20 años no es nada, pero para un bailarín es toda una vida, comenta Smirnova a la AFP en una entrevista durante un ensayo del ballet Frank Bridge Variations, del veterano coreógrafo neerlandés Hans van Manan.

Durante una década, Smirnova fue uno de los rostros de la compañía como primera bailarina, renombrada por su físico, sus ojos de almendra y una apariencia que un diario británico describió como el instrumento perfecto para su arte.

Ahora el Bolshói también está aislado del mundo. Pasé 10 años maravillosos en él porque los mejores coreógrafos del mundo llegaban a crear incluso obras originales, explica.

Yo realmente sentía que era parte del mundo. Pero pienso que todo esto acabó con la guerra, señala Smirnova.

Incluso durante la guerra fría, las giras del ballet Bolshói a Occidente eran consideradas un puente con la Unión Soviética.

Pero con la invasión rusa del 24 de febrero, todas las giras fueron canceladas y las estrellas del Bolshói no son invitadas al extranjero.

Honesta conmigo misma

Coreógrafos como Jean-Christophe Maillot y Alexei Ratmansky pidieron al Bolshói suspender los derechos de montaje de sus ballets.

Smirnova teme que los bailarines rusos pierdan la oportunidad de descubrir mundos nuevos como hicieron ella y su generación con coreógrafos como los estadunidenses John Neumeier y William Forsythe, el francés Pierre Lacotte o el británico Christopher Wheeldon.

Sin embargo, Smirnova se niega a calificar su decisión como deserción, término usado en tiempos soviéticos cuando leyendas del ballet, como Rudolf Nureyev y Mijail Baryshnikov, cruzaron la Cortina de Hierro a Occidente. Fui honesta conmigo misma y sólo seguí a mi conciencia, sostuvo Smirnova.

Me sentí muy mal por todo esto, toda esa gente que (...) perdió sus casas en Ucrania, agregó.

Smirnova dice que quedó anonadada cuando se enteró de la invasión rusa, que ha provocado más de 6 millones de refugiados ucranios.

Inicialmente, pensó que la invasión sería breve, pero cinco o seis días después escribió en la red Telegram: Estoy en contra de la guerra con toda mi alma. Nunca creí que pudiera sentirme avergonzada de Rusia.

Tras dejar Moscú, viajó a Dubái para tratarse una lesión y luego renunció.

Nadie lo sabía, sólo mi esposo y el director del Ballet Nacional de Holanda, Ted Brandsen, sostuvo.

La decisión chocó a sus padres en Rusia. Para ellos no es aceptable que yo dejara el país y el Bolshói, cuenta.

Mis colegas casi no reaccionaron (...) No sé qué pensaron. Quizá no entienden mi decisión; quizá se están protegiendo de la verdad, declaró.

Siento que perdí casi todas mis conexiones con los bailarines del Bolshói, admitió.

Pero piensa que fue recibida de brazos abiertos en Holanda, sintiéndose cada vez más en casa en Ámsterdam, donde se instaló en un apartamento un día antes de la entrevista.

En abril interpretó el papel titular en el ballet de 1898 Raymonda, de Marius Petipa.

Volví a la rutina del ballet desde el primer día. Sentí que me rencontraba con mi vida normal. La danza me salvó de pensar demasiado. Smirnova no soñaba, como muchas niñas rusa, convertirse en bailarina. Nadie en mi familia venía del mundo del teatro o del ballet, cuenta. Sin embargo, su madre ingeniera la inscribió en la prestigiosa academia Vaganova y, apenas terminó sus estudios allí, fue contratada en 2011 por el Bolshói, donde ascendió rápidamente.

Un sueño persiste para ella.

Me encantaría ir a bailar a la Ópera de París. Nunca he danzado en el Palais Garnier, señala.