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Promesas y reuniones contra el sargazo
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specialmente desde 2011, cuando el sargazo comenzó a llegar en cantidades no vistas antes a las costas de Quintana Roo, especialistas de la estadunidense Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) y de la Universidad del Sur de Florida, alertan del desplazamiento de esa alga por el océano Atlántico. En 2015, 2018 y 2021 fueron miles las toneladas. Su destino final: los países del gran Caribe y la costa de Quintana Roo.

Este año ambas instituciones detectaron una enorme mancha de 14 millones de toneladas. Parte llegaría en marzo al litoral mexicano. Pero en febrero ya recalaba en pequeñas porciones en Cancún, Puerto Morelos, Playa del Carmen, Tulum, la costa de Cozumel y en Mahahual-Xcalak. Luego en cantidades enormes cuando miles de turistas visitaban Cancún y la Riviera Maya por las vacaciones de Semana Santa y Pascua. Encontraron una enorme y pestilente alfombra de sargazo y no la arena blanca y el azul turquesa del mar.

El gobierno estatal y la Secretaría de Marina, dijeron trabajar para mitigar el recale en las playas, poniendo barreras de contención en Puerto Morelos, Playa del Carmen y Tulum. Y 500 metros en Ma­hahual. Si se colocaron, de poco sirvieron, como tampoco las medidas acordadas en el sexenio de Enrique Peña. Esto reveló el presidente Andrés Manuel López Obrador durante la visita que en 2019 hizo a Yucatán y Quintana Roo. Presidió una reunión sobre el sargazo donde se conocieron las nuevas medidas para resolver un problema que, según López Obrador, tiene solución, pues recoger sargazo es como recoger basura en la Ciudad de México. Y acusó a los gobiernos anteriores de decretar irresponsablemente emergencias por el alga para hacer negocios. También se reveló que en dicho sexenio se gastaron unos mil millones de pesos en trabajos que no dieron resultado.

Mas el almirante Rafael Ojeda Durán, secretario de Marina (Semar), calificó la situación de problema de Estado. Por orden presidencial, esa dependencia coordinaría los trabajos contra el alga. Ese 2019 se dijo tener cinco barcos sargaceros y equipos modernos para recoger y trasladarla a sitio seguro. Pero Quintana Roo no disponía de ellos, tampoco ahora, según los lineamientos establecidos por la Secretaria del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), para proteger los corales, la pesca, los manglares y las tortugas. Además, faltaban los proyectos para aprovechar el alga en actividades económicas.

En junio de ese mismo año se reunieron en Cancún representantes de 13 países caribeños y científicos en una Cumbre sobre el sargazo. No asistieron las instancias federales. Los participantes reconocieron que es un problema mundial y no se hacía lo suficiente para solucionarlo; que seguirá llegando más por el calentamiento global. Por eso la urgencia de investigar su comportamiento, establecer una estrategia global para evitar sus efectos nocivos y utilizar la ciencia y la tecnología a fin de transformar en algo benéfico lo que hoy causa daño.

También la Universidad Nacional Autónoma de México integró un grupo de trabajo con especialistas de sus más importantes institutos y facultades para aportar soluciones. Hubo otra reunión, desangelada, en Playa del Carmen con expertos, hoteleros y representantes de empresas especializadas en el tratamiento del alga. También el gobierno federal estableció una comisión interinstitucional presidida por la Semarnat a fin de atender la situación. De nuevo, ausente la estrategia requerida.

Se afirma que existen numerosas propuestas de expertos mexicanos y extranjeros para controlar el sargazo. Hasta de la Universidad de Harvard y del Instituto Tecnológico de Massachusetts. Y para elaborar desde zapatos hasta tabiques. Pero nada se concreta y en 2021 de nuevo el alga llegó en cantidades enormes.

Este año según la Semar, la arribazón superará en volumen todas las anteriores. Será histórica. Mas persiste la descoordinación institucional para enfrentarla. Y los centros de investigación marina y tecnológica no cuentan con los recursos prometidos para ayudar a establecer la estrategia que evite lo más posible el arribo del alga a la costa. Y si llega, recogerla y depositarla en sitios adecuados y/o utilizarla en actividades productivas.

Muchas comisiones y diagnósticos. Pero la misma receta para atacar el problema: promesas y reuniones.