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Ucrania: ¿Buenos vs. malos? // Biden opera a 8 mil km // Europa: frío por desabasto de gas

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▲ Logotipo del gigante energético ruso Gazprom, que calificó de lamentables las declaraciones de la Agencia Internacional de Energía (AIE) que lo culpa por la crisis energética en Europa.Foto Afp
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omo dice el clásico, la primera víctima de una guerra es la verdad, y ahora que ésta se desarrolla en Ucrania es necesario manejarse con pies de plomo, porque, desde antes de iniciar las hostilidades, la primera en encender motores es la de por sí productiva fábrica de noticias falsas, en la que todo se presenta en blanco y negro, en buenos y malos, cuando una conflagración de esta naturaleza tiene todos los colores y matices.

De entrada, la guerra se da en plena pandemia y no es sólo militar, geopolítica y de seguridad nacional, sino geoeconómica que, de prolongarse, tirará al bote de basura la relativa reactivación que se observa –con sus bemoles– en el planeta. Doble tunda para la comunidad de naciones, porque a pesar de que el foco del conflicto está en Europa del Este la ola expansiva golpea a todos.

Como es su costumbre, Estados Unidos –que estuvo duro que te dale lanzando el anzuelo para iniciar el enfrentamiento entre Ucrania y Rusia– pretende ser el salvador del mundo, siempre en nombre de la libertad y la democracia, pero, a lo largo de la historia, ¿cuántas guerras, anexiones, invasiones, despojos, golpes de Estado y conexos ha encabezado y promovido en nombre de eso mismo?

Siempre comodino, el gobierno de Estados Unidos ahora promueve una guerra a 8 mil kilómetros de su territorio, en donde no se romperá ni un plato. Mátense en Europa, como en la primera y segunda guerras mundiales, y al final, ya que todo está bajo control, entonces el adalid de la democracia y la libertad entra por la puerta grande y se declara vencedor. Y, como siempre, saca gruesa raja de los conflictos por él promovidos: venta de armas, financiamiento (que cobra como agiotista), programas de reconstrucción, asesorías, venta de combustibles, alimentos, etcétera, para terminar tomando como su propiedad la zona devastada e imponiendo su voluntad con doble moral y doble discurso (para no ir más lejos, Israel bombardea y agrede permanentemente a Palestina, y Estados Unidos aplaude).

¿Quién dijo que la guerra fría finalizó con el desmoronamiento de la Unión Soviética y del bloque socialista? Ahora Ucrania es el peón de Estados Unidos y ha sido utilizada, como otras, para cercar a Rusia (en lista de espera están ex repúblicas soviéticas para el mismo fin). Al caer la URSS, las naciones de la OTAN se comprometieron a no expandirse ni una pulgada hacia el este, pero lo hicieron hasta rodear a Rusia militarmente (incluidos misiles nucleares), y quieren más.

Pero bueno, de entrada la guerra en Ucrania ha provocado que se desate la especulación financiera y cambiaria; los precios internacionales del petróleo están desbocados (sólo en la jornada de ayer se incrementaron a cerca de 103 dólares por barril; la mezcla mexicana se vendió a 90.62 dólares), los tipos de cambio enloquecidos y la inflación robustecida, al tiempo que la cadena de suministros a nivel global, de por sí alterada por la pandemia, da tumbos, con ganas de empeorar.

Europa es la primera en resentir todo esto. Por ejemplo, para complacer a Estados Unidos, Alemania se ha dado un tiro en el pie al suspender la certificación (de hecho, la entrada en operación) del gasoducto Nord Stream-2, que abastecería a esa nación y a buena parte del continente, donde la dependencia del energético ruso es creciente (alrededor de 50 por ciento en promedio). De hecho, existe una enorme telaraña de gasoductos rusos que abastece a prácticamente toda la zona.

La información más reciente indica que las reserva europeas de gas están en mínimos históricos y el país que las rellenaba ahora está en guerra. ¿Quién podría abastecer?¡Sorpresa! Estados Unidos, con gas natural licuado, pero a un costo mucho mayor, con una entrega más lenta y en volúmenes insuficientes.

De acuerdo con la información disponible, las naciones europeas que reciben los mayores volúmenes de gas ruso son Finlandia (94 por ciento del total), Bulgaria (74), Eslovaquia (70), Alemania (55), Italia (46), Polonia (40) y Francia (24). Imposible que Estados Unidos cubra esa demanda.

Con la caída de la URSS, Estados Unidos creyó asestar el último golpe, pero Rusia no sólo se recuperó, sino que retomó su papel como potencia mundial.

Las rebanadas del pastel

¿Dónde están los héroes que apoyan a Ucrania?, porque el presidente de esa nación, Volodymir Zelensky, ahora se queja amargamente: nos hemos quedado solos; no veo quién esté listo para luchar con nosotros.