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La música para elevador tiene virtudes, asienta en broma Richard Clayderman

El intérprete de la Balada para Adelina lanza su álbum 35 con temas diferentes a su estilo usual

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▲ Me sitúo entre pianista clásico y popular, se define el músico nacido en Francia.Foto @claydermanmusic
 
Periódico La Jornada
Martes 22 de febrero de 2022, p. 9

París. La música de ascensor tiene sus virtudes: ¡la puedes oír en todas partes!, exclama el pianista francés Richard Clayderman, de 68 años, que este mes saca al mercado su álbum 35, tras décadas de edulcorar la vida de sus oyentes.

Forever Love es el título de la nueva obra de Clayderman, que reúne piezas inéditas y adaptaciones de artistas muy alejados de su estilo, como los británicos Ed Sheeran y Coldplay.

Si algo ha caracterizado la música de Richard Clayderman es su versatilidad, especialmente desde su éxito planetario Balada para Adelina, de 1977, una melodía muy sencilla que vendió más de 22 millones de ejemplares en 38 países.

Cuarenta y cinco años después, este músico de formación clásica aún se muestra incrédulo por ese enorme éxito. “Me sorprendió mucho. El compositor Paul de Senneville me propuso un día adaptar al piano su Balada para Adelina. Nos dijimos: ‘vamos a ver que sale...’”, recuerda en entrevista.

Clayderman ha dado más de dos mil conciertos a lo largo de su carrera, ha grabado más de mil 400 canciones y ha vendido en total más de 90 millones de álbumes.

La composición fue un detonador increíble para mi carrera, y eso que estábamos en pleno periodo disco..., recuerda.

Es una melodía simple, que se convirtió en universal y llegó al corazón de mucha gente. Desde entonces no he parado, añade este artista que cuenta con dos millones de seguidores en Facebook.

Clayderman se dispone a presentar su nuevo álbum en América Latina, Estados Unidos, Canadá y China.

Aprender a tocar de forma natural

Empezó a tocar a los cinco años. Su padre era profesor de piano y daba clases en el salón de casa, lo que me atrajo con naturalidad. Él me dio las bases y entré en el conservatorio a los 12 años, señala.

Tras el éxito de Balada para Adelina ha tocado 13 veces en la prestigiosa sala de música clásica Pleyel, en París.

Siempre tuve detractores. Los músicos de formación clásica siguen sin comprenderlo, excepto los que me acompañan en el escenario, explica.

Al final del concierto se dan cuenta del fervor del público. Es como una especie de revancha, añade. Mi mejor recompensa son los niños que empiezan con el piano mediante mis canciones, afirma.

Clayderman sigue considerándose un modesto intérprete, en especial del compositor francés Paul de Senneville, que no sabe tocar ningún instrumento, pero que “tiene el don de hallar melodías que hablan a la gente.

Mi trabajo es retranscribirlas para el piano e interpretarlas y empleo mucho tiempo para que suenen bien, añade.

En los años 80, la entonces primera dama de Estados Unidos, Nancy Reagan, le dio un apodo que le ha seguido a todas partes: Príncipe del romanticismo.

Yo me sitúo entre pianista clásico y pianista de música popular. Ese apodo le va muy bien a la música que toco. En Francia es un poco peyorativo, reconoce. “Ya se sabe: ‘Nadie es profeta en su tierra’”, dice con una sonrisa.