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Venta de Banamex sacude al mercado // ¿Quiénes tienen con qué responder? // ¿Y la democratización del capital?

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▲ Entre los interesados para adquirir Banamex se encuentra Javier Garza Calderón, cuya familia tuvo una parte de Banca Serfin.Foto Roberto García Ortiz
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itigroup decidió deshacerse de Banamex y todo lo relacionado con ese banco, con enormes utilidades, y al hacerla oficial y pública sacudió al sistema financiero que opera en el país, en su mayoría de origen foráneo por decisión del régimen neoliberal (especialmente con Zedillo y Fox en Los Pinos). Esa trasnacional estadunidense (como las españolas y canadienses) gozó de todo tipo de privilegios y de México hizo su principal plaza fuera de Estados Unidos. Pero optó por deshacerse de ella, dada su nueva visión estratégica, para sólo conservar –con su marca original– los negocios con los machucones.

De inmediato se desataron todo tipo de especulaciones (con el consabido uso político de la oposición) sobre por qué Citigroup se deshace de Banamex (que le generó utilidades netas por alrededor de 300 mil millones de pesos, más los pagarés del Fobaproa, devolución y cancelación de impuestos, y muchos ingresos adicionales) y sobre el futuro inmediato de la institución bancaria otrora mexicana.

El propio presidente López Obrador se ha manifestado a favor de la mexicanización de Banamex, y en la mañanera de ayer reiteró que no habrá ningún obstáculo a su venta; no somos chovinistas ni estamos en contra de los extranjeros, pero sería preferible que esa institución financiera se quedara en casa porque las utilidades de los bancos extranjeros se van de México, no reinvierten en el país, de tal suerte que (con todos los bemoles del caso) si los nuevos propietarios son mexicanos hay un poco más de garantía de que se reinviertan las utilidades.

Ese es un punto fundamental, porque en las últimas dos décadas la banca que opera en el país acumuló utilidades netas, limpias de polvo y paja, por alrededor de un billón 800 mil millones de pesos y buena parte de ese catarata de dinero –obtenido en México– terminó en los países de origen de las trasnacionales financieras que de nuestra nación han hecho su paraíso, especialmente el propio Citigroup, las españolas BBVA (40 por ciento de sus utilidades globales las obtiene en México) y Santander, la canadiense Scotiabank y la británica HSBC.

Por cierto, en ese mismo periodo los mexicanos han pagado, sin su consentimiento, alrededor de un billón de pesos por el rescate bancario y les resta por cubrir un monto similar, mientras los bancos rescatados se han hinchado de ganancias, amén de que permanecieron intocados y recibieron todo tipo de facilidades y canonjías del régimen neoliberal.

Cómo olvidar que Carlos Salinas de Gortari y Pedro Aspe presumían que con la reprivatización, por ellos orquestada, México tendrá un sistema bancario de calidad, moderno, competitivo y en manos de eficientes empresarios nacionales. En los hechos, sólo saquearon y ese idílico sistema terminó reventado, rescatado y extranjerizado con un elevadísimo costo económico y social para el país, y la soberanía financiera en el suelo. Lo mejor del caso es que el orejón dijo que la banca se reprivatiza para democratizar el capital.

Pero bueno, el punto es que Banamex está en venta y entre los posibles tiradores brinca a la palestra la Asociación Empresarios por la 4T, cuyo fundador es el regiomontano Javier Garza Calderón, quien dice contar con suficiente experiencia en el negocio bancario, toda vez que su familia fue accionista de Banca Serfin y él mismo integrante de los consejos de administración del propio Serfin, Banpaís y Somex.

Garza Calderón dice que la estrategia a seguir es disruptiva para que Banamex sea realmente mexicano, donde mexicanos y migrantes puedan comprar acciones e invertir, sin excluir, como dijo el Presidente, a algunos extranjeros complementarios. Formaríamos un fideicomiso para recibir a los inversionistas. El proceso será largo y complejo, pero con entusiasmo y el apoyo de otros empresarios estaremos atentos a las bases que formule Citigroup.

Sólo como cápsula de memoria, el rescate de Serfin fue uno de los más costosos como parte del por sí oneroso Fobaproa, sólo para que al final de cuentas la trasnacional española Santander lo sumara a sus activos, limpio de pasivos (que pagan los mexicanos).

Las rebanadas del pastel

México ocupa el tercer lugar en Latinoamérica en costo de la democracia, es decir, los recursos públicos canalizados al INE y organismos similares en la región. Sólo Panamá y Costa Rica, proporcionalmente, están por encima de nuestro país… Hierba mala nunca muere: 100 años de Luis Echeverría y se mantiene impune.