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Un réferi no sólo aplica el reglamento, salva vidas: Lupe García
 
Periódico La Jornada
Miércoles 12 de enero de 2022, p. a10

La reciente muerte por el exceso de golpes recibidos del ruso Arest Saakyan deja en evidencia la responsabilidad que tiene un réferi sobre el cuadrilátero. El joven de 26 años sufrió impactos que eran innecesarios cuando era claro que ya no oponía resistencia; estuvo en coma 10 días y murió. Detener un combate en el momento adecuado puede evitar una lesión o incluso poner en riesgo la vida de un boxeador, considera Guadalupe García, réferi mexicano con casi 40 años de experiencia.

Cada que escucha sobre algún boxeador lesionado o que pierde la vida, y la posibilidad de negligencia de un réferi, Lupe, como lo conocen en el medio, siente aún más el compromiso de trabajar en la capacitación de los oficiales del cuadrilátero.

Lo primero que les insisto en las clínicas que imparto es que no sólo son observadores del reglamen-to, sino cuidadores de la salud de los peleadores, explica; hay un protocolo básico que debemos observar, las respuestas del boxeador, su mirada, la coordinación, la manera como atiende indicaciones, no sólo si pelean de acuerdo con las reglas; todo eso nos pone alertas sobre una determinada situación.

No es fácil estar arriba del cuadrilátero en una función de alto nivel. Esas en las que los boletos cuestan una fortuna y la inversión en el combate puede involucrar sumas fantásticas. Ahí, a veces la presión de los intereses pesa demasiado a la hora de tomar una decisión como detener la pelea para proteger a alguno en la contienda.

A veces los intereses detrás de una pelea pueden presionar al réferi, comenta Lupe, pero uno debe estar por encima de eso, no sólo es tener el coraje para aplicar el reglamento, sino la responsabilidad de incluso salvar una vida.

García recuerda en especial aquel histórico combate entre la sensación británica Lennox Lewis ante Oliver McCall, en una gigantesca función el la Arena Wembley de Londres, el 29 de septiembre de 1994. Lewis cayó por los golpes y el réferi mexicano lo observó con detenimiento. Dice que era evidente que los golpes le hacían daño y permitirle continuar sería un acto irresponsable. Sin titubear, detuvo la pelea pese a los reclamos.

No me tembló la mano para frenar el combate, lo dice hoy con orgullo; muchos años después me encontré a Lewis y lo vi impecable, con todo lo que consiguió después de aquella derrota, pero sobre todo lo vi en plena salud. Eso me llena más de satisfacción.