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La sagrada familia
D

esde su estreno en el pasado festival de Cannes, dentro de la sección Una Cierta Mirada, la película Cordero, ópera prima del islandés Valdimar Jóhannsson, ha llamado la atención mundial por su inusual historia. Tan inusual y sorpresiva que trataré de no revelar sus secretos.

La acción se sitúa en una solitaria granja de ovejas donde viven y trabajan María (la sueca Noomi Rapace, quien también funge de productora ejecutiva) e Ingvar (Hilmir Snaer Gudnason), quienes desempeñan sus labores en silencio y de manera inexpresiva. Una noche, una de las ovejas da a luz a una cría singular. No entraré en más detalles. Pero la llegada del híbrido causa gran alegría a la pareja, que adopta a la criatura como suya y la bautizan Ada.

No obstante la placidez bucólica del entorno, Jóhannsson establece un clima ominoso durante todo su relato, utilizando con habilidad la belleza agreste del paisaje, la minuciosidad del sonido y el apoyo musical de Thórarinn Gudnason. También la presencia animal aporta a la tensión dramática, pues además del ganado ovejuno existe un perro guardián, muy nervioso, y un gato, enigmático como todos los de su especie. (El director fue alumno del húngaro Bela Tarr, otro productor ejecutivo de la película, y se nota cierta influencia suya en lo despojado del estilo).

Uno piensa que el detonador de algo terrible será la visita de Pétur (Björn Hlynur Haraldsson), hermano de Ingvar, un ex roquero desempleado a quien le perturba la situación familiar, al mismo tiempo que le trae ganas a su cuñada. ¿Será él quien acabe con el idilio de los dos granjeros y su hija?

El realizador debutante se guarda una sorpresa para los momentos finales. Misma que puede causar tanta risa como espanto. Antes, en las primeras imágenes de la película, hemos visto cómo una toma subjetiva establece la presencia de algo maligno, que espanta a una manada de caballos salvajes y a las ovejas en su corral.

Cordero es, pues, una curiosa fábula moderna sobre la paternidad responsable. La pareja central, según se revela, había perdido a una hija llamada Ada, precisamente, y el nacimiento de la criatura viene a ser una especie de compensación, aunque no sea totalmente humana. Tanto María como Ingvar harán lo imposible para protegerla y criarla, a pesar del rechazo inicial de Pétur.

Desde Eraserhead (1977), el pesadillesco debut de David Lynch, no había visto una película donde la ansiedad de la paternidad estuviese descrita de manera tan original y perspicaz. Asimismo, ambas criaturas tienen una asombrosa verosimilitud. Lynch tuvo que usar efectos especiales que hasta la fecha se ha negado revelar. Jóhannsson, por su parte, ha contado con la eficacia de la animación digital para conseguir convencernos.

Si bien algunos han clasificado a Cordero como una película de horror, yo no estaría tan seguro. Su tono es ciertamente inquietante y existe el elemento monstruoso en su narrativa. Pero domina más el drama familiar, uno que nos conmueve por su paradójica humanidad.

Cordero (Dyrid)

D: Valdimar Jóhannsson/ G: Sjón, Valdimar Jóhannsson/ F.en C: Eli Arenson/ M: Thórarinn Gudnason/ Ed: Agnieszka Glinska/ Con: Noomi Rapace, Hilmir Snaer Gudnason, Björn Hlynur Haraldsson/ P: Black Spark Film & TV, Chimney Poland, Chimney Sweden, Film i Väst, Go to Sheep, Madants, Rabbit Hole Productions. Islandia-Suecia-Polonia, 2021.

Twitter: @walyder